Los obispos de México piden a los partidos políticos reconstruir la democracia

MÉXICO, jueves, 3 marzo 2005 (ZENIT.orgEl Observador).- Ante el proceso abierto entre los partidos mexicanos para renovar en el mes de marzo sus dirigencias para la designación de candidatos hacia las elecciones presidenciales del año 2006, los obispos han hecho un enérgico llamado a reconstruir la democracia en el país, comenzando por la recuperación de la confianza ciudadana en las instituciones políticas.

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En un comunicado firmado por el consejo permanente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), los prelados confirman que las mutuas descalificaciones y conflictos internos entre las corrientes de los partidos políticos están provocando miedo e incertidumbre entre los mexicanos, haciendo que la democracia pierda en las próximas elecciones.

Publicamos el documento completo que ha sido recibido por los católicos mexicanos como respuesta de la Iglesia ante el delicado momento político por el que atraviesa la nación azteca.

FORTALECER L A DEMOCRACIA
RECONSTRUYENDO LA CONFIANZA CIUDADANA

Próximamente algunos partidos políticos renovarán sus dirigencias y comenzarán a definir las bases de sus procesos internos para la designación de candidatos hacia las elecciones del año 2006.

Los Obispos de la Iglesia Católica en México queremos hacer oír nuestra voz como ciudadanos y como pastores, atentos a los acontecimientos que tendrán una indudable repercusión en la armonía y en el orden social de nuestro país.

Queremos manifestar nuestro interés, al margen de cualquier opción partidista, conscientes de la gran trascendencia del momento que vivimos, pero también de los desafíos que enfrentamos como sociedad.

Una vez más, los ciudadanos nos preparamos a participar en unas elecciones no definidas de antemano y en las cuales los partidos pueden contender con la confianza de que les es posible lograr el triunfo en las urnas. En este proceso, la acción de los partidos políticos es fundamental. En un régimen democrático los partidos son las instituciones cuya misión es escuchar las demandas de los ciudadanos, elaborar proyectos y proponerlos de manera que puedan implementarse desde las diversas instituciones que conforman el Estado.

Ciertamente los partidos políticos han conseguido avances significativos en cuanto a la democratización del país, pero lamentablemente en estos momentos las estadísticas y los sondeos de opinión en México demuestran que existe una crisis de credibilidad ante los partidos. La opinión pública los muestra envueltos en escándalos, enfrentamientos y descalificaciones mutuas y aun en profundas divisiones internas. Esta percepción puede convertirse en semilla de desilusión y de falta de interés en la vida política en general.

Amplios sectores de la sociedad ven con recelo las luchas entre los diferentes partidos, mientras quedan desatendidas las demandas elementales, como el abatimiento de la pobreza extrema, el mejoramiento de los niveles de educación y salud, el fortalecimiento de la seguridad pública, el combate al narcotráfico, la promoción de la justicia, la ética en el ejercicio de la función pública, la transparencia y rendición de cuentas, etc.

A nadie beneficia la discordia y la desunión, porque entonces los verdaderos problemas no se abordan y quienes los padecen quedan sumergidos en el desencanto propiciando actitudes agresivas, violentas y a veces con afán de venganza.

Es frustrante ver cómo, para algunos candidatos, el partido es sólo un trampolín y cómo hay grupos que caen en el pragmatismo de alcanzar el poder para su propio beneficio.

Una tentación de los partidos es absolutizar la visión y la estrategia propias impidiendo que en el diálogo razonable y respetuoso se enriquezcan las propuestas y se logren consensos para el bien de la Nación. En una sociedad pluralista ya no es admisible la imposición de un proyecto político en forma autoritaria. Hoy más que nunca es indispensable que en los partidos se cultive un espíritu de servicio y que la fidelidad a los principios e ideales se traduzca en una contribución positiva al progreso y a la solución de los problemas económicos y sociales.

Los mexicanos queremos partidos sólidos, capaces de responder a las demandas más sentidas de la sociedad. Estos son momentos para ganarse la confianza y el respeto de una sociedad que se siente agraviada, cuya paciencia se agota y que quiere ver a sus aspirantes a puestos de elección popular convencidos de que la política es el noble arte del servicio al bien de la comunidad social.

Por eso es urgente reconstruir la confianza de los ciudadanos a fin de que todos colaboremos en el fortalecimiento de nuestras instituciones y del estado de derecho. En particular, es de especial importancia que contemos con partidos generadores de procesos democráticos, que impidan la acumulación del poder en unos cuantos y ayuden a superar los cacicazgos que han causado tanto daño a nuestra nación y han debilitado nuestras instituciones.

Con todo respeto invitamos a todos los políticos, para que en los trabajos de renovación de dirigencias partidistas, tengan presente la esperanza del pueblo mexicano. Eviten procesos espúreos de los que surgirían candidatos no bien aceptados. Es necesario que las decisiones sean generadoras de confianza en la vía democrática y desaparezcan los múltiples rostros del autoritarismo que hemos padecido por decenios, con graves costos económicos y hasta de vidas humanas.

Quisiéramos recordar lo que escribimos en nuestra carta pastoral del año 2000: “Más que de un proyecto de Nación lo que nuestro país necesita es un proyecto al servicio de la Nación. Toda la sociedad y todos sus representantes debemos buscar un consenso sobre lo que tenemos que lograr, basados en la identidad y pluralidad que poseemos como sociedad, en la dignidad humana y en el bien común” (No. 269).

Las circunstancias actuales son para muchos motivo de miedo e incertidumbre. Nuestra fe en la Providencia Divina nos ayuda a superar el pesimismo sobre el futuro; ya que reconocemos la presencia de Dios en el camino de la humanidad, y especialmente, en los momentos más difíciles sabemos que Dios quiere y promueve el bien. Por eso, confiados, colaboremos con el esfuerzo inteligente y perseverante para alcanzar tiempos mejores.

Queremos proclamar nuestra convicción de que es posible construir entre todos un México que sea un país de mayor justicia, equidad y oportunidades. Que nadie, ni en lo personal ni en lo institucional, se sienta excluido para aportar lo mejor de sí mismo y forjemos una Patria que honre a sus antepasados, enfrente con creatividad y fortaleza su presente y se proyecte hacia el futuro.

A todos saludamos con sentimientos de fraternidad y de respeto, y les aseguramos nuestra oración para que el Señor Dios les conceda la sabiduría y la cordura que los tiempos están requiriendo.

Por el Consejo Permanente,
+ José Guadalupe Martín Rábago

Obispo de León
Presidente de la CEM

+ Carlos Aguiar Retes
Obispo de Texcoco
Secretario General de la CEM

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ZENIT Staff

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