Los niños y los medios de comunicación social: un reto educativo para todos

Mensaje de la Comisión de Medios de Comunicación Social de la Conferencia Episcopal Española

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MADRID, sábado, 19 mayo 2007 (ZENIT.org).- Publicamos el mensaje de la Comisión de Medios de Comunicación Social de la Conferencia Episcopal Española con motivo de la Jornada Mundial de las Comunicaciones que se celebra este domingo con el tema escogido por Benedicto XVI: «Los niños y los medios de comunicación social: un reto educativo para todos».

RELEYENDO EL MENSAJE DE BENEDICTO XVI
PARA LA JORNADA MUNDIAL DE LAS COMUNICACIONES

1. El Papa Benedicto XVI ha querido dedicar la 41ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales que se celebra el 20 de mayo de 2007, festividad de la Ascensión del Señor, a reflexionar sobre dos aspectos muy concretos y preocupantes que tienen una especial vigencia en nuestro país: por un lado, la formación de los niños por parte de los medios de comunicación; y, por otro, la formación de los más pequeños para responder adecuadamente a estos medios.

¿Qué modelo de educación solicita el Santo Padre? Se puede resumir en la siguiente frase: “Una educación positiva y en libertad, pero a la vez crítica y responsable”. En otras palabras: se debe educar en el camino de la belleza, de la verdad y de la bondad. Esto comporta en estos momentos promover, especialmente en los medios de comunicación, la dignidad fundamental del ser humano, el verdadero valor del matrimonio y de la familia, así como los mejores logros y metas de la humanidad. Por lo mismo, se ha de rechazar como dañino todo aquello que exalta la violencia, o comportamientos antisociales. O que trivializan la sexualidad.

LAS «NUEVAS PANTALLAS»
2. Se trata de cuestiones de especial responsabilidad para la Iglesia en el nuevo contexto social y cultural en el que vivimos, donde las nuevas tecnologías han otorgado a los medios un papel decisivo en la conformación de las conciencias y de la entera sociedad; lo que afecta de forma importante a instancias que, por derecho primario y natural –sobre todo la familia- tienen la misión educativa con respecto a las nuevas generaciones.

De todos es conocido que se ha producido en nuestros hogares un aumento de la presencia de medios de comunicación, sobre todo de las llamadas “nuevas pantallas” (televisor, Internet, videojuegos, teléfonos móviles, etc.), a los cuales los más jóvenes se adaptan con gran facilidad y les dedican un tiempo creciente, en detrimento en ocasiones de la necesaria convivencia familiar, de las sanas relaciones personales y de la dedicación al estudio.

Por otra parte, las modernas tecnologías están propiciando la aparición de un nuevo ecosistema comunicativo en el que de la pasividad de espectadores se está pasando a la aparición de usuarios cada vez más interactivos hacia los teclados o mandos de las “nuevas pantallas”. La praxis informática del “cortar y pegar” no es sino el paradigma de un nuevo modo de conocer, en el que con frecuencia todo se muestra fragmentado e inconexo, lo que acrecienta el relativismo que hace sospechosa toda posesión de certezas.

Además de todo esto, en los nuevos medios se han difuminado grandemente los límites entre la realidad y la ficción, lo real y lo virtual, con las consecuencias, no siempre positivas, que ello puede acarrear no sólo en el ámbito del conocimiento, sino también en el afectivo y emocional, tan importante para el ser humano en su etapa de crecimiento.

Los niños y jóvenes son, en definitiva, los más afectados por esta verdadera revolución de las comunicaciones que no es sólo tecnológica sino, sobre todo, cultural, al producir en ellos cambios de valores y de comportamiento que pueden condicionar de forma importante su educación, también la que se refiere a la fe cristiana.

PROTAGONISMO A LOS MÁS PEQUEÑOS
3. Por otro lado, el cada vez más importante sector mediático de las “nuevas pantallas” está siendo además favorecido en su expansión por un creciente interés económico ante los beneficios que genera. A ello se une la falta de una completa regulación de las administraciones públicas, especialmente en lo que se refiere a los videojuegos, lo que hace muy vulnerable estos medios a la transmisión de contenidos inadecuadados, cuando no dañinos, para los más pequeños. Algo similar ocurre en el terreno televisivo con la falta de cumplimiento en la parrilla de programación de las normas y acuerdos adoptados sobre emisiones inadecuadas en horas de visionado infantil. A todo esto habrá que poner el remedio que exige una responsable y madura sociedad civil y los ciudadanos han de reclamar, individual o asociadamente.

Los derechos a la libertad de expresión y de mercado, que pudieran invocarse para justificar estas prácticas, han de tener en cuenta que sólo son válidos si se armonizan con otros derechos fundamentales. Así lo expresó el Papa Juan Pablo II al afirmar que “no se puede escribir o emitir sólo en función del índice de audiencia, a despecho de servicios verdaderamente formativos… No hay libertad, incluida la libertad de expresión, que sea absoluta: ésta está limitada por el deber de respetar la dignidad y la libertad legítima de los demás” (Discurso con motivo del Jubileo de los periodistas. Roma, 4.06.2000).

4. Todos estos datos y reflexiones no pueden llevarnos a una consideración negativa de los medios, de la que hemos de huir -“la educación para los medios debería ser positiva”, nos recuerda Benedicto XVI en su mensaje-, pero sí a ser conscientes de las repercusiones éticas y educativas que conlleva la relación de los niños con las nuevas tecnologías de la comunicación y a las que la Iglesia está llamada, en la medida de sus posibilidades, a dar respuesta desde su sabiduría moral, ayudando a los padres y educadores, muchas veces perplejos e indefensos ante estos nuevos retos.

