Los mapuche chilenos reivindican la autodeterminación

El caso llega al diario vaticano »L’Osservatore Romano»

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Ayer se inició en Temuco, a ochocientos kilómetros al sur de Santiago de Chile, la reunión de la organización amerindia “Consejo de Todas las Tierras”, organismo fundado en 1990 que engloba a las mayores comunidades de mapuches.

El encuentro –del que informa hoy el diario vaticano L’Osservatore Romano– en el que participan más de quinientos dirigentes mapuche, sigue a nuevos episodios de violencia y tensiones sociales en la región de la Araucanía, donde la población amerindia vive en extrema pobreza.

La reunión de Temuco, a la que fue invitado incluso el presidente chileno Sebastián Piñera, que decidió no asistir, fue convocada tras una serie de atentados incendiarios a latifundistas de la región, en un contexto de tensión persistente entre la población local y las empresas agrícolas y forestales, que explotan el territorio.

Los mapuche –que son la población autóctona más numerosa en Chile- protestan para lograr la restitución de las tierras consideradas de su propiedad, reivindican el reconocimiento del derecho a la autodeterminación, que les correspondería –informa el diario vaticano citando a los mapuche- en calidad de pueblo, como prevé la Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, adoptada por la Asamblea General de Naciones Unidas, en septiembre de 2007.

El incidente más grave se verificó el 4 de enero pasado en Vilcún (ver ZENIT: http://www.zenit.org/article-44100?l=spanish y http://www.zenit.org/article-44143?l=spanish). Allí murió brutalmente en el incendio de su casa, mientras dormía, un matrimonio de propietarios de tierras en territorio mapuche.

La Conferencia Episcopal de Chile, que tiene una pastoral específicamente dirigida al pueblo mapuche, afirma en un importante documento elaborado hace unos años sobre la realidad de la población autóctona, que “algunos piensan que no le queda otro destino que simplemente desaparecer como pueblo”.

“Creen ver en los encuentros históricos de pueblos de diferentes culturas un inevitable triunfo y dominio del más fuerte. El problema, sin embargo persiste, sin que pueda ser atribuido a un grupo minoritario de dirigentes conflictivos. Es imposible que los chilenos, descendientes de este pueblo originario, no comprendamos que la persistencia de siglos continuados de presencia de la etnia mapuche a través de continuos esfuerzos por sobrevivir como tal, ni signifique algo que nos desafía. Esta voluntad de ser de nuestro pueblo originario, hay que comprenderla como la fidelidad a una cultura propia que no puede desaparecer. Resulta fundamental averiguar cuál es esta identidad cultural que enriquece el patrimonio cultural de Chile y de América”, afirma el documento.

“Si bien muchos de los prejuicios que dañan en la convivencia surgen por el desconocimiento formal de la cultura indígena, es claro que esos prejuicios y la insensibilidad en gran parte son producto del modelo colonial en el que se ha formado nuestra sociedad nacional. Toda dominación cultural implica que el pueblo dominante se sienta superior y el dominado inferior y disminuido en su anhelo y derecho de realizarse según su propia cultura”, dicen los obispos.

Sobre la identidad mapuche, el documento subraya aspectos como que “pertenecer a una familia y a una comunidad mapuche significa compartir una manera de comprender el mundo, es decir, tener una cosmovisión propia y formar parte de una gran familia de familias. Esta comunidad de familias, que en su lengua se llama Lof, se extiende por un territorio, el mapu, reconocido como propio. Cada comunidad se relaciona con otras comunidades y un cierto número de ellas llega a formar una comunidad mayor designada como Rewe. Esta cosmovisión y esta territorialidad, son las bases desde la cual el pueblo mapuche se comprende a sí mismo y se explica la realidad. Podemos preguntarnos de donde brota toda esta comprensión propia de la realidad y la conciencia que tienen los mapuche de ser un pueblo diferente, con un territorio propio, con una tradición religiosa milenaria y con el derecho a seguir desarrollando su propia cultura”.

