Los norteamericanos aprecian a Benedicto XVI, a pesar del rodillo informativo

Por Carl Anderson

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NEW HAVEN, Connecticut, domingo, 31 de mayo de 2009 (ZENIT.org).- Publicamos un artículo de Carl Anderson, caballero supremo de los Caballeros de Colón y escritor superventas del New York Times.

* * *

Acontecimiento tras acontecimiento, durante la visita de Benedicto XVI a los Estados Unidos en abril del año pasado, los norteamericanos mostraron una impaciencia y un entusiasmo por escuchar su mensaje evangélico que muchos no esperaban. Mostraron hambre por la verdad y por el liderazgo moral.

Y, a pesar de la tendencia de los medios a ser muy críticos en su cobertura de Benedicto XVI, pasado más de un año, por amplio margen, los norteamericanos en general, y especialmente los católicos norteamericanos, tienen una visión positiva del Papa y un fuerte deseo por escucharle sobre los temas más acuciantes de hoy.

Una encuesta llevada a cabo por los Caballeros de Colón y los maristas, el pasado marzo, obtenía el resultado de que los norteamericanos tienen una visión positiva de Benedicto XVI por un margen de 3 a 1 (59% a 20%). Entre los católicos, es visto de forma favorable por cerca de 7 a 1 (76% a 11%).

Con casi un 3 a 1 de margen (4 a 1 entre los católicos) es considerado como «bueno para la Iglesia».

Que Benedicto XVI siga siendo tan respetado por los norteamericanos, a pesar del rodillo de 24 horas de noticias con frecuencia hostiles hacia él y su mensaje, es una buena herencia de la capacidad del Papa de comunicar el Evangelio directamente a la gente. También se explica por el interés del pueblo norteamericano por el mensaje de esperanza y amor que Benedicto XVI predica al llamarnos a decir «sí» a Jesucristo.

Y el mensaje no se ha perdido en una gran parte del pueblo norteamericano, que quiere escuchar su voz sobre los temas más discutidos de hoy. Esto subraya un hambre silenciosa por la verdad del mensaje de la Iglesia, el mensaje anunciado por Benedicto XVI.

Mientras un estado tras otro redefine el matrimonio, los norteamericanos quieren escuchar la visión del Papa del matrimonio y de la familia en una proporción de 2 a 1 (57% a 22%). Entre los católicos es cerca de 5 a 1 (68% a 14%).

En un país en el que cada vez se liberalizan más las leyes que regulan el aborto y la investigación con células madre, un gran número de norteamericanos están impacientes por escuchar lo que Benedicto XVI tiene que decir sobre estos temas relacionados con la vida (un 50% contra un 29% y un 60% contra un 21% entre los católicos).

En otras palabras, a pesar de una cultural legal y mediática cada vez más tolerante con el «relativismo moral», los norteamericanos – por un gran margen – ven como algo valioso el compromiso de Benedicto XVI por la moral católica, y buscan el liderazgo católico en los temas de base.

Los norteamericanos también quieren oír lo que Benedicto XVI tiene que decir sobre hacer que Dios sea parte de nuestras vidas diarias, compartir nuestro tiempo y nuestro talento con quienes están en necesidad, la miopía de la avaricia, y la creación de una sociedad donde los valores espirituales jueguen un papel importante.

En medio de una grave depresión económica causada por una serie de males morales, los norteamericanos quieren la perspectiva de Benedicto XVI para construir una sociedad basada en valores – no en la avaricia.

Habiendo visto a donde lleva el relativismo a nivel económico, los norteamericanos están buscando una brújula moral fiel, y mirando al hombre que saben que tiene una.

En la esfera internacional, los norteamericanos ven al Papa como muy importante. El 74% de los norteamericanos – y el 84% de los norteamericanos católicos – describirían al Papa como «un importante líder religioso en el mundo». Y por más de 2 a 1 de margen tanto los norteamericanos como los católicos norteamericanos lo ven como «activo y visible».

En la víspera del viaje de Benedicto XVI a Oriente Medio, los norteamericanos – por un margen de 2 a 1 (46% a 23%) – creían que se mostraba sensible a los musulmanes y, por un margen similar (48% a 20%), afirmaban que también era sensible al pueblo judío. Entre los católicos la proporción era de 3 a 1 – cerca de un 60% creían que era sensible a las personas de ambas religiones, sólo discrepaba un 20%.

En estas actitudes se refleja algo muy profundo. A pesar de la cobertura ocasional que ha recibido el Santo Padre en su viaje a Tierra Santa, el hecho es que su voluntad de poner su vida en peligro, en dicha inestable y en ocasiones violenta región, para buscar una paz duradera ha mostrado su sensibilidad hacia ambos lados del conflicto de Oriente Medio.

Y, a pesar de las críticas ocasionales, no ha permitido que nada negativo le distrajera de lo que cree posible: una solución pacífica a la violencia endémica en Tierra Santa.

Quienes se han centrado sólo en algunos aspectos del viaje del Papa deberían detenerse a pensar esto y, además, deberían considerar que, mientras los últimos agravios forman parte de la memoria y no se pueden dejar a un lado, dicho agravios no deberían convertirse en barreras para una oportunidad verdadera de paz que ahora se puede alcanzar.

Y quienes dejan de lado a nuestro Pontífice – o a parte de su mensaje – deberían aprender de las actitudes que este viaje ha dado lugar y deberían darse cuenta de que el corazón humano está inquieto hasta que descanse en Dios. Esto es un hecho que no se queda sólo en los pensadores católicos desde Agustín hasta Benedicto XVI mismo, que ha hecho de llevar los corazones humanos hacia Dios una clave de su pontificado.

Es un compromiso inquebrantable por la verdad – y a través de su capacidad de oración el poder llevar a la gente a Jesucristo – lo que ha hecho de Benedicto XVI un faro de valentía moral cuyo mensaje respetan los norteamericanos y los habitantes del mundo y desean escuchar. Podríamos calificarlo de triunfo de la verdad sobre la televisión.

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ZENIT Staff

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