Los jóvenes ucranianos transforman a Juan Pablo II

El Papa les deja los diez mandamientos como brújula existencial

Share this Entry

LVOV, 26 junio 2001 (ZENIT.org).- Al final de su cuarto día de peregrinación en Ucrania, los jóvenes han vuelto a transformar al Papa Wojtyla.

Juan Pablo II, a pesar del cansancio acumulado en estos días, al ver los miles de rostros de chicos y chicas, que desafiaron a la persistente lluvia, bromeó y hasta llegó a improvisar canciones de su juventud.

A estos jóvenes ucranianos, la mayoría de rito oriental, como los cantos y la liturgia de la palabra que enmarcaron el encuentro, que afrontan la difícil transición del totalitarismo comunista a la democracia, el pontífice les dejó un regalo particular: los diez mandamientos, vividos por amor, como brújula para su existencia.

La explanada de Sykhiv, frente a la Iglesia de la Natividad de la Madre de María, en Lvov, bastión del martirio de los católicos en tiempos del régimen comunista, revivió de este modo el ambiente que caracteriza las jornadas mundiales de la juventud.

«¡Jóvenes de Ucrania –les dijo el Papa–, Cristo os pide ir contra corriente! Os pide que seáis defensores de su ley, y que la traduzcáis en comprotamientos coherentes en la vida de todos los días. Esta ley antigua y siempre actual encuentra en el Evangelio su perfecto cumplimiento»

«Es el amor que vivifica la existencia y es el amor verdadero, libre y profundia, el que conduce a la observancia fiel de los diez mandamientos. Con esta ley divina, firme en el corazón, no tengáis miedo: os realizaréis en plenitud a vosotros mismos y contribuiréis en la edificación de un mundo más solidario y más justo».

Ante la inclemencia del tiempo, los colaboradores del pontífice le hicieron señas en varias ocasiones para que terminara cuanto antes. El Santo Padre, sin embargo, no les hizo caso, y se puso a improvisar en polaco alusiones llenas de humor.

«Queridos jóvenes –concluyó–, vuestro pueblo está viviendo la difícil y compleja transición del régimen totalitario que la oprimió durante muchos años a una sociedad finalmente libre y democrática. La libertad, sin embargo, exige conciencias fuertes, responsables, maduras. ¡La libertad es exigente y, en cierto sentido, cuesta más que la esclavitud!».

«Por eso –concluyó–, abrazándoos como un padre, os digo: escoged la senda estrecha que el Señor os indica a través de sus mandamientos».

Share this Entry

ZENIT Staff

Apoye a ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación