«Los embriones no son necesarios para los transplantes»

Habla el doctor Salvatierra, presidente de la «Transplantation Society»

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ROMA, 31 agosto (ZENIT.org-AVVENIRE).- «No creo que pueda funcionar. No
pienso que de la célula de un embrión se pueda obtener, por ejemplo, un
órgano complejo como el riñón». Esta es la opinión de Óscar Salvatierra,
español, presidente de «Transplantation Society» que en estos días está
celebrando su decimoctavo congreso internacional en Roma. Salvatierra no ve
en la utilización o en la clonación de embriones humanos el futuro de los
transplantes de órganos.

«Las vías a seguir son otras –afirma–: el aumento de las donaciones, la
investigación sobre las células madre (estaminales) obtenidas de personas
adultas, los xenotransplantes, es decir con órganos obtenidos de animales».
E invita a Bill Clinton y a Tony Blair a seguir el ejemplo del Papa,
animando las donación de órganos en sus respectivos países.

–Profesor, ¿en qué momento está la ciencia de los transplantes en el mundo?

–En un estado óptimo. En los últimos años, se han hecho muchos progresos y
hoy podemos afirmar que los resultados son verdaderamente buenos.
Lamentablemente no tenemos un número suficiente de donaciones, de manera
que muchas personas mueren todavía en espera de un transplante. La
investigación, en cambio, procede de manera constante. Ahora estamos
tratando de llegar a una situación por la que, tras una operación, ya no
sea necesaria aplicar duras terapias para evitar el rechazo. En otros
términos, los resultados son ya satisfactorios, pero nosotros apuntamos a
la perfección. Es decir, a la tolerancia del órgano transplantado por parte
del organismo, sin tener que recurrir a la suministración de fármacos que
debilitan las defensas inmunitarias.

–Usted ha dicho que el discurso de Juan Pablo II hace dos días a este
Congreso dará «un impulso fenomenal al progreso de los transplantes». ¿Por
qué?

–Porque el Santo Padre ha alabado la donación y la ha reconocido como
«acto de amor» y generosidad. Junto a la experimentación que busca evitar
el rechazo, el incremento de donaciones es la segunda directriz en la que
estemos
concentrando nuestros esfuerzos. Repito: el Papa ha dado una contribución
importantísima.

–Usted, como científico, ¿Cómo ha acogido esas palabras?

–Con entusiasmo. Ha tocado cuatro aspectos del sector en el que trabajo:
el apoyo a las donaciones; la condena al comercio de órganos humanos; la
exigencia de verificar la efectiva muerte cerebral del donante con exámenes
científicos rigurosos; la licitud moral de los xenotransplantes.

El Papa ha repetido también el «no» de la Iglesia a la manipulación y
clonación de embriones humanos. ¿Cuál es su opinión al respecto?

–Actualmente en el campo de los transplantes no se recurre a la clonación
de embriones o al empleo de células embrionales. Utilizamos en cambio
células estaminales de adulto, del mismo donante del órgano. También el Papa
es favorable a este tipo de práctica. Y yo personalmente y toda la
asociación que presido le estamos agradecidos por su intervención. Ningún
otro líder mundial nos ha dado nunca un apoyo tan fuerte. En Estados
Unidos, por ejemplo, tenemos dificultad para obtener un apoyo tan decidido
en favor de los transplantes.

–Los gobiernos estadounidense y británico parecen dispuestos a autorizar
la clonación de embriones humanos. Y, si se escucha a muchos de sus
colegas, parece un camino irrenunciable, a pesar de las implicaciones éticas.

–No soy un experto en clonación. Repito, ningún miembro de la
«Transplantation Society» usa embriones. Pero me auguro que los presidentes
Clinton y Blair quieran sensibilizar mucho más a sus connacionales sobre la
importancia de la donación de órganos. En este sentido, deberían seguir el
buen ejemplo que ha dado el Santo Padre.

–Por tanto, ¿usted está convencido de que hay caminos alternativos y
mejores que la manipulación o clonación de células embrionales?

–No creo que la clonación pueda funcionar para producir órganos. No logro
imaginar cómo es posible, partiendo de una célula, llegar a un órgano
complejo como el riñón, que filtra sangre y produce orina. Lo que en cambio
es indispensable para nosotros es el empleo de células estaminales
obtenidas del mismo paciente, porque nos acerca a lo que nosotros
consideramos el máximo objetivo, es decir, el transplante acompañado de la
tolerancia y, por tanto, sin ninguna terapia farmacológica para luchar
contra el rechazo».

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ZENIT Staff

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