Los escándalos de sacerdotes sacan a relucir signos de esquizofrenia

El asombro de la prensa laica denota contradicciones profundas en materia de sexo

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CIUDAD DEL VATICANO, 4 mayo 2002 (ZENIT.org).- “Abusar de los jóvenes es un grave síntoma de una crisis que afecta, no sólo a la Iglesia, sino a la sociedad en general. Es una crisis profundamente arraigada de la moral sexual, e incluso de las relaciones humanas, y sus primeras víctimas son la familia y los jóvenes”.

Este texto forma parte del mensaje de Juan Pablo II (Cf. Zenit, 23 de abril de 2002) a los cardenales norteamericanos, que fueron convocados a Roma para trabajar en las soluciones al problema de los abusos sexuales por parte de sacerdotes.

Los obispos y los comentaristas han afirmado que uno de los factores, que han contribuido a que se produzcan los abusos sexuales, es el clima general de hedonismo que reina hoy en día. Otros rechazan este argumento, considerando que es un intento de exculpar por lo ocurrido al clero y a los obispos.

El Papa hacía hincapié en ser cuidadosos para no minimizar el mal que suponen estos abusos, calificándolos de “pecado espantoso ante los ojos de Dios”. Juan Pablo II también dejó clara la necesidad de purificación en la Iglesia y que el abusar de los jóvenes resulta incompatible con el sacerdocio o con la vida religiosa.

Al mismo tiempo, el Papa tocó el tema de la crisis de la moral sexual. No se trata de una teoría de determinismo social, o de negar la responsabilidad por lo ocurrido. Ha intentado dejar claro que no es fácil vivir en un ambiente que intenta romper todas las restricciones y tabúes en el comportamiento sexual. Los sacerdotes, y todos los miembros de la Iglesia, tienen que soportar esto, y tienen que vivir con ello, en una sociedad que es muy hostil a la moral cristiana sobre temas sexuales.

Cae la prohibición de la pornografía
Mientras el tema de la Iglesia copaba los titulares, hace dos semanas que la Corte Suprema de Estados Unidos tiró por tierra las pretensiones de una ley federal, que intentaba poner restricciones a la pornografía infantil que se distribuye a través de los ordenadores.

El Acta de Prevención de Pornografía Infantil de 1996 “prohíbe temas que no albergan crimen alguno ni crean ninguna víctima en su producción”, escribía el juez Anthony M. Kennedy, en la decisión de la corte, cuya votación dio como resultado 6 votos contra 3, informaba el New York Times el 17 de abril.

Al comentar la decisión, el Fiscal General, John Ashcroft, afirmó que esto hará “todavía más difícil” perseguir la pornografía infantil. La ley pretendía imponer multas a quienes hicieran o poseyeran imágenes que tuvieran algo que ver con pornografía infantil, incluyendo fotografías de adultos que pretendieran mostrarse como menores de edad e imágenes creadas por ordenador que, de hecho, son difíciles de distinguir de las imágenes reales de niños.

La Corte Suprema “ha traicionado a los niños y los hace vulnerables a los depredadores sexuales”, decía en un comunicado de prensa Jan LaRue, director del Consejo de Investigaciones Legales para la Familia

Juan Miguel Petit, ponente especial de las Naciones Unidas para el tema de la venta de niños, prostitución infantil y pornografía infantil, y Abid Hussain, ponente especial para la libertad de opinión y de expresión, expresaron también su preocupación.

En un comunicado de prensa, los dos funcionarios de las Naciones Unidas indicaron: “Cualquier imagen que haga de los niños objetos sexuales es sumamente dañina para todos los niños. Estamos intentando desesperadamente transmitir el mensaje de que la explotación sexual de niños es algo erróneo, pero el legitimar el derecho a gozar con fantasías visuales de esta naturaleza compromete los esfuerzos de todos los que están luchando para proteger a los niños”.

Robert Bork, antiguo juez federal de la corte de apelación y abogado general de los Estados Unidos, escribía sobre este asunto el 23 de abril en el Wall Street Journal: “Parece de simple sentido común pensar que las imágenes gráficas de niños en actos sexuales darán como resultado que se produzcan actos por parte de los pedófilos”, indicaba Bork. “La Corte puntualiza que el problema de esta declaración es que “los precedentes establecen… que este tema, que está dentro del derecho de los adultos a escuchar, no debería silenciarse en un intento de salvar a los niños del mismo”.

