Los obispos de Panamá advierten sobre la situación política del país

Saludan la defensa de la vida humana de Panamá ante la OEA

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

PANAMÁ, lunes 18 de julio de 2011 (ZENIT.org).- Tras su asamblea plenaria ordinaria, del 4 al 8 de julio en San José de Panamá, la Conferencia Episcopal Panameña hizo público un comunicado en el que comparten su postura sobre la realidad eclesial y del país. Los pastores reconocen la defensa de la vida humana y la familia, que hizo la Delegación de Panamá en la 41 Asamblea General de la OEA en El Salvador.

En su mensaje, los obispos recuerdan la situación de la Iglesia local y bendicen al Señor, entre otras cosas, por el regalo de varias ordenaciones al ministerio sacerdotal. Constatan los logros en la animación bíblica de la pastoral enriquecida con la exhortación Verbum Domini, la renovación de la catequesis, formación de diáconos, seminaristas y laicos, promoción de la organización parroquial, y la entrega generosa de tantos misioneros y misioneras en la dinámica de la misión nacional.</p>

Comparten la acogida del espíritu de Aparecida, con avances en la formación, así como la iluminación de los planes pastorales que ha animado el impulso misionero, aunque puntualizan que no ha sido del todo asumida por todos los agentes de pastoral.

Expresan su preocupación por la todavía escasa presencia de los laicos católicos comprometidos coherentemente en la vida política, económica y social. “Se necesita fomentar estas particulares vocaciones así como ofrecer la adecuada formación y acompañamiento en este campo”, afirman.

Reiteran el anuncio de la celebración en el año 2013 del V Centenario de su evangelización y el establecimiento de la primera Iglesia de Tierra Firme. Con esta ocasión se llevarán a cabo en Panamá la reunión anual del SEDAC (noviembre de 2012) y la asamblea del CELAM (mayo de 2013).

Respecto a la realidad nacional y el clima social, se unen al sentir del pueblo “que asiste con perplejidad al rumbo que toma la política partidista más preocupada por adelantar la agenda electoral que por resolver los problemas del país”.

“Pareciera existir –subrayan- un verdadero divorcio entre los intereses de la clase política y las necesidades reales del pueblo panameño”.

Confiesan haber“observado con tristeza y preocupación la actitud de algunos políticos muy alejada de la que debiera inspirar confianza y respeto, condición indispensable para crear un clima de paz y tolerancia en el país”.

“Se hace necesario e indispensable –añaden- humanizar la política y devolverle su sentido ético dando primacía a la dignidad humana, al bien común y al respeto a la voluntad de los electores” y “mostrar coherencia entre la propia conducta y los principios morales para desempeñar su misión”.

Mientras que Panamá vive un importante momento de generación de riqueza, esto no se refleja en la distribución entre los panameños la riqueza creada, apuntan los pastores.

“A pesar de los esfuerzos realizados todavía no se han podido mejorar suficientemente las condiciones de pobreza y pobreza extrema en las que viven un gran número de panameños”. Denuncian que “la disminución del desempleo abierto ha venido acompañada de un incremento del empleo informal, aumentando la legión de trabajadores que no cuentan con prestaciones sociales para asegurar atención médica y jubilación digna”. 

En el campo educativo, “Panamá no estaría cumpliendo a cabalidad su papel de preparar a las nuevas generaciones para los desafíos de un mundo globalizado y fuertemente competitivo”, por ello, “urge una educación que humanice, que haga tomar conciencia de la dignidad de la persona humana, de su responsabilidad en la búsqueda de los auténticos valores, entre los que destaca la búsqueda de la verdad y la apertura a la Trascendencia”.

Los obispos lamentan que la educación, “siendo de vital importancia para el futuro de la Patria, sea sometida una y otra vez a vaivenes políticos o gremiales”.“Nuestros niños y jóvenes –subrayan- tienen derecho a esperar días mejores, y eso sólo será posible si ponemos en sus manos las herramientas intelectuales, espirituales y morales que hacen del ser humano el protagonista de su historia. La irreparable pérdida de horas de clase no favorece a la calidad de la educación, amén de otros muchos inconvenientes que acarrea consigo”.

Sobre las instituciones, afirman que “es necesaria la real independencia de los distintos órganos del Estado para garantizar la institucionalidad democrática y el estado de derecho”. Para ello, “se necesita el ejercicio de la libertad de expresión y el libre acceso a la información, especialmente en lo que atañe a la cosa pública, en un clima de respeto mutuo y fidelidad a la verdad”.

Reiteran que “la corrupción es el mal que más afecta a nuestra sociedad. Ha habido, hay y habrá corrupción mientras existan cómplices, y todos lo somos si la miramos como algo natural. Todo esto corroe y perjudica al pueblo entero”. 

Recuerdan  que uno de los principales derechos a defender es el de tener una familia. Por eso reafirman que “el matrimonio es una unión estable entre un hombre y una mujer con el compromiso de formar una familia con determinados derechos y deberes”.

“Quien promueve la familia, promueve al hombre; quien ataca a la familia, ataca al hombre”.Por eso indican que “es necesario que la familia sea protegida por las autoridades nacionales e internacionales”.

Reconocen la defensa de la vida humana y la familia, que hizo la Delegación de Panamá en la 41 Asamblea General de la OEA en El Salvador: “La República de Panamá desea dejar constancia que de acuerdo a su ordenamiento jurídico interno, para Panamá, al referirse a los derechos de la mujer, se debe enfatizar la promoción, protección y defensa de la familia, la maternidad y el matrimonio; igualmente que, al referirse a la igualdad y equidad de género, el mismo se circunscribe al hombre y la mujer”.

Según los obispos, “esta moción panameña no fue objetada por ningún Estado miembro de la OEA y marca un precedente en esta temática”.

Los pastores concluyen reiterando su “preocupación por la violencia intrafamiliar en cualquiera de sus formas: física, sexual, psicológica, o verbal que ofende la dignidad de la persona humana, destruye la familia, es contraria al Evangelio y constituye un permanente atentado contra la vida”.

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

ZENIT Staff

Apoye a ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación