Los obispos discuten sobre el futuro del cristianismo en Europa

Los presidente de las conferencias episcopales del continente se reúnen en Leeds

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LEEDS, Reino Unido, 16 de octubre de 2004 (ZENIT.org).- El futuro de la Iglesia católica en Europa se ha debatido en un encuentro en Inglaterra. Del 30 de septiembre al 3 de octubre, los presidentes de las conferencias episcopales europeas se reunieron en la reunión más representativa que ha acogido la Iglesia católica en Inglaterra.

«Los cambios culturales y religiosos en Europa nos mueven a formular una respuesta pastoral. Como nunca antes, el futuro de Europa se presenta lleno de oportunidades», indicaba en su alocución el cardenal Giovanni Battista Re, prefecto de la Congregación vaticana de Obispos. Defendía que la clave era «la fidelidad a Cristo y a su Evangelio».

En su discurso de apertura en el encuentro de Leeds, monseñor Amédée Grab, presidente del Consejo de Conferencias Episcopales Europeas (CCEE), habló de la identidad católica de Europa. Observaba que para muchas personas de hoy la Iglesia católica es «sólo una de las muchas opciones o ‘posibilidades’ espirituales, en un mundo donde el ‘derecho a elegir’ parece de vital importancia». Además, muchos europeos tienen sólo un conocimiento superficial de la Iglesia, e incluso donde todavía se observan las tradiciones católicas, sus raíces se han olvidado.

Con respecto a las relaciones entre la Iglesia y la sociedad, monseñor Grab observaba que la democracia es ahora predominante en Europa. En teoría esto debería garantizar a todos los mismos derechos. «Pero con frecuencia oímos a gente influyente decir cómo les gustaría evitar que la Iglesia católica jugara un papel en la vida política y democrática».

«Lo que se predica es tolerancia, pero algunos encuentran difícil tolerar que la Iglesia hable públicamente», añadía el prelado suizo de 74 años. «La tendencia a confinar la religión a la esfera privada es parte de la vida de Europa occidental como de Europa del Este. Es producto tanto de la visión comunista como de una cierta clase de liberalismo».

Citando a Juan Pablo, monseñor Grab recomendaba que la Iglesia desarrolle iniciativas pastorales que tengan en cuenta la cultura contemporánea y a la vez se centren en Cristo. «Si miramos a Cristo crucificado, tendremos una clave diferente de interpretación de la realidad, en la que el éxito tendrá poco que ver con los conceptos de éxito utilizados normalmente en la Europa de hoy», afirmaba.

El anfitrión del encuentro fue el cardenal Cormac Murphy-O’Connor, presidente de la Conferencia Episcopal de Inglaterra y Gales. El arzobispo de Westminster convino en que el apoyo a la Iglesia en la sociedad es débil. «Pero la búsqueda de la fe es fuerte», añadió. Hizo notar que la acción de la Iglesia en la ayuda al pobre y al perjudicado continúa siendo fuerte.

Palabras sanas
«Hemos llegado juntos a un momento crucial del peregrinaje de la Iglesia católica», indicaba el cardenal Murphy-O’Connor en su homilía durante la misa celebrada el domingo pasado en la catedral de Santa Ana, en Leeds.

A comienzos del tercer milenio, «nosotros los obispos tenemos la tarea de predicar y enseñar la Buena Nueva de Jesucristo a las personas de nuestro tiempo», afirmaba. Esto, explicaba, implica dos desafíos fundamentales.

«El primero es éste. San Pablo dice en la lectura de hoy ‘Ten por norma las palabras sanas que oíste de mí en la fe y en la caridad de Cristo Jesús. Conserva el buen depósito mediante el Espíritu Santo que habita en nosotros’».

Muchos en Europa, explicaba el cardenal Murphy-O’Connor, están buscando valores «que den significado a sus vidas y propósito a sus actividades». Llenar este vacío con Dios es responsabilidad de los obispos y de todos los que trabajan con ellos, tanto sacerdotes como laicos. Esto no es una carga, sino un privilegio, añadió.

El cardenal recomendaba evitar dos extremos: una rigidez que evita que otros oigan el mensaje a predicar; y una excesiva conformidad con los modos y valores del mundo que distorsiona la verdad del Evangelio.

