Lourdes vivifica las raíces cristianas de Europa con la «verdadera salud»

La Inmaculada Concepción, clave de esperanza; según el cardenal Lozano Barragán

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LOURDES, jueves, 12 febrero 2004 (ZENIT.org).- En la Virgen María se reproduce el modelo cristiano de la verdadera salud, mensaje del que es altavoz Lourdes y por ello centro privilegiado de la nueva evangelización de la cultura europea, constató el cardenal Javier Lozano Barragán el miércoles pasado al presidir la solemne Eucaristía en la Basílica de San Pío X en el santuario mariano.

En torno a 30.000 fieles y más de 2.000 sacerdotes concelebrantes participaron en la celebración en torno a la festividad de la Virgen de Lourdes, aniversario del día en que Nuestra Señora se presentó en la gruta de Massabielle a Bernadette Soubiroius como «la Inmaculada Concepción», dogma que la Iglesia había proclamado cuatro años antes.

Fue el momento culminante de la XII Jornada Mundial del Enfermo, que este año ha tenido como foco mundial la localidad francesa precisamente partiendo del dogma de la Inmaculada Concepción –que en el 2004 cumple 150 años de su proclamación– y su relación con la salud, en el contexto de las raíces cristianas de Europa, aclaró el cardenal Lozano Barragán –enviado especial del Papa– en su homilía.

«La única finalidad de la cultura es la vida; cuando sobre la vida cae el miedo diario de la muerte, la verdadera cultura consistirá en hallar el antídoto de la muerte», un remedio que el hombre siempre ha buscado, constató el presidente del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud

Pero el hombre en nuestros días, cansado de una búsqueda que le ha parecido inútil, «se refugia en un escepticismo paralizante» –advirtió–, y «embriagado por el progreso tecnológico reacciona fuertemente contra todo lo que le haga trascender lo cotidiano y mirar el horizonte verdadero de la vida en la profundización histórica del Dios hecho hombre que en beneficio de él vence la muerte con su resurrección».

Para el purpurado, «si acepta este horizonte, la cultura recibe su verdadero sentido» y pasa a un primer plano «la virtud de la esperanza».

«Con la Inmaculada Concepción de María comenzó la gran obra de la Redención, que tuvo lugar con la sangre preciosa de Cristo», recordó el cardenal Lozano Barragán citando el mensaje de Juan Pablo II para la XII Jornada Mundial del Enfermo.

«Si Jesús es el manantial de la vida que vence a la muerte, María es la madre cariñosa que sale al paso de las expectativas de sus hijos, obteniendo para ellos la salud del alma y del cuerpo»: «éste es el mensaje del Santuario de Lourdes y el significado de las curaciones corporales y espirituales que se registran en la gruta de Massabielle», recordó.

Sin embargo, en el rechazo actual de la trascendencia se niega en particular a «Cristo como única salvación y como teleología decisiva de la historia y de la cultura».

De aquí se cae en la ilusión de creer que la salud es «un estado de bienestar perfecto, físico, mental y social, y no sólo la carencia de enfermedades». Pero la salud es «una tensión hacia la armonía no sólo física, mental y social, sino también psíquica y espiritual», recalcó el purpurado.

En el «sí» que pronuncia María, en nombre de toda la humanidad, para convertirse en la Madre de Dios, «se realiza la plenitud de la armonía distorsionada antiguamente por el pecado del primer hombre y nace el segundo Adán, el verdadero primer hombre, en total armonía con Dios, Cristo Señor», Hijo «de la segunda Eva, la verdadera Madre de los vivientes, María, en plena armonía con el Señor Dios desde el primer momento de su concepción: desde su Inmaculada Concepción», explicó el cardenal Lozano Barragán.

«Esta armonía mariana deberá ser muy dolorosa –añadió–, significará la Pasión y la Cruz junto a Cristo», será «una armonía sufriente, es verdad, pero victoriosa en la resurrección y Ascensión de Cristo: esta victoria significará la Asunción de María».

«La Inmaculada Concepción llevó a María a la plena armonía y a la plena salud en la Asunción a través del camino doloroso de la cruz –constató–. En Ella se ha descrito el modelo cristiano de la verdadera salud que en su Hijo pendía de la cruz y floreció en la Resurrección».

«Desde entonces, la verdadera tensión hacia la única armonía posible es la cruz gozosa», subrayó el purpurado.

Es el motivo por el que se afirmaba antes que «la salud no es sólo ausencia de enfermedades, sino la cruz gozosa, física, psíquica, social y espiritual, que es precisamente la única tensión aceptable hacia la verdadera armonía».

Pero la cruz se «espiritualiza», esto es, «el Espíritu Santo, por su Amor Omnipotente, hace que la cruz, de ser horrenda muerte, se convierta en gozosa y en fuente de vida y de felicidad, verdadera armonía y verdadera salud», un «gozo que nos impulsa a hacer presente hoy la sólida esperanza de la resurrección, porque el Amor del Espíritu exige la curación como anuncio de la presencia ahora del Reino de Dios», afirmó.

«Éste es el sentido de los milagros de curación que Cristo realiza –aclaró el purpurado–, y éste es el sentido del paradigma cristiano de la salud».

De acuerdo con el cardenal Lozano Barragán, «entender la Inmaculada Concepción como plenitud de armonía sería volver con verdadera novedad a las raíces de la cultura cristiana Europea» y «sería también entender Lourdes como lugar en el que Dios, por intercesión de la Virgen, concede tantas veces la curación aplicando la redención que Cristo nos ofrece».

De esta forma, Lourdes se convierte en un «centro privilegiado de la Nueva Evangelización de la cultura europea, como presencia actual del Reino de Dios, que es armonía, paz y salud», concluyó.

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ZENIT Staff

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