Los cristianos de los territorios palestinos preocupados por su futuro

Análisis del corresponsal de «Radio Vaticano» y «Avvenire» en Tierra Santa

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JERUSALÉN, viernes, 12 noviembre 2004 (ZENIT.org).- Mientras tenía lugar este viernes el entierro de Yasser Arafat en la Mukata de Ramala, los cristianos de los territorios palestinos se preguntaban por su propio futuro.

Convertidos en una pequeña minoría, 50.000 en medio de más de tres millones de musulmanes, la muerte del presidente de la Administración Nacional Palestina tiene lugar en momentos en los que con frecuencia las estructuras políticas, administrativas y de Policía les discriminan, constata Graziano Motta, corresponsal en Tierra Santa de «Radio Vaticano» y «Avvenire».

«Han quedado continuamente expuestos por parte de activistas islámicos a presiones y han sido forzados a pronunciar profesiones de fidelidad a la Intifada», denuncia el periodista.

«Se dan con frecuencia casos en los que islámicos expropian a los católicos casas y terrenos, y ha faltado a menudo la intervención de las autoridades para afrontar actos de violencia contra jóvenes muchacha u ofensas contra la fe cristiana», indica Motta.

El patriarca latino de Jerusalén, Su Beatitud Michel Sabbah, quien guió la delegación de la Santa Sede en los funerales de Arafat, en varias ocasiones pidió personalmente al líder fallecido que interviniera, y había establecido con él «una relación amistosa y directa», sigue informando.

«En ocasiones intervino en algunas discusiones entre cristianos y musulmanes, especialmente en la región de Belén, para poner solución, y reequilibrar las relaciones», constató el mismo patriarca este jueves a los micrófonos de la emisora pontificia.

Ahora bien, revela Motta, no siempre lo logró, pues en ocasiones Arafat no contó con la obediencia de los hombres de su aparato.

«Arafat deja a los cristianos, y en particular a los católicos, una herencia ambigua y potencialmente negativa en las relaciones de fondo con la entidad estatal», sigue constatando.

«Considerándoles una parte de la realidad sociopolítica árabe en la lucha por la independencia, trató de involucrarles lo más posible, exaltando Palestina como Tierra Santa por la presencia de los lugares sagrados para musulmanes y cristianos, pero sin mencionar nunca los judíos», añade.

«E ignoró –y en la práctica boicoteó– la propuesta de un estatuto especial de los santos lugares judíos, cristianos y musulmanes en Jerusalén. Mantuvo firme la reivindicación de la soberanía exclusiva de Palestina, en nombre del Islam, sobre la Ciudad Santa (Al-Quds)».

«Aprobó el borrador de una carta constitucional para el futuro Estado palestino que no ha tenido en cuenta la característica laica y plural (que decía promover) para afirmar el carácter islámico», reconoce el corresponsal.

«Esto está en potencial contradicción con los compromisos asumidos en el «acuerdo base» entre la Santa Sede y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) de 2000, que él promovió para imitar el «acuerdo fundamental» de 1993 entre la Santa Sede e Israel», subraya.

Ese acuerdo «afirma la igualdad de todos los ciudadanos, independientemente de su fe religiosa, y el respeto de su libertad de religión y de conciencia».

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ZENIT Staff

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