RESPONSABILIDAD COMPARTIDA
5. Todas las personas e instituciones implicadas en la relación de los más pequeños con el mundo de la comunicación tenemos una responsabilidad compartida, a fin de que estos se beneficien de las posibilidades educativas, culturales y de sano entretenimiento que ofrecen los nuevos medios y se eviten, al mismo tiempo, de forma eficaz los peligros e inconvenientes que puedan existir.

En este sentido, ofrecemos a las autoridades públicas nuestra colaboración a la hora de afrontar una adecuada regulación que, salvaguardando la justa libertad de expresión, indispensable en un Estado democrático y de derecho, redunde en beneficio de los más pequeños, cuyo efectivo derecho a la información exige -por la indefensión propia de su corta edad- la tutela de las leyes y de los padres, tal y como reconoce nuestra Constitución (Art. 20, 4). Estas exigencias son tanto más necesarias en Internet, cuanto en la red nos encontramos ante contenidos perjudiciales e ilícitos que, amparándose en su estructura y en su anonimato, los hace de fácil acceso para los menores y de muy difícil regulación y sanción para los Estados, lo que causa una indefensión a la que es necesario dar adecuada respuesta desde la vertiente tecnológica, jurídica, y, sobre todo, educativa.

6. A los comunicadores, creativos, productores, programadores y empresarios de la industria de los medios, les reiteramos el llamamiento del Papa Benedicto XVI para que, además de optar en sus contenidos o producciones por la excelencia y belleza de una verdadera calidad ética y estética, se inclinen de forma decidida “a salvaguardar el bien común, a preservar la verdad, a proteger la dignidad humana individual y a promover el respeto por las necesidades de la familia”.

En este empeño siempre contarán con la colaboración y apoyo de la Iglesia, y por ello mismo animamos a los comunicadores cristianos a seguir contribuyendo en sus lugares de trabajo a una comunicación verdaderamente humana, favorecedora de los valores trascendentes de la persona, que nacen de su inviolable dignidad. Especialmente necesaria y urgent
e es hoy en día su contribución a la creación para el público infantil y juvenil de interesantes contenidos de inspiración cristiana en los nuevos medios, sobre todo aquellas producciones que, explícitamente religiosas, tienen una clara finalidad catequética.

7. A los maestros y educadores, por su parte, rogamos un especial empeño, en coherencia con la entrega vocacional que les caracteriza, para seguir integrando en las enseñanzas que imparten a sus alumnos no sólo el recurso a los nuevos medios con una finalidad pedagógica, sino, sobre todo, formar a las nuevas generaciones para que puedan interactuar en ellos de una manera crítica y responsable, iniciándolos en el aprecio por la búsqueda de la verdad y de la belleza. Nos dice el Papa que, “cuando se pone a los niños delante de lo que es estética y moralmente excelente se les ayuda a desarrollar la apreciación, la prudencia y la capacidad de discernimiento” (n.2).

8. Todos estos hábitos son hoy especialmente necesarios no sólo para la vida personal, sino también para la convivencia y la participación ciudadana, la cual no puede llevarse a cabo en nuestra época sin los medios de comunicación, por lo que la educación mediática es también una verdadera formación para ser en la sociedad de hoy y del futuro ciudadanos activos, solidarios y responsables. Esta formación, con la que también han de estar comprometidas la escuela católica y las parroquias, representa, como dicen los obispos de la Unión Europea, “una contribución muy importante para el futuro desarrollo de la ciudadanía y de la democracia” (COMECE, Una llamada a educar en los medios de comunicación, n.4).

PROTAGONISMO EDUCATIVO DE LA FAMILIA
9. Pero es la familia, sobre todo los padres, los primeramente llamados a tomar en consideración su responsabilidad en este importante aspecto de la educación de sus hijos, que en nuestro tiempo pasa necesariamente por una mayor atención a la formación en el uso crítico y responsable de los medios. “Por el bien de sus hijos, y por el suyo, los padres deben aprender y poner en práctica su capacidad de discernimiento como telespectadores, oyentes y lectores, dando ejemplo en sus hogares de un uso prudente de los medios de comunicación. De acuerdo con la edad y las circunstancias, los niños y los jóvenes deberían ser introducidos en la formación respecto a los medios de comunicación, evitando el camino fácil de la pasividad carente de espíritu crítico, la presión de sus coetáneos y la explotación comercial” (PCCS. Ética en las comunicaciones sociales, n.25). En esta tarea, queridos padres, quiere ayudaros la Iglesia a través de vuestras parroquias, colegios y asociaciones, a las que pedimos un mayor compromiso en este ámbito educativo.

10. Para terminar, nada más apropiado que retener en nuestra memoria como síntesis de nuestro mensaje, lo que nos señala Benedicto XVI en la conclusión del suyo: “Sobre todo, la Iglesia desea compartir una visión de la dignidad humana que es el centro de toda auténtica comunicación. Al verlo con los ojos de Cristo, puedo dar al otro mucho más que cosas externas necesarias: puedo ofrecerle la mirada de amor que él necesita (Deus caritas est, 18)”.

El logro de estos objetivos es nuestro deseo y oración para esta Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, especialmente para los comunicadores, sobre los que invocamos la bendición del Buen Dios.
+ Juan del Río, Obispo de Asidonia-Jerez y Presidente
+ Antonio Montero, Arzobispo emérito de Mérida-Badajoz
+ José H. Gómez, Obispo de Lugo
+ Joan Carrera, Obispo auxiliar de Barcelona
+ Joan Piris, Obispo de Menorca
+ Raúl Berzosa, Obispo auxiliar de Oviedo

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ZENIT Staff

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