Los obispos de EEUU ofrecen 10 consejos para proteger a los niños

En el Mes para la Prevención del Abuso Infantil

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WASHINGTON, D.C., jueves 15 de abril de 2010 (ZENIT.org).- La Conferencia Episcopal de los Estados Unidos ofrece una serie de consejos para proteger a los jóvenes de los abusos, en un esfuerzo renovador de las diócesis del país para mantener los niños a salvo.

Este lunes, la conferencia de obispos publicó los diez puntos, que fueron desarrollados por la directora ejecutiva del Secretariado para Niños y Jóvenes, Teresa Kettelkamp.

A lo largo del mes de abril, que se ha designado Mes de la Prevención del Abuso Infantil, el personal de las diversas diócesis del país está renovando sus programas y sus esfuerzos para proteger a los jóvenes.

El episcopado destacó que éste ha sido un “esfuerzo clave” de la Iglesia desde la Carta del 2002 para la Protección de Niños y Jóvenes.

Basándose en los datos recopilados por la Iglesia tras enfrentar varios casos de abusos sexuales por el clero, Kettelkamp realizó una síntesis de diez consejos para proteger a los niños.

“El abuso sexual es sobre la víctima -dijo-. Muchas personas son afectadas cuando un sacerdote abusa de un menor, pero la persona más afectada es la víctima que ha sufrido una violación de la confianza que puede afectar toda su vida”.

Kettelkamp recordó a los fieles que “nadie tiene derecho a tener acceso a los niños”.

Y reiteró: “Nadie, no importa quien sea, tiene un derecho automático a estar con niños o jóvenes que están al cuidado de la Iglesia sin una selección adecuada y sin seguir las reglas”.

“El sentido común no es siempre tan común”, añadió.

Para la experta, “es ingenuo suponer que las personas conocen automáticamente las fronteras, por lo que las organizaciones y las familias tienen que ponerlas de manifiesto”.

Barreras de seguridad

La directora ejecutiva del secretariado aseguró que “el abuso sexual a menores puede ser prevenido”.

Animó a los miembros de la Iglesia a “construir barreras de seguridad en torno a los niños y los jóvenes para protegerles del daño”, a través de “guardianes protectores, códigos de conducta, evaluaciones de fondo, políticas y procedimientos y la habilitación de programas de seguridad”.

“Los efectos residuales de haber sufrido abusos pueden durar toda la vida”, dijo Kettelkamp.

Sin embargo, destacó, “a menudo alivia, del daño y el enfado, sentirse escuchado, que alguien tome en serio el sufrimiento y las preocupaciones, y que la víctima/superviviente reconozca un adecuado sentido de rabia e indignación”.

La lista de consejos alerta: “La experiencia demuestra que la mayoría de los abusos está en manos de alguien que se ha ganado la confianza de una víctima/superviviente y de su familia. La mayoría de los abusos también se producen en el entorno familiar”.

“La formación y la educación ayudan a los adultos a reconocer técnicas de arreglo que son precursoras del abuso”, señaló.

Kettelkamp explicó: “Algunos abusadores aíslan a una víctima potencial dándole una atención indebida o espléndidos regalos”.

“Otra técnica común de arreglo es permitir a los jóvenes participar en actividades que sus padres o tutores no aprobarían, como ver pornografía, beber alcohol, tomar drogas y un contacto excesivo, que incluye luchas y cosquillas”.

Finalmente recordó a sus lectores que “revisar los antecedentes en iglesias, escuelas y otras organizaciones mantiene a los depredadores lejos de los niños, tanto porque asusta a algunos depredadores como porque descubre acciones pasadas que deberían llevar a prohibir a un adulto trabajar o llevar a cabo un voluntariado con niños”.

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En la red:

Diez consejos para proteger a los niños: www.usccb.org/comm/archives/2010/10-066.shtml

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ZENIT Staff

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