Los Raelianos, una religión atea tras el anuncio de la clonación (II)

Habla Massimo Introvigne, director del Centro de Estudios para las Nuevas Religiones

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

VILNIUS, 14 enero 2003 (ZENIT.org).- El origen, las creencias, la estructura y la organización de la «Religión Raeliana», grupo que ha creado la empresa «Clonaid», ayuda a comprender mejor el anuncio de clonación de seres humanos que dieron a finales de año y que no ha sido comprobado hasta ahora por científicos independientes.

Así lo demuestra esta entrevista concedida a Zenit por Massimo Introvigne, director del Centro de Estudios para las Nuevas Religiones (http://www.cesnur.org), cuya primera parte publicamos este martes.

–¿De dónde viene esta fascinación por el progreso científico sin ética tan típico de los Raelianos?

–Massimo Introvigne: Según Rael (Claude Vorilhon, fundador de los Raelianos), los extraterrestres enseñan que, en cuanto creaciones suyas, los hombres no están llamados a limitar las posibilidades de la ciencia, es más, tienen que tratar de aprovechar todas las posibilidades que los extraterrestres han inscrito en su cuerpo y en su mente: por este motivo, a partir del año 2000, lanzaron los experimentos de clonación humana. Esta idea, según la cual no existen límites éticos a la ciencia y todo lo que es técnicamente posible es automáticamente lícito, ha hecho que algunos investigadores que no soportan los límites de la ética y de la ley se sientan atraídos y pasen a formar parte de las filas de los Raelianos. Por otra parte, si los hombres son creaciones de laboratorio, no tienen ningún deber de reprimir sus deseos o su sexualidad. La Religión Raeliana desconfía del matrimonio, considerándolo un contrato inútil, y enseña la máxima libertad sexual, según la cual, la sexualidad puede manifestarse libremente, siempre y cuando no se abuse de los demás. La propaganda explícita de los Raelianos por la masturbación, el control de los nacimientos, las relaciones prematrimoniales (con frecuencia con tonos anticatólicos, manifestadas en los «condon-autos», es decir, coches especiales encargados de distribuir preservativos ante las escuelas canadienses, u operaciones de distribución de preservativos durante el Jubileo), ha aparecido en las crónicas de Quebec y de otros países. La «meditación sensual», enseñada por Rael, que en realidad no se reduce a los aspectos sexuales, sino que busca la restauración de la armonía entre el hombre y el cosmos, promete entre otras cosas una mayor plenitud en las relaciones amorosas.

–¿Son influyentes? ¿Tienen dinero? ¿Son peligrosos para sus miembros?

–Massimo Introvigne: Los Raelianos tienen influencia sólo sobre sus miembros y sobre los clientes de Clonaid. La prensa mundial y la comunidad científica hablan de ellos más bien mal, y en los mismos ambientes que creen en platillos voladores y en los extraterrestres, Rael es considerado como un personaje que con sus comentarios corre el riesgo de descalificar a todo el movimiento de quienes creen en ovnis. Ciertamente Rael ha conseguido conquistar a muchos seguidores, y muchos de ellos pagan una contribución al movimiento. Hay además varias personas ricas que no son técnicamente Raelianos, pero que contribuyen económicamente esperando ser clonados. Como ya no creen en nada, ven en la clonación la única inmortalidad posible.

Por lo que se refiere a su grado de peligrosidad, creo que es necesario distinguir rigurosamente entre peligro espiritual, moral y social. Desde un punto de vista espiritual, desde una perspectiva católica, la doctrina raeliana recuerda al «hombre-máquina» de ciertos filósofos de la Ilustración y representa la modernidad en todo lo que tiene de brutalmente anticatólico.

Desde el punto de vista moral, en caso de que fuera posible, estoy convencido de que la clonación humana es reprobable e ilícita, y que en general el principio raeliano, según el cual todo lo que es técnicamente posible es también lícito, destruye la moral. Por desgracia, esta idea no sólo es de los Raelianos.

Desde el punto de vista social, en una sociedad pluralista, cada quien es libre ante la ley (no ante la propia conciencia, aunque los dos niveles son diferentes) de creer o no creer lo que quiera, por tanto, de creer que Rael se pasea en platillos voladores con los extraterrestres, que predican la revolución sexual y el ateísmo.

