Los obispos a la Cumbre de Niza: No hay que olvidar a los más débiles

Documento de las conferencias episcopales de la UE sobre la unión monetaria

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BRUSELAS, 7 dic (ZENIT.org).- Al comenzar la Cumbre de Niza, en que la Unión Europea tiene que decidir su propio futuro, los obispos europeos han dejado escuchar su voz para recordar las decisivas implicaciones que tendrán estas decisiones.

Con este motivo, se distribuyó ayer en la capital Belga un documento, publicado por la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Comunidad Europea (COMECE), en el que se afronta el tema de la Unión Monetaria Europea (EMU) con el fin profundizar en las repercusiones que de ella se derivan para la coexistencia de los individuos y los pueblos dentro de la Unión Europea.

Las nuevas monedas y billetes del euro serán emitidos dentro de un año, representando un cambio radical en las vidas de cada día de los ciudadanos en la zona del euro. En este contexto, los obispos de la COMECE presentan a los líderes políticos y a los ciudadanos europeos una serie de principios éticos que se refieren a la unión monetaria.

En esta declaración, los obispos de la COMECE no entran en la cuestión de si los ciudadanos de los países de la UE que no se han unido en «eurolandia» deberían votar a favor o en contra de la moneda única. Los obispos aluden más bien a una serie de principios básicos.

«La Unión Monetaria Europea –afirman los obispos– establece una comunidad irreversible de solidaridad. Las monedas nacionales han sido absorbidas en el euro. Esto requiere que, en un futuro, actuemos con gran respeto en favor de objetivos acordados comúnmente. La unión monetaria ejerce presión para una ulterior integración».

Ahora bien, ante los titubeos y contradicciones que experimenta el proceso de integración europeo, los obispos consideran que «La introducción del euro es todavía un proceso teórico en las mentes de muchos ciudadanos. Este solamente cambiará una vez que se introduzcan los billetes y monedas euro en enero de 2002. Para algunos, sin embargo, el periodo de ajuste podría llevarles al temor de cometer errores o ser engañados».

Los obispos piden también un nuevo impulso para una Europa basada en la solidaridad. «El euro –afirman– está acelerando la necesaria reforma estructural de nuestras economías. Sin embargo, es importante no perder de vista el interés de los miembros más débiles de nuestra sociedad».

Además, advierten, «la unión monetaria no es un club exclusivo sino una comunidad preparada para incrementar el número de miembros».

Por último, refiriéndose al futuro, los obispos indican que «la política monetaria unificada de los países que participan en la unión monetaria tendrá seguramente un impacto en los ulteriores pasos hacia la unidad europea. Lo que empezó como un proyecto político a finales de los años ochenta no puede ser despolitizado. El euro solamente cumplirá plenamente su objetivo a largo plazo si se reconoce la dimensión política y se desarrolla su fuerza inherente».

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ZENIT Staff

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