Los hombres no son inmunes al matrimonio

Clara en la teoría, espinosa en la práctica

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NEW BRUNSWICK, Nueva Jersey, sábado, 9 octubre 2004 (ZENIT.org).- Los hombres se casan más tarde, pero la mayoría todavía quieren formar una familia. Ésta es la conclusión de un estudio reciente del National Marriage Project, con sede en la Universidad Estatal Rutgers de Nueva Jersey.

El informe de este año sobre «El estado de nuestros matrimonios» lleva el subtítulo: «La amabilidad del matrimonio: quiénes son los hombres que se casan y por qué».

El estudio sostiene que la mayoría de los hombres son todavía «de los que se casan». Su encuesta de varones jóvenes heterosexuales muestra que aquellos que tienen el trasfondo de una familia tradicional, religiosamente observante, es más probable que se casen, busquen el matrimonio y tengan puntos de vista positivos sobre el matrimonio, las mujeres y los hijos.

Los autores del informe, Barbara Dafoe Whitehead y David Popenoe, observaban que las novelas, películas y programas de televisión más populares «están obsesionados con un hombre treinteañero soltero y sus metas románticas». De hecho, «el marido joven ha desaparecido virtualmente como personaje cultural o tipo social».

A pesar de este estereotipo mediático, los varones jóvenes casados son una parte importante de la población, insistía el informe. En 2002, había en Estados Unidos 9,5 millones de hombres casados entre los 25 y los 34 años. «Y contrariamente al estereotipo popular, el chico típico de treinta años está casado», añade.

Al inicio, el estudio observa que el matrimonio es un tema candente. Una parte de los planes de reforma social de la administración Bush prevé 1.500 millones de dólares para proporcionara acceso a la educación para el matrimonio, preparación y fuentes de consejo para parejas de bajos ingresos que buscan casarse. El congreso también ha aprobado reformas de impuestos para ayudar a las parejas casadas.

En el ámbito estatal, ya se están probando programas para ayudar a las parejas casadas. Y existen una multitud de iniciativas comunitarias y en ayuntamientos que buscan promover y defender el matrimonio. Los investigadores también han prestado atención al matrimonio, tras lo que Whitehead y Popenoe han calificado de «varias décadas de negligencia acerca del tema».

El casado mejora
Whitehead y Popenoe sostienen que el matrimonio tiene un impacto en el estilo de vida de los hombres incluso mayor que en el de las mujeres. Los estudios muestran que los hombres casados «trabajan mejor y les va mejor económicamente que a los hombres que no están casados». Además, es más probable que abusen menos del alcohol y las drogas, y es más probable que se impliquen en los acontecimientos religiosos y comunitarios.

Un factor clave en estos cambios son los cuidados emocionales y físicos que las esposas proporcionan a sus maridos. Sin embargo, esto no es sólo cuestión de compartir hogar con una pareja femenina. Los hombres casados, de hecho, mejoran en un cierto número de indicadores sociales más que los hombres que cohabitan. Esto es debido a la naturaleza del matrimonio mismo, sostiene el informe. Se espera de ellos que voluntariamente donen su tiempo y su dinero a sus esposas e hijos y también, en menor grado, a los parientes que puedan necesitar su ayuda».

E, incluso si menos que en el pasado, el matrimonio todavía se espera que dure por mucho tiempo, llevando a los hombres a tener una visión a largo plazo, en lugar de vivir el día a día mirando a la gratificación inmediata. El matrimonio también fija límites al comportamiento de los hombres, exigiendo a los hombres que sean fieles. «Las normas maritales de la masculinidad exigen responsabilidad, sacrificio y compromiso más que búsqueda de sensaciones, toma de riesgos y libertad sin trabas».

Sin presión
Los datos de la encuesta llevada a cabo para el informe han mostrado que el 63% de los hombres casados vivían con sus dos padres a la edad de 15 años, en comparación con el 55% de los hombres no casados. Tener padres que asisten con regularidad a servicios religiosos, y un padre que se ha implicado en sus vidas, también eran factores más comunes entre los varones jóvenes casados. Los hombres jóvenes casados son también más religiosos, con cerca de la mitad que afirma que van a servicios religiosos varias veces al mes, comparado con menos de un cuarto de los no casados.

La amplia mayoría, un 85%, de los hombres casados niegan que se hayan casado por presiones de sus futuras esposas. «La mayoría de los hombres jóvenes casados ven su decisión de casarse como una elección y un compromiso que hacen libremente y por sus propias razones», afirmaba el informe. Otro importante factor es encontrar a una mujer que piensen que será una buena madre, el 75% de los hombres declaraba que había sido un factor a la hora de escoger esposa.

Y casi todos, el 94%, de los hombres casados afirman que son más felices casados que cuando eran solteros. Con el 70% de los hombres casados viviendo en hogares con hijos, tienden más a declarar que «ver a sus hijos crecer es la alegría más grande de la vida». También es más probable que deseen tener más de un hijo.

Sin embargo, el estudio demostraba que, en comparación con anteriores generaciones, no se tiende tanto a mirar el matrimonio conectado directamente con «construir una familia». La mayoría de los encuestados, incluyendo a los casados, declaraban que los hijos no son una razón importante para casarse. «Así, aunque el matrimonio sigue siendo un importante evento transicional en las vidas de los hombres, cada vez está más desconectado de las nociones tradicionales de masculinidad adulta o aspiraciones a la paternidad», concluye el informe.

Por qué el retraso
A pesar de las ventajas del matrimonio, hay una tendencia general a retrasar la decisión hasta una edad mayor, observa el informe. En Estados Unidos, en 1970, la media de edad del primer matrimonio para los hombres era de 23 años; hoy está cerca de los 27. Y para los hombres con estudios superiores, la media de edad del primer matrimonio puede ser uno o dos años más.

Whitehead y Popenoe observan que los investigadores suelen citar dos causas de esta tendencia: más tiempo dedicado a la educación superior y dificultades para encontrar un empleo seguro. También apuntan a factores adicionales como una transición más tardía a la edad adulta, con menores presiones sociales y familiares para casarse jóvenes como parte del proceso de volverse independientes.

Asimismo, los varones jóvenes de hoy hacen frente a una menor presión para casarse si se convierten en padres de un hijo siendo solteros.

Unido a esto está el hecho de los hombres jóvenes de hoy viven en una «cultura de solteros» que les permite explotar algunos de los beneficios sexuales y domésticos del matrimonio, sin hacer un compromiso a largo plazo.

De hecho, la encuesta llevada a cabo por el National Marriage Project mostraba que el 22% declaraba que el matrimonio no era para ellos. Es más probable que este grupo desconfíe de las mujeres, se preocupe por el riesgo de divorcio, y también es más probable que no les gusten los hijos, y estén preocupados sobre el hecho de perder su libertad personal.

Otro factor que les permite a los hombres retrasar el matrimonio es que, a diferencia de las mujeres, ellos «no están preocupados por el tictac del reloj biológico» lo que les podría proporcionar el ser padres a mayor edad.

Además, la encuesta mostraba que la gran mayoría de varones jóvenes está buscando un «alma gemela que satisfaga sus deseos emocionales, sexuales y espirituales y que comparta las responsabilidades de ganarse el pan». La búsqueda de este compañero ideal juega su papel en el retraso del matrimonio.

Aunque observa que hay muchos factores que llevan a retrasar el matrimonio, el informe concluye que el ester
eotipo de los medios de que los hombres son alérgicos al compromiso no refleja exactamente la realidad. «La mayoría de los varones jóvenes», insiste el informe «todavía son ‘de los que se casan’».

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ZENIT Staff

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