Los trabajadores son el patrimonio más valioso de la empresa, asegura el Papa

En un encuentro con los Jóvenes Empresarios de la Confederación General de la Industria Italiana

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 28 mayo 2007 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha explicado a los Jóvenes Empresarios de la Confederación General de la Industria Italiana (Confindustria) que los trabajadores «son el patrimonio más valioso de la empresa».

«La vida humana y sus valores tienen que ser siempre el principio y el fin de la economía», explicó el pontífice a estos jóvenes que no son sólo el futuro sino también el presente de la economía italiana.

En su discurso, el obispo de Roma señaló que «toda empresa tiene que considerase en primer lugar como un conjunto de personas, a las que hay que respetar en sus derechos y en su dignidad».

En este sentido, el Papa explicó que «es indispensable que la referencia última de toda acción económica sea el bien común y las legítimas expectativas del ser humano».

Desde este punto de vista, ilustró el valor que tiene el beneficio en el buen funcionamiento de una empresa.

Citando el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, explicó «Los empresarios y los dirigentes no pueden tener en cuenta exclusivamente el objetivo económico de la empresa, los criterios de la eficiencia económica, las exigencias del cuidado del “capital” como conjunto de medios de producción: el respeto concreto de la dignidad humana de los trabajadores que laboran en la empresa, es también su deber preciso».

«Las personas –añadió el Papa– constituyen el patrimonio más valioso de la empresa, el factor decisivo de la producción».

«En las grandes decisiones estratégicas y financieras, de adquisición o de venta, de reajuste o cierre de instalaciones, en la política de fusiones, los criterios no pueden ser exclusivamente de naturaleza financiera o comercial», dijo.

Por este motivo, Benedicto XVI pidió que «la actividad laboral vuelva a ser el ámbito en el que el ser humano pueda realizar sus propias facultades, usando toda su capacidad e ingenio personales».

«Depende en gran parte de vosotros, empresarios, el crear las condiciones favorables para que esto suceda», señaló.

El Santo Padre reconoció que este objetivo «no es fácil, dado que el mundo del trabajo se caracteriza por una intensa y perdurable crisis», por este motivo, pidió a los jóvenes empresarios que no ahorren esfuerzos «para salvaguardar el empleo, en particular el de los jóvenes».

«Para construir el propio futuro con confianza, tienen que poder contar con una fuente de de ingresos segura para ellos y para sus seres queridos», concluyó.

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ZENIT Staff

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