Los textos políticos europeos son "decepcionantes", según el arzobispo de Trento

Porque no tienen una «misión» para Europa

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ROVERETO, martes, 27 mayo 2008 (ZENIT.org).- El arzobispo de Trento, monseñor Luigi Bressan, considera que los documentos oficiales europeos no contienen una «misión» para Europa y critica la visión «eurocéntrica» de los mismos.

Lo ha dicho en el marco del Encuentro Interreligioso Europeo que ha tenido lugar en la ciudad de Rovereto, en la región del Trentino-Alto Adige en Italia, del 22 al 25 de mayo.

«En los documentos europeos leemos frecuentemente que la gente de nuestro continente tiene una herencia común de valores», ha constatado el prelado, y «somos conscientes que la fuerza de una sociedad viene de la cohesión de sus miembros alrededor del mismo proyecto seguido en el nombre de los mismos valores».

A pesar de ello, «los textos políticos oficiales son decepcionantes, porque no tienen en la mente una misión para Europa, sólo prevén nuevas estructuras en una visión eurocéntrica del mundo, sin estar listos para revisar las reglas de intercambios internacionales económicos si estos no conllevan un provecho para el llamado primer mundo».

«Somos conscientes que todos nosotros somos corresponsables para la paz y afirmamos el principio que todas las personas tienen que ser libres para conseguir la felicidad de manera acorde con su naturaleza, como criaturas dotadas de razón y libre albedrío», explica a Zenit.

Sin embargo, el arzobispo Bressan reconoce que en Europa hay una «falta de interés por la solidaridad y la promoción de los derechos de los otros».

Este arzobispo considera que «el desafío aquí es construir una sociedad dinámica donde los miembros podrían compartir una conciencia de su unidad a pesar de las convicciones filosóficas, políticas y religiosas».

Esto no sólo es posible sino «necesario y factible», y «el pluralismo no está contra la cohesión, aun cuando la diversidad de movimientos culturales y religiosos puede dar la impresión que no existe ningún punto común entre ellos».

Hablando desde la tierra del Trentino, cuna natal de Alcide de Gasperi, uno de los fundadores de Europa, así como de Chiara Lubich, fundadora de los Focolares y promotora de la unidad, el arzobispo Bressan explicó que es importante unir esfuerzos para «asegurar un alma a nuestra Europa».

Por otra parte, según la teóloga ortodoxa Katerina Karkala-Zorba, miembro del Comité Central de la Conferencia de Iglesias Europeas y ponente en el mismo Encuentro Interreligioso en Rovereto, ciudad italiana con el apelativo de «ciudad de la paz», Europa es «una familia de países democráticos » que «trabajan juntos para la paz y la prosperidad»`.

Pero esta Europa «no es homogénea», y en ella «la diversidad es un valor», recordó Karkala-Zorba, que vive en Volos (Grecia) y participa asiduamente en encuentros ecuménicos e interreligiosos: «Europa tiene muchas tradiciones y lenguajes. Es esta diversidad que hace que Europa sea única. Es por consiguiente necesario subrayar que no se debe caer en una
«guetización» de nuestras diversidades, sino encontrar un terreno común para el intercambio».

Para la copresidente del Foro Ecuménico de Mujeres Europeas Cristianas, es importante que la diversidad se entienda como «invitación» y también como «reto»: «Se ve la diversidad europea como una invitación (prosklisi) o un desafío (proklisi) para nuestras comunidades locales, regionales o nacionales».

«En la Iglesia Ortodoxa nosotros usamos a menudo la imagen de la Santísima Trinidad, este icono de las Tres Personas divinas, Dios Padre, el Hijo y el Espíritu Santo que, a pesar de ser diferentes personas, comparten la misma esencia (ousia, Ndr), teniendo esta unidad en la diversidad», afirmó.

«Es una experiencia que nosotros hacemos muy a menudo en los encuentros ecuménicos: somos diferentes, pero unidos en la misma fe en Jesucristo», ilustró.

«Es esta llama de unidad que nosotros descubrimos también en las reuniones interreligiosas», explicó posteriormente a Zenit: «Podemos ser diferentes en nuestra expresión de fe, el idioma, las tradiciones… pero tenemos valores que podemos compartir».

Por Miriam Díez i Bosch

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ZENIT Staff

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