El cardenal Murphy-O’Connor citó una vez más a San Pablo al subrayar el segundo desafío. «San Pablo dice en la carta a Timoteo, ‘Por esto te recomiendo que reavives el carisma de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos dio el Señor a nosotros un espíritu de timidez, sino de fortaleza, de caridad y de templanza’».

«No penséis, estimados, que resulta fácil ser cristiano, católico, en la sociedad de hoy, en la cultura europea de los últimos días, a la que pertenecemos», afirmaba el cardenal. Un ejemplo de cómo consolidar la fe en Europa se puede encontrar en san Francisco de Asís, agregó.

Al día siguiente se celebraba la festividad del patrono de Europa, y el cardenal Murphy-O’Connor observó: «Pienso que san Francisco nos enseña que no hay forma de ser misioneros en Europa sino es esforzándonos en ser santos, sino es esforzándonos en imitar a Cristo».

Presencia anglicana
El encuentro también trató otros diversos temas, entre ellos, el ecumenismo. El arzobispo anglicano de Canterbury, Rowan Williams, estuvo presente y acentuó la importancia de un «ecumenismo espiritual» basado en el reconocimiento de pertenecer al Cuerpo de Cristo. Admitió que hay incertidumbres sobre qué forma institucional deben tener las iglesias. Pero reafirmó la necesidad de continuar los esfuerzos basados en la oración, el testimonio común, los encuentros, el diálogo y la auténtica amistad.

Los presidentes de las conferencias episcopales católicas de países donde la Iglesia ortodoxa es mayoritaria hablaron de una mezcla de «luces y sombras». Todavía existen divisiones, observaron, pero se han hecho avances.

Otro tema tratado fue la nueva constitución de la Unión Europea. El arzobispo de Armagh, Mons. Sean Brady, primado de Irlanda, describió el documento como un «tema complejo» y afirmó que la ausencia de una mención a Dios en el preámbulo ha sido «particularmente molesta».

Comentando la creciente unidad en Europa, Mons. Brady, afirmaba: «La integración europea se construye sobre el principio de la solidaridad y la interdependencia, en el servicio de paz. Al final, éste es esencialmente un ideal cristiano. Al menos en concepto, y creo que un grado importante en la realidad, la Unión Europea ofrece un modelo de naciones con identidades distintas trabajando colectivamente por el bien común, sumando las fuerzas de todos y cada uno y afrontando las debilidades de todos y cada uno de forma colectiva. Esto ha tenido un impacto verdaderamente tremendo en la economía irlandesa y también en el proceso de paz de Irlanda del Norte».

El encuentro también trató la importancia antropológica de los temas de bioética, que se presentan en numerosas áreas de la política europea.

Otro tema debatido en el encuentro fue el cuidado de la catequesis y la pastoral en las escuelas y universidades. Sobre el tema de las vocaciones y la labor del Servicio Europeo de Vocaciones (EVS), el arzobispo de Salzburgo, Mons. Alois Kothgasser, afirmó que el EVS ha prestado particular atención a la formación de un ministerio vocacional integral, con el objeto de extender el mensaje de que «la verdadera aventura de la vida está en Cristo».

La emigración fue otra preocupación de los obispos, con muchos de ellos preocupados por la necesidad de proporcionar un cuidado pastoral adecuado. El arzobispo de Liverpool, monseñor Patrick Kelly, puso de relieve que, especialmente para los inmigrantes, la Iglesia es su verdadero hogar.

Monseñor Kelly también presentó un informe sobre los esfuerzos de los obispos para demostrar la solidaridad con los cristianos de Tierra Santa. «Tierra Santa necesita a Europa, y nosotros necesitamos Tierra Santa», afirmó.

Una de las conclusiones alcanzadas al final del encuentro fue la necesidad de consolidar la cooperación entre las confer
encias episcopales europeas. Una de las áreas donde esto se aplicará es la relacionada con la evangelización y diálogo con otras confesiones, iglesias y culturas. La CCEE establecerá una comisión para «la evangelización y el diálogo».

En un mensaje dirigido al encuentro, Juan Pablo II afirmaba: «Vuestro compromiso por una nueva evangelización es un acto de fe en el perenne valor del Evangelio, que en la historia de los pueblos de Europa ha producido frutos abundantes de santidad, educación, cultura y civilización». Europa necesita más que nunca el mensaje del Evangelio.

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ZENIT Staff

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