Los peligros del éxtasis a debate

Crece el número de muertes relacionadas con la droga de las fiestas

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LONDRES, 12 octubre 2002 (ZENIT.org).-Crece la preocupación sobre la droga éxtasis. El periódico español ABC informaba el 7 de julio sobre un estudio que muestra las huellas de los derivados blandos de la anfetamina en los cuerpos de 140 personas durante los últimos 10 años. En la primera mitad del año 2002, las autoridades de España incautaron cerca de 900.000 pastillas de éxtasis, en comparación con las 860.000 de todo el año 2001.

38 muertes se debieron directamente al consumo de éxtasis, mientras que, en otros casos, se detectó la presencia de otras drogas en los cadáveres. El informe, publicado por el Instituto Nacional de Toxicología, observaba que los consumidores de éxtasis combinan el consumo de esta droga con otras sustancias dañinas: 93,1% con hachís; 91,4% con alcohol; 87,3% con tabaco; y 53% con cocaína.

Según Pilar Sáiz, profesora de psicología médica en la Universidad de Oviedo, el consumo de éxtasis conduce al envejecimiento prematuro, en particular al deterioro de las funciones cerebrales, que tiene lugar en una edad mucho más temprana en los consumidores de la droga.

A parte de los problemas físicos inmediatos causados por el éxtasis –tales como problemas de corazón, fiebre alta y alucinaciones– el informe observa que el consumo a largo plazo de éxtasis se asocia a problemas psíquicos. Entre éstos están la psicosis paranoica, depresión, ansiedad y ataques de pánico, y daños a la memoria.

Un estudio de Inglaterra y Gales del St. George’s Hospital encontró 40 muertes relacionadas con el éxtasis en el 2001 –el doble de la cifra del 2000, y unas cuatro veces más que en 1998–, informó la BBC el 29 de julio.

En Italia, el periódico La Stampa del 22 de septiembre informaba sobre los temores ante los efectos del éxtasis. El periódico hacía notar que algunas clínicas de Los Ángeles están llenas de adolescentes que, una vez liberados de su adicción física al éxtasis y a otras drogas sintéticas, se ven afectados por problemas psiquiátricos incurables.

Los laboratorios clandestinos fabrican actualmente grandes cantidades de éxtasis a precios cada vez más bajos y con frecuencia elaboradas con sustancias dañinas de las que los consumidores no saben nada.

Un taller de tres días reunido en Turín sobre cuestiones relacionadas con las drogas reveló que más de 400.000 jóvenes en Italia consumen éxtasis. Su uso es especialmente común, como en otras partes, entre quienes frecuentan las discotecas.

Polémica sobre los efectos dañinos
Sin embargo, un estudio reciente de tres investigadores, publicado en la entrega de septiembre de Psychologist –revista de la Sociedad Británica de Psicología– ha levantado dudas sobre el daño causado por el éxtasis al cerebro.

Los autores sostienen que algunos de los estudios publicados sobre esta cuestión son exagerados.

El éxtasis, hacían notar, produce a largo plazo cambios en la estructura y función de los cerebros de varias especies. Estos cambios tienen que ver con el neurotransmisor conocido como serotonina. Sin embargo, añaden, las células mismas no parecen verse afectadas, solamente las fibras nerviosas, que pueden regenerarse.

También criticaban la metodología de algunos estudios que han pretendido demostrar el daño cerebral causado por el éxtasis. Ponían en duda que el universo de los consumidores estudiados fuese realmente representativas de la población. Algunos estudios pueden resultar también erróneos debido a las diferencias de educación entre los grupos investigados y los consumidores de éxtasis. Las diferencias en cuanto a capacidades cognoscitivas de los dos grupos pueden deberse a su nivel de escolarización, defendían los investigadores.

Los autores también cuestionaban la fiabilidad de algunos datos sobre cantidades de éxtasis consumidas. Otro problema es la mezcla de éxtasis con otras drogas, haciendo difícil la posibilidad de identificar una relación causal entre el éxtasis y los problemas de adicción.