La distinción entre estos tres niveles (peligro espiritual, moral y social) es muy importante para salvar tanto el derecho de los católicos a testimoniar su fe, como el deber de respetar la libertad religiosa y la libertad de pensamiento, según las enseñanzas de su doctrina social.

Los peligros espirituales y culturales se combaten desde el púlpito, y difundiendo valores positivos, no hay que llamar a la policía. Los peligros sociales, sin embargo, se combaten a través de la policía y en los tribunales.

La clonación humana debe ser prohibida porque es socialmente destructiva, no porque la proponen los Raelianos; y debe ser prohibida a todos, no sólo a los Raelianos. Lo mismo se puede decir de la distribución de preservativos a menores de edad, y a personas que de todos modos no quieren recibirlos. Esto también debe ser prohibido, pues perturba el bien común, independientemente de quien sea el causante, y no porque sean los Raelianos, tipos raros que creen en platillos voladores. En algunos países, el Estado distribuye los preservativos a menores de Edad, a una escala mucho más amplia, y por tanto, violando más gravemente el bien común que los Raelianos. Es perfectamente posible defender al mismo tiempo la libertad religiosa (o de pensamiento) de los Raelianos y su derecho a creer en los extraterrestres (y de propagar sus creencias sobre el argumento) y al mismo tiempo pedirles que pongan punto final a sus experimentos sobre la clonación humana o sus campañas de distribución de preservativos. Se les debe tratar como a cualquier otra persona, repito.

–¿Cree que realmente han clonado seres humanos?

–Massimo Introvigne: Es posible que hayan realizado verdaderamente esos experimentos: entre los Raelianos hay personas con capacidades científicas, aunque no de altísimo nivel, y hay también científicos que no toleran ningún límite ético o jurídico a la experimentación, y que les ayudan. Pero es posible que se trate de un engaño total.

Aunque parezca difícil de creer, desde el punto de vista personal, para Rael esto no podría tener ninguna importancia. La auténtica capacidad de Rael (recuerde que fue periodista) es la de convertir todo lo que le rodea en una noticia de primera página: la noticia de las clonaciones, aunque se revelara falsa, de todos modos habría dado una publicidad increíble en todo el mundo a los Raelianos, algo que no hubiera podido pagarse nunca con dinero.

He entrevistado en dos ocasiones a Rael, y me he convencido de que se da cuenta perfectamente que hoy es imposible el que los medios de comunicación internacionales hablen bien de él. ¿Quién hablaría bien de un personaje que se pasea con extraterrestres y dice que éstos tienen una máquina para clonar mujeres preciosas con el único objetivo de satisfacer sus deseos?

Desde hace muchos años, Rael ha asumido el lema de Oscar Wilde (retomado también por George Bernard Shaw), según el cual, sólo hay algo peor que tener mala prensa, que la prensa no hable de ti. Los preservativos que distribuyeron durante el Jubileo y la clonación serían golpes suicidas, en caso de que Rael quisiera tener buena prensa, pero son golpes maestros si lo que quiere es atraer el interés de la prensa. Sabe muy bien que de todos modos hablarán mal de él.

Rael será un mal profeta, pero es un óptimo publicista. Si nos rasgamos demasiado las vestiduras ante Rael, en el fondo le estamos haciendo el juego. Rael provoca precisamente porque espera que alguien responda.

Aquí se abre un amplio campo de investigación: desde tiemp
o Aleister Crowley, o quizá incluso antes, los movimientos religiosos más extremistas han razonado como Rael y han ofrecido conscientemente material a la prensa que les atacaba. Según una tesis defendida en la Universidad de Princeton, sabemos hoy que Aleister Crowley, uno de los personajes más controvertidos de la historia del ocultismo, ofrecía material a escondidas contra su propia persona a los periódicos populares ingleses que le atacaban definiéndole «el hombre más malo de la Tierra» y «un hombre que nos gustaría ahorcar». Se llevaba incluso un porcentaje de sus ventas.

Se puede sospechar que muchos de los nuevos movimientos religiosos –o al menos los que han renunciado a tener buena prensa– se comportan como Crowley… o como Rael, y alimentan conscientemente campañas hostiles, con tal de seguir saliendo en primera página. Desde este punto de vista, el teatro de los medios de comunicación, en particular la televisión, promueve a los mismos personajes que dice atacar.

La primera parte de esta entrevista puede leerse en Los Raelianos, una religión atea tras el anuncio de la clonación (I).

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

ZENIT Staff

Apoye a ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación