Los religiosos musulmanes y cristianos se convierten en blanco de ataques y secuestros en Irak

Preocupación entre los cristianos, manifestada a Zenit por monseñor Phillipe Najeem

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ROMA, viernes, 25 agosto 2006 (ZENIT.org).- Uno de los elementos más complicados de la guerra en Irak es su efecto sobre los inocentes, como por ejemplo, cuando las iglesias se convierten en objetivos en lugar de refugios de paz.

El 15 de agosto, el padre Hanna Saad Syrop fue secuestrado en Irak tras celebrar misa. Un mes antes, otro sacerdote desapareció y meses antes de ello un obispo sirio.

Monseñor Phillipe Najeem, representante del Patriarcado caldeo de Bagdad ante la Santa Sede, expresa desde Roma a Zenit la preocupación que existe por la comunidad cristiana iraquí en este clima de inquietud y violencia.

«Estamos muy preocupados por la situación y lo que ésta puede dañar a nuestra comunidad cristiana –ya sea caldea o no, católica o no», explica monseñor Najeem. «Este secuestro de sacerdotes y gente religiosa es un nuevo elemento, junto con el bombardeo de iglesias o mezquitas».

La comunidad católica caldea es la mayor comunidad cristiana en Irak. Ahora, cristianos iraquíes creen que podrían convertirse en objetivos precisamente porque han desempeñado un papel decisivo en la vida diaria del país.

«Pero no existen verdaderas razones para tales acciones –dice monseñor Najeem–. Es una situación muy confusa que parece haber sido organizada por algunos grupos extremistas que precisamente buscan crear caos en nuestro país y hacer que el pueblo sufra más».

Monseñor Najeem lanza un llamamiento a los secuestradores del sacerdote catldeo. «Pedimos a los secuestradores que usen su conciencia y liberen al padre Saad –dijo–. Es un sacerdote estupendo que siempre sirvió a su comunidad y a su Iglesia y que no tiene nada que ver con la situación política».

Y algo más importante, para monseñor Najeem, este joven sacerdote «es iraquí y hoy necesitamos a cada uno de los iraquíes para construir un nuevo Irak juntos –nosotros somos un pueblo–. Tenemos que buscar un nuevo futuro juntos para nuestros hijos».

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ZENIT Staff

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