Sin embargo, los autores reconocen abiertamente la preocupación muy legítima de la salud pública sobre el consumo de éxtasis. El periódico The Guardian, que publicó una interpretación excesivamente optimista del artículo sobre las implicaciones de la investigación para los consumidores de éxtasis, tuvo que publicar una corrección el 4 de septiembre. Los editores observaban: “Uno de los psicólogos citados en nuestro reportaje, el Dr. Jon Cole, nos ha pedido que dejemos esto claro, que él nunca ha dicho que el éxtasis no fuera peligroso”.

Además, el editor de Psychologist precisaba al periódico que el artículo de la revista también establece que “nadie puede subestimar los peligros de consumir drogas declaradas ilegales. Existe una posibilidad muy real de que el éxtasis cause a largo plazo daños en el cerebro”.

Un par de comentarios publicados por Psychologist junto al artículo reconocen que hay algunos defectos metodológicos en los estudios sobre el consumo de éxtasis. Pero, observaba Michael Morgan, decano de psicología experimental en la Universidad de Sussex, los autores del estudio crítico pueden haber subestimado el nivel de consumo de los consumidores habituales de éxtasis.

La principal objeción de Morgan, sin embargo, es que el artículo de Psychologist tiende a ignorar la aplastante evidencia de que los consumidores regulares de éxtasis sufren comportamientos impulsivos y problemas de funcionamiento de la memoria verbal, y que estos problemas se asocian específicamente con el consumo de éxtasis en el pasado.

Más críticas vinieron de Andy Parrott en otra reacción publicada por la revista.

Parrott, jefe del Recreational Drugs Research Group en la Universidad de East London, admitía que algunos estudios habían sido deficientes. Pero, sostenía, estudios posteriores y más eficientes indican claramente daños a la memoria y a la capacidad de aprendizaje de los consumidores de éxtasis. Estos estudios tuvieron en cuenta la posibilidad del consumo de otras drogas.

El daño cerebral debido al éxtasis es especialmente notable entre los consumidores más habituales, según los estudios citados por Parrott. También citaba el caso de un antiguo consumidor habitual, que no consumió éxtasis durante siete años, pero seguía sufriendo de múltiples problemas físicos y psíquicos.

La confirmación de estudios más recientes sobre el peligro del éxtasis se presentó en un artículo publicado por el diario Psychopharmacology, informaba el 19 de junio la BBC. El estudio, llevado a cabo por científicos de las universidades de Cambridge e East London, encontró que incluso a corto plazo el consumo de éxtasis podría dañar a la memoria.

El equipo de investigación estudió 40 adultos entre 18 y 48 años de edad. Todos habían consumido varias tipos de droga, incluyendo cocaína, LSD, marihuana y anfetaminas. La mitad consumían regularmente éxtasis, y las mitad nunca lo habían consumido. Una serie de tests demostraron que los consumidores de éxtasis tenían problemas serios en los tests de memoria y reconocimiento visual.

“Estos resultados de problemas de memoria debidos al consumo de éxtasis deberían suscitar preocupación, especialmente si se tiene en cuenta que el grupo estudiado estaba sólo en las primeras fases y no eran consumidores a largo plazo”, afirmaba la doctora Barbara Sahakian, profesora de neuropsicología clínica en el Departamento de Psiquiatría de Cambridge.

Mientras los gobiernos y los expertos debaten el problema del abuso de las drogas, los padres preocupados se han sentido aliviados por un reciente estudio en el que se muestra que una forma de alejar a sus hijos del consumo de drogas es reforzar los lazos familiares.

La investigación se basaba en entrevistas con casi 4.000 chicos y chicas de ciudades de Inglaterra, Irlanda, Italia, Alemania y Holanda, según el
Telegraph del 10 de mayo. Las respuestas revelaron que un fuerte lazo maternal era la barrera más efectiva contra el abuso. El vivir con ambos padres también era, aunque menor, un factor importante, afirmaba el Dr. Paul McArdle de la Universidad de Newcastle, que llevó a cabo el estudio.

“Este estudio demuestra que la calidad de la vida familiar, o mejor, la falta de ella, para los jóvenes, está en la raíz de los problemas de drogas de la sociedad occidental”, afirmaba. Los investigadores afirman que los hallazgos han subrayado “el papel único de las madres para regular el comportamiento de la mayoría de los jóvenes”.

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ZENIT Staff

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