Luigi Monti, apóstol de los enfermos y marginados, a los altares

Juan Pablo II beatifica el domingo al fundador de los Hijos de la Inmaculada Concepción

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CIUDAD DEL VATICANO, 10 noviembre 2003 (ZENIT.org).- Entre los cinco beatos proclamados este domingo por Juan Pablo II se encontraba el italiano Luigi Maria Monti, uno de los apóstoles del mundo de la salud y la pobreza más destacados del siglo XIX.

En la homilía de la beatificación, el Papa sintetizó su existencia en su entrega a «resanar las llagas del cuerpo y del alma de los enfermos y de los huérfanos».

«Le gustaba llamarles los «pobrecillos de Cristo» y se ponía a su servicio animado por una fe viva, apoyada por una intensa y constante oración», añadió el Papa antes de exclamar: «¡Qué actual es el mensaje de este nuevo beato!».

Luigi Maria Monti nació en Bovisio (Milán, Italia) el 24 de julio de 1825. Huérfano de padre a los 12 años, trabajó como carpintero para ayudar a su madre y a sus hermanos pequeños.

De joven, reunió en su taller a muchos artesanos de su edad y a campesinos para dar vida a un oratorio vespertino. El pueblo de Bovisio no tardó en apodar el grupo «La Compañía de los Hermanos», caracterizada por la austeridad de vida, la dedicación al enfermo y al pobre y la evangelización.

A los 21 años de edad, Luigi Monti se consagró a Dios y pronunció sus votos. Dócil con su padre espiritual, el sacerdote Luigi Dossi, entró con él en la congregación de los «Hijos de María Inmaculada» que el beato Ludóvico Pavoni había fundado cinco años atrás.

A los 32 años, Luigi Monti todavía estaba buscando la realización concreta de su vocación. Impulsado por una moción interior, en 1857 fundó en el hospital del Espíritu Santo de Roma la congregación de los «Hijos de la Inmaculada Concepción».

El amor a Cristo y a sus hermanos le impulsó, en 1881, a encargarse también de la asistencia a la juventud necesitada, huérfana y abandonada, que señaló a sus seguidores como una nueva frontera para su apostolado.

Su principio pedagógico básico se basó en la paternidad del educador. La comunidad de los religiosos acogió entonces al huérfano como en familia, para «vivir juntos el día» y crear juntos las perspectivas de inserción en la sociedad con una formación humana y cristiana como base para todas las vocaciones.

Luigi Monti murió en Saronno a los 75 años de edad en el año 1900. En el 2003 se difundió el decreto que definió como milagrosa la curación acontecida en 1961 en Bosa (Cerdeña) del campesino Giovanni Luigi Iecle por intercesión de Luigi Monti. Se abrieron así las puertas a su beatificación. .

Actualmente, la Congregación de los Hijos de la Inmaculada Concepción, formada por 336 religiosos y novicios, de los cuales 98 son sacerdotes, sigue plasmando el carisma de acogida paternal y de asistencia de su fundador y dirige prestigiosos hospitales y obras de beneficencia.

Junto a Luigi Monti, Juan Pablo II beatificó este domingo al sacerdote español Juan Nepomuceno Zegrí y Moreno (1831-1905) –fundador de las Hermanas Mercedarias de la Caridad–, al sacerdote belga de la Orden de los Frailes Menores Valentin Paquay (1828-1905), a la religiosa española Bonifacia Rodríguez Castro (1837-1905) –fundadora de la Congregación de las Hermanas Siervas de San José— y a Sor Rosalie Rendu (1786-1856), de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl.

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ZENIT Staff

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