Los dos caminos para encontrar a Cristo, según Juan Pablo II

El Papa se adentra en las sendas maestras del cristianismo

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CIUDAD DEL VATICANO, 9 agosto (ZENIT.org).- «Cristo sigue caminando junto a nosotros a través de los senderos de la historia». En estas palabras se resume la intervención de esta mañana de Juan Pablo II durante la tradicional audiencia general del miércoles, en la que respondió a la pregunta que califica la vida de todo cristiano: ¿Cómo es posible encontrar a Jesús?

«Es un encuentro que tiene lugar en la vida cotidiana, en el tiempo y en el espacio», explicó el Santo Padre a los 20 mil peregrinos presentes, entre los que se encontraban ya muchos de los jóvenes que participarán en las Jornadas Mundiales de la Juventud.

Un cambio total
Al igual que hace dos mil años, Cristo sigue llamando a la conciencia del hombre, recordó el sucesor de Pedro. «Cuando Cristo atraviesa una vida, imprime un profundo cambio en la propia historia y en los propios proyectos». Lo mismo les sucedió a los pescadores de Galilea, que más tarde cambiarían la historia de la humanidad, y que al escuchar su palabra en el lago «llevaron a tierra las barcas y, dejándolo todo, le siguieron». «Es un cambio radical que no admite titubeos y encamina por una senda llena de dificultades –añadió Juan Pablo II–, pero es sumamente liberador».

El pontífice continuó repasando algunos pasajes del Evangelio en el que se narran los encuentros de Jesús con existencias hasta entonces anónimas: «Cuando se cruza con la vida de una persona, Cristo provoca inquietud en su conciencia, lee en su corazón, como sucede con la Samaritana, a quien le dice «todo lo que ha hecho». En especial, hace brotar el arrepentimiento y el amor, como le sucede a Zaqueo, quien da la mitad de sus bienes a los pobres y restituye cuatro veces más de lo que ha defraudado. Esto mismo le sucede a la pecadora arrepentida a la que se le perdonan los pecados «porque mucho ha amado» y a la adúltera a quien, en lugar de juzgarla, le exhorta a llevar una nueva existencia lejos del pecado».

En espíritu y en verdad
La diferencia del cristianismo con las demás religiones está precisamente aquí: es un encuentro con una persona viva, con Jesús. De este modo –añadió Juan Pablo II–, el hombre se hace «capaz de un verdadero culto, que consiste en la adoración del Padre «en espíritu y en verdad»».

Las dos sendas maestras
Pero, la pregunta sigue en pie: ¿cómo es posible encontrarse con Cristo? El Papa ofreció dos medios fundamentales basándose en las mismas palabras de Jesús. Ante todo, a Jesús se le puede encontrar a través de su Palabra, el Evangelio. En segundo lugar, «Cristo está presente en la Eucaristía, fuente de amor, de unidad y de salvación».

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ZENIT Staff

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