Los obispos mexicanos de Chihuahua plantan cara a los narcotraficantes

«Déjense reconciliar por Dios», les dicen en un mensaje conjunto

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CHIHUAHUA, miércoles 4 de marzo de 2009 (ZENIT.org-El Observador).- Bajo el título «Déjense reconciliar por Dios», los obispos de la provincia eclesiástica de Chihuahua, al norte de México, difundieron una carta pastoral en la que enfrentan el problema crucial de la violencia que asola esa entidad, limítrofe con Estados Unidos.

El problema del narcotráfico ha golpeado con inusitada violencia las ciudades de Chihuahua, concretamente, Ciudad Juárez, donde esta semana, el Ejército Mexicano aumentó su número de tropas en tres mil 500 soldados que patrullan las calles de esta población, combatiendo el crimen organizado. 

«Los obispos de la Provincia Eclesiástica de Chihuahua, conscientes de las tristezas y las angustias que sufre nuestro pueblo a causa de los hechos violentos que han venido sucediendo en estos últimos tiempos, exhortamos a los hombres y mujeres de todas clases sociales y credos, a reconciliarse con su corazón, con los hermanos y con Dios», comienza diciendo el comunicado.

 Firmado por los seis obispos de la Provincia Eclesiástica de Chihuahua, cuyo metropolitano es el arzobispo de Chihuahua, monseñor José Fernández Arteaga, el documento responde, según los prelados, al llanto de tantas personas y de familias enteras, víctimas de la barbarie que se ha desatado en Chihuahua por el «control» de las plazas en el trasiego de drogas.  

«Como pastores, dicen los obispos de la Provincia Eclesiásticas de Chihuahua, nos duele mirar el llanto de tantas personas y de familias enteras. Como bien sabemos, un cúmulo de sufrimiento y de muerte nos invade. Las cifras hablan por sí mismas. A todo esto, en lenguaje cristiano, se llama «pecado» porque se opone al Proyecto de Dios, destruye lo más sagrado: la vida humana, descompone a la sociedad y se manifiesta en la violencia con sus mil rostros».

 En su mensaje advierten que «Dios mismo, ante todo esto, se siente profundamente conmovido y afectado en su corazón de Padre. Ante el estado de temor y angustia, decide salvarnos e invitarnos a construir una tierra nueva de libertad y de paz», e invitan a la conversión, a un cambio radical y total de actitudes de todos los involucrados, tanto del gobierno, como de las fuerzas policiacas como de la propia sociedad. 

«Ya no podemos negociar con el Mal que hemos dejado entrar, y necesitamos cambiar desde adentro hacia afuera. No es sólo el gobierno, ni los militares, ni las cárceles lo que puede dar solución a lo que pasa. Somos todos, cambiando desde dentro, quienes podemos construir un mundo nuevo». 

«Sólo corazones nuevos harán una sociedad nueva. Y sólo Dios puede, si lo dejamos, cambiar nuestro corazón», subrayan los obispos entre los que se encuentran monseñor Renato Ascencio León, de Ciudad Juárez, monseñor José Andrés Corral Arredondo, obispo de Parral; monseñor Gerardo de Jesús Rojas López, obispo de Nuevas Casas Grandes; monseñor Juan Guillermo López Soto, obispo de Cuauhtémoc-Madera y monseñor Rafael Sandoval Sandoval, obispo de Tarahumara. 

La misiva, hecha pública ayer martes, afirma que «detrás de toda crisis, existe una falta de espiritualidad, invitamos a volver los ojos al Dios de la vida. Ante este Dios presente, no podemos permitir que se siga manchando de sangre nuestra Patria y nuestro Estado. Sólo volviendo los ojos a Dios habrá solución. Dejémoslo entrar a la sociedad, al campo político, a las escuelas y a las familias». 

«Volvamos a los principios perennes: el respeto a la vida, la dignidad de la persona humana por encima de la búsqueda de dinero, el trabajo legítimo, la legalidad que protege y regula las relaciones de los individuos y la sociedad, la honestid», escriben los obispos de la Provincia Eclesiástica de Chihuahua. 

Finalmente, a los que están implicados en la violencia, «les invitamos a que consideren que la vida no se le puede quitar a nadie. Les gritamos, con corazón de pastores: Arrepiéntanse y cambien de vida». Dios está dispuesto a perdonarles, pero este perdón conlleva tener la disponibilidad a dar marcha atrás, a reparar los daños y a retirarse de esta actividad de muerte».

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ZENIT Staff

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