Sobre religión y tradiciones, explica que “el pueblo mapuche tiene una clara conciencia y una fe profunda en que existe como pueblo porque el Ser Supremo, o dicho en su lengua, ‘Ngünechen’, lo dispuso así. Fue Él quien lo dejó en esta tierra, su querida Mapu. Aun cuando al interior del pueblo mapuche existe una gran diversidad de formas de expresarlo, es claro que en su cosmovisión tradicional existe una fuerte unidad entre religión e identidad cultural. Esta unidad afianza la conciencia del valor de sus tradiciones, permitiéndole trasmitir con esperanza su historia, su sabiduría y su proyecto de vida, a las nuevas generaciones. La fuerza de sus tradiciones y esta base religiosa, se hacen visibles especialmente cuando las comunidades se reúnen a celebrar su ritos ancestrales”.

El documento se extiende en explicar también ritos y celebraciones, la medicina tradicional, la lengua y la educación intercultural en una sociedad compleja y plural.

“La sociedad mapuche actual contiene en sí una gran diversidad. El censo de 1992 dejó en evidencia varios puntos importantes: primero, que los mapuche no se restringen al mundo rural. La mayor parte de su población se encuentra en los centros urbanos del país. Otro elemento es que su población supera con mucho el millón de habitantes. Cifra nada despreciable a la hora de las elecciones o de asignar recursos. Muy grave es que las estadísticas evidencian que la gran mayoría de los mapuche se encuentra en situación de pobreza y de extrema pobreza, especialmente en los sectores rurales”, subraya el documento.

“Y ésta sola ya es razón suficiente para que, como cristianos, tomemos en serio este desafío –concluye el documento episcopal–. A pesar de las múltiples iniciativas del Estado y de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG), se observa que no basta la mera transferencia de tecnologías o el desarrollo en base a licitación de proyectos. Mientras el énfasis se ponga solo en el aspecto económico, inevitablemente fracasará. En cuanto a la religión, si bien una gran mayoría de los mapuche se reconoce en las estadísticas como cristiano, también es claro que la tradición religiosa mapuche está viva y se renueva como un factor de recuperación de su identidad”.

Fuente: ttp://www.iglesia.cl/areas_pastorales/social/indigena_documentos.php

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Nieves San Martín

Ciudad Real, España. Diplomada en Estudios Avanzados (Universidad de Almería); máster en Sistemas y Tecnologías de la Comunicación en las Organizaciones (Universidad de Ferrara, Italia, 2006); licenciada en Ciencias de la Información, rama periodismo (Universidad Complutense de Madrid, España, 1982); licenciada en Ciencias de la Educación, mención Física y Matemática (Universidad Católica Andrés Bello de Caracas, Venezuela, 1971) 2º premio Inserso 1985 por el conjunto de artículos publicados en el diario YA bajo el título "Urge quitar barreras a los minusválidos"; Medalla y diploma de Cruz Roja de Madrid 1986 por "la extraordinaria colaboración prestada a la organización de los actos de la Semana de la Cruz Roja en Madrid"; Accesit de UNICEF 1989 por el artículo "La convención sobre los derechos del niño prohíbe ejecutar a menores de 18 años", publicado el 8 de septiembre de 1989, en el diario YA; Diploma por la colaboración prestada, y nombramiento de "socia protectora" de la Asociación Madrileña de Ayuda al Minusválido (Madrid, 1984). Trabajó en Roma como traductora para el Vatican Information Service (1997). Consejera técnica de la ministra de Asuntos Sociales Matilde Fernández, en el Gobierno de Felipe González, y redactora jefe del Gabinete de Comunicación de la Ministra, 1991-1993. Redactora de temas sociales y luego jefa de la Sección de Asuntos Sociales y Religión, en el diario YA de Madrid, entre 1982-1990 y 1993-1996. Redactora y coordinadora de la Sección de América Latina de la revista Vida Nueva, 1982-1983 y colaboradora y coordinadora de la sección de América Latina en la misma publicación, 1983-1987. Redactora de temas políticos y sociales de la revista Crítica, 1977-1982. Entre 1971 y 1976, profesora de Física y Matemática en Enseñanza Media, en las ciudades venezolanas de Caracas, Valencia, y Mérida. Publicaciones: Matilde Huici, la tercera mujer, Narcea SA de Ediciones, Madrid 2009; Victoria Díez, una vida entre dos fuegos, editorial Sekotia, Madrid 2011.

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