Los niños de la calle, nuevo fenómeno en Moscú

Fáciles víctimas la delincuencia y prostitución

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MOSCU, 6 febrero 2002 (ZENIT.org).- Como en todas las sociedades postcomunistas, también en Rusia existe el grave problema de los niños de la calle. Sólo en Moscú hay entre 30 y 50.000 pequeños que duermen en cualquier parte, a menudo en los pasillos del metro y sobreviven como pueden lavando coches, transportando cajas en el mercado y recogiendo basura. Más de la mitad tienen menos de 13 años.

Los datos son de un estudio publicado por la oficina moscovita de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), agencia de la ONU. Han sido interrogados más de 1.500 niños y en la investigación han participado cerca de cien expertos bajo la dirección de Pauline Barret-Read, directora de la oficina.

Hay un primer grupo, el más numeroso, formado por chavales de no más de 14 años, que hacen trabajo sumergido «de tipo no criminal» (cargadores de los supermercados).

Un segundo grupo, del 10 al 30%, también de menores de 14 años, se dedica a actividades ilegales (distribuidores y «correos» de droga, robos, y chantaje).

Y, por último, hay un grupo de chicos entre los 12 y 18 años implicados en el ambiente de la prostitución y filmes pornográficos, entre el 20 y el 30% de los niños de la calle. Sólo en Moscú, entre 6 y 15.000 menores son víctimas de explotación sexual.

Pero incluso la suerte de los menores que hacen trabajos «legales» es muy dura. Los autores del estudio han recogido testimonios impresionantes: son historias de hambre, de golpes, de humillaciones.

En un día, los que tienen más suerte logran ganar entre 100 y 120 rublos, es decir entre 3 y 4 dólares y medio. Y todavía peor es la suerte de los chavales que caen en las garras de bandas criminales.

Rusia no ha ratificado todavía la convención de la ONU que prohibe el trabajo infantil pero está en la agenda de la Duma. Esto creará la base para la aprobación de leyes adecuadas y para la puesta en marcha de programas de asistencia.

El primer proyecto regional está realizándose en San Petersburgo, en el marco del programa internacional de lucha contra el trabajo infantil patrocinado por la ONU.

El Ayuntamiento de Moscú prácticamente no cuenta con capacidad y medios para afrontar este fenómeno. Los católicos y protestantes han comenzado a crear instituciones de ayuda para estos muchachos, pero son pocos y mirados con sospecha por las autoridades.

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ZENIT Staff

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