Los medios necesitan reglas «claras» para asegurar la libertad, dice el Papa

Condición necesaria para que sean un «servicio público»

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CIUDAD DEL VATICANO, 10 noviembre 2002 (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha pedido que los medios de comunicación adopten reglas «claras y justas» de comportamiento para garantizar el pluralismo y la libertad, condición indispensable para que no sean instrumentos de los más fuertes.

El Papa lanzó su llamamiento este sábado al clausurar el congreso «Parábolas Mediáticas – Hacer cultura en tiempos de comunicación», organizado por la Conferencia Episcopal Italiana, el acontecimiento más grande organizado por la Iglesia en ese país durante el año 2002.

«Quienes trabajan en los medios de comunicación y hacen cultura, creyentes o no creyentes, tienen que tener una clara conciencia de las propias responsabilidades, sobre todo ante los más indefensos, que con frecuencia son expuestos, sin ninguna defensa, a programas llenos de violencia y visiones distorsionadas del hombre, de la familia y de la vida», afirmó el obispo de Roma.

«En particular –aclaró–, las autoridades públicas y a las asociaciones para la defensa de los espectadores están llamadas a trabajar, según sus competencias y responsabilidades, para que los medios de comunicación mantengan su finalidad de servicio a las personas y a las sociedades»

«La ausencia de control y de vigilancia no es garantía de libertad, como muchos quieren hacer creer –advirtió el Santo Padre–, acaba más bien favoreciendo el uso indiscriminado de instrumentos potentísimos que, si son mal utilizados, producen efectos devastadores en las conciencias de las personas y de la vida».

«En un sistema de comunicaciones cada vez más complejo y de irradiación planetaria hacen falta reglas claras y justas que garanticen el pluralismo, la libertad, la participación y el respeto de los usuarios», constató.

Dirigiéndose a las más de 10 mil personas reunidas en la Sala de las Audiencias Generales del Vaticano, en buena parte profesionales de la comunicación, el Papa reconoció que la Iglesia «ve con confianza y expectativa» su labor.

«Como protagonistas de los cambios en curso en estos ámbitos en un horizonte de globalidad creciente –exhortó–, estáis llamados a leer e interpretar el tiempo presente y a encontrar los caminos para comunicar el Evangelio según los lenguajes y la sensibilidad del hombre contemporáneo».

«Pero, ¿qué cultura puede generar una comunicación que no ponga en el centro la dignidad de la persona, la capacidad para ayudar y afrontar los grandes interrogantes de la vida humana, el compromiso de servir con honestidad el bien común, la atención a los problemas de la convivencia en la justicia y la paz?», preguntó.

«En este campo hacen falta obreros que, con el genio de la fe, sepan ser intérpretes de las actuales instancias culturales –respondió–, comprometiéndose a vivir en esta época de la comunicación no como un momento de alienación o extravío, sino como momento precioso para la búsqueda de la verdad y para el desarrollo de la comunión entre las personas y los pueblos»

A pesar de que este objetivo es sumamente elevado, Juan Pablo II invitó a los cristianos a no desalentarse. Consideró que es el gran desafío al que están llamados en particular los fieles laicos. Lo podrán lograr, concluyó, si tienen como motor de su vida a «Jesús de Nazaret, el Verbo encarnado, que ha realizado la comunicación más importante de la historia de la humanidad».

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ZENIT Staff

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