Los greco-católicos, senda hacia la unidad entre Roma y la Ortodoxia

Entrevista del cardenal Husar a un diario ruso

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MOSCÚ, 19 junio 2001 (ZENIT.orgFIDES).- Moscú (Fides) – Por primera vez en la historia, un cotidiano ruso de amplia difusión, el «Nezavisimaja Gazeta» (Periódico Independiente), del pasado 14 de junio, publicó una entrevista de una página con el arzobispo mayor de los greco-católicos de Lvov, el cadenal Ljubomir Husar.

La entrevista, que llevaba por título «La tradición bizantina y el pontífice romano», tiene lugar después de que el patriarcado ortodoxo de Moscú haya manifestado públicamente su oposición al viaje del Papa a Ucrania, que tendrá lugar del 23 al 27 de junio.

El líder de los greco-católicos ucranianos, quienes mantienen la misma liturgia y tradiciones que los ortodoxos, pero obedecen a Roma, explica que el futuro de la unidad de los cristianos no pasa por la «reunión» de todos los ortodoxos bajo Roma, sino más bien por la realización plena de la «verdadera ortodoxia».

Ahora bien, aclara, esto no significa antagonismo confesional, sino unidad plena, que no se puede alcanzar sin la armonía y la unidad con Roma.

Esta «verdadera ortodoxia», explica el cardenal Husar, implica la integridad cultural, que debe preservar la herencia bizantina de la Rus de Kiev, origen mismo de la Ortodoxia rusa. La unión con Roma, por tanto, no suprimiría la tradición de la Ortodoxia, sino que la debería exaltar, como sucede con los greco-católicos.

Los católicos de las Iglesias de Oriente tienen, de hecho, una gran autonomía de Roma. En muchos casos, como en Ucrania o Rumanía, hay sacerdotes casados, como es el caso de los ortodoxos. Mantienen al mismo tiempo toda la riqueza de la liturgia bizantina. Sus arzobispos son elegidos por el Santo Sínodo. El Papa se limita a dar reconocimiento estos nombramientos para que puedan formar parte también de la Iglesia católica (universal).

En estos momentos, el primer motivo por el que corrientes ortodoxas se niegan a dar la bienvenida al Papa en Ucrania es precisamente a causa del renacimiento de las comunidades greco-católicas en el país, tras las décadas de persecución que sufrieron bajo el comunismo. En estos momentos son casi unos cinco millones en Ucrania. El patriarcado de Moscú los ve como una especie de «invasión» de Roma en tierras ortodoxas.

El cardenal Husar atribuye, por tanto, un valor «más simbólico» y menos «jurídico» al papel del Papa de Roma en relación con las Iglesias de Oriente. La misión del pontífice es de «comunión», subraya, y no tanto de «sumisión».

«Si en Ucrania hubiese una sola Iglesia de Cristo, fundada por el Santo Príncipe Vladimir, y en relación con el romano pontífice, nosotros quisiéramos ser parte de esa Iglesia», confiesa el líder greco-católico.

«Nosotros hemos pensado siempre que la unión hay que entenderla en el sentido de que el Papa actúa en la Iglesia como el Apóstol Pedro: tiene autoridad para unir a todos, no para mandar sobre todos. Su poder no es de gobierno, sino de unidad…».

Para explicarse pone el caso de los enfrentamientos dentro de la Iglesia ortodoxa, entre el patriarcado de Moscú y el ecuménico de Constantinopla. «Nadie consigue poner de acuerdo a estas dos Iglesias ortodoxas. Sin embargo, el Papa tiene la autoridad para volverlas a pacificar»

Y, el líder greco-católico concluye, «los cristianos desunidos no son verdaderos cristianos».

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ZENIT Staff

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