Los cristianos tienen miedo de que la Constitución iraquí adopte la ley islámica

«¿Dónde está la democracia que tanto hemos deseado?», preguntan los obispos

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BAGDAD, domingo, 28 agosto 2005 (ZENIT.org).- «El cristianismo en Irak está al borde de la extinción y surgen nuevos miedos por el hecho de que la propuesta de Constitución podría negar a las minorías religiosas sus derechos», constata un informe publicado por «Ayuda a la Iglesia Necesitada».

El arzobispo de Kirkuk -en el norte de Irak- ha afirmado en declaraciones distribuidas por esta asociación de Derecho Pontificio que si el borrador de Constitución no logra defender las libertades civiles para las minorías religiosas podría tener lugar un éxodo de masa de cristianos.

Las observaciones de monseñor Louis Sako tienen lugar después de un intenso debate sobre la posibilidad de que la Constitución reconozca la ley islámica como «fuente principal» de la legislación iraquí y el Islam como «religión oficial».

El jueves pasado Benedicto XVI recibió al ministro de Asuntos Exteriores de Irak, Hoshyar Zebari, para pedir que la Constitución, cuyo borrador sigue en discusión, respete la libertad religiosa (Cf. Zenit, 25 agosto 2005).

Monseñor Sako considera que si la Constitución abrazara la ley islámica, sus fieles podrían perder la libertad.

«Estamos muy preocupados -reconoce-. Si no hay nada que asegure a los cristianos sus derechos, se irán a otros países».

«Estamos pidiendo a la gente que se quede en el país, pero el problema es que no podemos darles una perspectiva de futuro. Nadie sabe qué sucederá», describe.

Los cristianos en Irak son en total unos 800.000 -el 3% de una población de unos 25 millones de habitantes, musulmanes en su mayoría-, distribuidos sobre todo entre católicos y ortodoxos. Los más numerosos, los caldeos, unidos a Roma, representan el 70% de los cristianos.

«¿Cuáles serán nuestros derechos?», se interroga el prelado. «Los cristianos estaban aquí mucho antes de la llegada del Islam y de los árabes. Somos una población local, no somos extranjeros. ¿Dónde está la democracia que tanto hemos deseado?», cuestiona.

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ZENIT Staff

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