Los obispos argentinos preocupados por proyectos que favorecen el aborto

Al concluir la asamblea plenaria este sábado

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BUENOS AIRES, 16 noviembre 2003 (ZENIT.org).- La asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina concluyó este sábado manifestando la preocupación por la existencia de «proyectos de ley que pretenden legalizar el horrendo crimen del aborto».

Por este motivo, en el comunicado final, los prelados subrayan la necesidad de promover «leyes que promuevan la vida», que es «el primero de los derechos humanos –inalienable e irrenunciable–» y defiendan su «santuario», que es la familia.

Estas reflexiones forman parte de un documento titulado «Familia, comunión de amor, tarea de todos», dado a conocer el sábado, después de seis días de reuniones en las que los prelados plantearon su preocupación por las «circunstancias críticas que atraviesa la familia y en la asistencia que procuramos ofrecerle».

Los obispos argentinos dejan en claro que «la familia se funda en el matrimonio, elevado también por Cristo a la dignidad de sacramento, constituido por la unión estable, perdurable, entre un varón y una mujer que comparten un proyecto común abierto a la comunicación de la vida. Por eso no se la puede equiparar a ningún otro tipo de unión».

«Por eso –afirman– quienes tienen responsabilidad de legislar deben procurar hacerlo en el ámbito de un análisis sereno, abierto a la verdad y respetuoso del bien común de la sociedad, conscientes además del valor educativo que tienen las leyes. Una ley justa ennoblece y promociona a la sociedad. Esto lo reiteramos preocupados por la existencia de proyectos de ley que pretenden legalizar el horrendo crimen del aborto».

«Consideramos inaceptables, y a veces totalitarias, las leyes que tienden a imponer planes de educación sexual en las escuelas sin tener en cuenta el derecho primario y natural de los padres a la educación de los hijos y sin referencia a los valores morales y religiosos», siguen afirmando los prelados.

Para la Conferencia Episcopal la familia es el «remedio por excelencia para superar los efectos nocivos del desamparo y del abandono, con trágicas consecuencias de violencia, delincuencia y adicciones, que sufren especialmente los jóvenes».

«Muchas veces –añade el episcopado– el desamparo y aún el abandono se deben a las condiciones de extrema pobreza e incluso de miseria que aquejan a tantos grupos familiares y a tantos ciudadanos en nuestra patria. Urge instaurar –lo decimos una vez más– una justicia demasiado largamente esperada y promover la cultura del trabajo, requisito necesario para un futuro más humano».

«Como pastores», los obispos reconocen «las deficiencias en la atención y acompañamiento de las familias, manifestadas por ejemplo en una predicación, una catequesis y una educación escolar insuficientes; en orientaciones morales a veces no plenamente concordes con la enseñanza de la Iglesia; en la ausencia de consideración de temas indispensables para la convivencia familiar, como la castidad conyugal –recta vivencia de la sexualidad– y el mutuo respeto debido entre sus miembros, especialmente con relación a la mujer».

«Nos duele también comprobar que algunas situaciones difíciles son tratadas sin suficiente espíritu de misericordia», confiesan los prelados.

Por ello se proponen «subsanar esas deficiencias con una pastoral orgánica que la revalorice, y en ello comprometer lo mejor de nuestros esfuerzos para atenderla y ayudarla siguiendo las orientaciones del documento «Navega mar adentro»».

Al final del mensaje, los obispos expresan su anhelo de que «en el amor manifestado en la cruz, las familias heridas por el dolor o por cualquier clase de rupturas puedan transfigurar sus situaciones y renovar la esperanza».

Agradecen asimismo «a tantas familias de nuestra patria por su testimonio silencioso de alegría y fidelidad al don de Dios, y las alentamos a no decaer en la tarea de hacer de cada hogar una escuela de comunión, solidaridad y santidad».

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ZENIT Staff

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