Los movimientos, ayuda eficaz para los sacerdotes; afirma el Papa

Mensaje sobre la presencia de presbíteros en nuevas comunidades

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CIUDAD DEL VATICANO, 27 junio 2001 (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha subrayado con claridad que los nuevos movimientos eclesiales pueden ofrecer una ayuda «eficaz» a los sacerdotes que se sienten atraídos por su carisma.

La «eficacia positiva» de los nuevas comunidades para la vida de los presbíteros, aclara el pontífice, «se manifiesta cuando éstos encuentran en los movimientos «la luz y el calor» que les ayudan a madurar en una fervorosa vida cristiana y, en particular, en un auténtico sentido eclesial («sensus Ecclesiae»), que les lleva a una fidelidad más firme a los legítimos pastores, y a una atención a la disciplina eclesiástica»

Esta constatación forma parte del mensaje que Juan Pablo II ha enviado al cardenal James Francis Stafford, presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, con motivo del Congreso Teológico Pastoral organizado en Castelgandolfo entre el 26 y el 29 de junio sobre el tema «Los movimientos eclesiales para la nueva evangelización».

El encuentro, organizado por el Movimiento sacerdotal de los Focolares, reúne a cardenales y obispos de la Iglesia católica así como a fundadores y representantes de estas nuevas realidades eclesiales, surgidas particularmente tras el Concilio Vaticano II, entre las que se encuentran Comunión y Liberación, la Comunidad de San Egidio, la Renovación carismática, el Camino Neocatecumenal, Regnum Christi, la Obra de Schönstatt, Cursillos de Cristiandad, los Focolares, etc.

El Papa explica en el mensaje publicado este miércoles por la Sala de Prensa de la Santa Sede que los movimientos no son sólo de ayuda para el sacerdote, sino también para los seminaristas «particularmente para quienes ya provienen de realidades asociativas específicas, dejando firme el respeto debido a la disciplina establecida por la Iglesia para los seminarios».

Ahora bien, la participación de los seminaristas, diáconos o sacerdotes en los movimientos, según explica el obispo de Roma, no puede convertirse en «una cerrazón presuntuosa y restringida». Por el contrario, «debe abrir su espíritu a la acogida, al respeto, a la valoración de otras formas de participación de los fieles en la familia eclesial, llevándoles a ser cada vez más hombres de comunión, «pastores del conjunto»».

«Con estas premisas», explica el Papa, la participación de los sacerdotes en los nuevos movimientos y comunidades puede convertirse en «una posibilidad de enriquecimiento espiritual y pastoral». En contacto con esas realidades, pueden «aprender a vivir mejor la manera en que conviven en la Iglesia los dones sacramentales, jerárquicos y carismáticos, según la multiformidad de ministerios, estados de vida, y tareas que la edifican».

El pontífice al concluir explica que esto no debe llevar a una «clericalización» de los movimientos, o a una «laicización» de los sacerdotes. «El sacerdote debe participar en un movimiento, independientemente de las funciones y tareas que en él está llamado a asumir, como una presencia singular de Cristo, Jefe y Pastor, ministro de la Palabra de Dios y de los Sacramentos, educador en la fe, a través de la unión con el ministerio jerárquico».

El Papa termina explicando que de estas condiciones «dependerá en buena parte el crecimiento de los movimientos en esa «madurez eclesial»» que él mismo impulsó en el encuentro de Pentecostés de 1998, cuando reunió e la plaza de San Pedro del Vaticano a cientos de miles de miembros de estas comunidades.

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ZENIT Staff

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