Bork continuaba: “Todo lo que se protege es el derecho de cada individuo a satisfacer sus deseos, sin importar qué tenga como base dicha satisfacción, sin tener en cuenta los derechos de los demás o la salud de la sociedad”. Al asumir esta postura “la corte perjudica seriamente los esfuerzos de la comunidad para conserva un ambiente moral y estético satisfactorio”, concluía.

Defender a los niños del sexo
Muchos han mostrado también su preocupación por la noticia de la próxima publicación del libro de Judith Levine: “Dañino para los Menores de Edad: los Peligros de proteger a los Niños del Sexo”. Según un reportaje de ABC, el libro defiende la idea de que proteger a los niños del sexo puede hacer más daño que bien. El texto tiene un prólogo de la Cirujano General de la Era Clinton, la Dr. Joycelyn Elders.

“Dañino para los Menores de Edad” defiende que el sexo es una parte del crecimiento de los niños y adolescentes, y que no todo encuentro sexual con adultos es necesariamente traumático para los menores. Levine cita a continuación las leyes holandesas sobre el consentimiento sexual. En 1990, el parlamento holandés legalizó el sexo entre adultos y niños desde los 12 años de edad, siempre y cuando haya un consentimiento mutuo.

El libro de Levine “es parte de un movimiento más amplio dentro para promover ‘la libre expresión sexual de los niños’”, advertía el Washington Times el 19 de abril. El periódico continuaba subrayando los numerosos estudios académicos publicados recientemente sobre los “derechos sexuales” de los niños.

Tales afirmaciones molestan a Claire Reeves. La presidenta y fundadora de Madres contra el Abuso Sexual advierte que la defensa intelectual de la pedofilia crea “una enorme preocupación” porque puede ser como “una luz verde” para quienes podrían molestar a los niños.

Levine recibió un fuerte apoyo desde el New York Times, que publicó un reportaje “amistoso” sobre su libro, afirma Robert H. Knight, director del Instituto para la Cultura y la Familia. Escribiendo en el Washington Times el 24 de abril, Knight observaba que el artículo del New York Times contrasta con la reacción de “enfado” de los críticos de Levine, que están en “contra de una posición a favor de la pedofilia fría y razonada”.

Existen más ejemplos de contradicciones culturales. Basta tomar algunos periódicos que condenan a la Iglesia por los abusos sexuales a adolescentes por parte de sacerdotes. Con anterioridad, estos mismos periódicos arremetían en sus editoriales contra los Boy Scouts por querer excluir de sus puestos directivos a homosexuales declarados. Después de que el Tribunal Supremo fallara a su favor, los Scouts tuvieron que hacer frente a una campaña de presión por parte de ciertos grupos que buscaban que se les castigase económicamente por su política contra los homosexuales.

Otro ejemplo es la industria pornográfica. Un estudio, citado por el Times de Londres el 24 de abril, estimaba que las ganancias anuales de esta industria en 1998, sólo en Estados Unidos, alcanzaban entre 10.000 y 14.000 millones de dólares. Y se considera que ésta es una estimación a la baja. Esto significaría que la gente en Estados Unidos gasta más en pornografía que en todo el resto de artes plásticas en conjunto, hacía notar el Times.

La actitud de esquizofrenia que tiene la sociedad hacia el sexo resulta evidente en los mass media. Cine, música, publicacion
es, vídeos y televisión exaltan de modo unánime el sexo y presentan imágenes cada vez más explícitas. Los tribunales defienden estas prácticas bajo la tutela legal de la libertad de expresión. Se supone que, de algún modo mágico, todo esto no tiene ningún efecto negativo en la forma de actuar de la gente.

La crisis de la Iglesia en el tema de los abusos sexuales forma parte de un problema más amplio. Mientras la sociedad escudriña cómo la Iglesia intenta hacer que estos abusos no se repitan, haría bien en repasar sus propias consideraciones sobre cierto tipo de relaciones sexuales.

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ZENIT Staff

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