Luigi y María, unidos hasta en el milagro que permitió su beatificación

Declaraciones del postulador de su causa, el padre Paolino Rossi

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CIUDAD DEL VATICANO, 22 octubre 2001 (ZENIT.org).- Por primera vez en la historia, Juan Pablo II elevó este domingo a la gloria de los altares de manera conjunta a un matrimonio. Una manera de decir a la Iglesia del tercer milenio que la santidad no es monopolio de religiosos, reconoce el postulador de esta causa de beatificación.

El padre Paolino Rossi, quien ha presentado ante la Congregación vaticana para las Causas de los Santos la documentación que ha permitido comprobar el heroísmo de las virtudes traza un perfil de Luigi (1880-1951) y María (1884-1965) Beltrame Quattrocchi sin rasgos espectaculares.

María era profesora y escritora de temas de educación, comprometida en varias asociaciones (Acción Católica, Scout, etc.). Luigi fue un brillante abogado que culminó su carrera siendo vice-abogado general del Estado italiano. Tuvieron cuatro hijos: Filippo (hoy padre Tarcisio), nacido en 1906; Stefania (sor Maria Cecilia), nacida en 1908 y fallecida en 1993; Cesare (hoy padre Paolino), nacido en 1909; y Enrichetta, la menor, que nació en 1914.

Rossi explica a Zenit: «Luigi y María no tenían aparentemente nada de «extraordinario». Lo que les distingue es la «manera extraordinaria» con la que vivieron».

«Los dos esposos fueron cristianos convencidos –añade–, coherentes y fieles a su propio bautismo; supieron acoger el proyecto de Dios sobre ellos y respetaron su prioridad; fueron personas de gran caridad, entre sí, con los hijos y con el prójimo, promoviendo el bien y la justicia; fueron personas de esperanza, que supieron dar el justo significado de las realidades terrenas, con la mirada puesta siempre en la eternidad».

Según el padre Rossi, estos dos nuevos beatos dejan al mundo un «mensaje de esperanza, consuelo y apoyo a la familia cristiana, asaltada hoy por tantos problemas y asediada en sus valores fundamentales, en su ideal, en su configuración genuina».

Esta causa de beatificación ha sido también especial por otro motivo: la Congregación para las causas de los santos aceptó un sólo milagro para los dos siervos de Dios. Según revela el postulador, se trata de Gilberto Grossi, un joven que hoy es neurocirujano, pero que en el momento en el que lo experimentó trabajaba en la casa Beltrame Quattrocchi catalogando los escritos de los dos esposos.

«Su invocación a Dios por la curación de alteraciones óseas, que con frecuencia le obligaban a permanecer inmóvil, fue dirigida por intercesión de ambos cónyuges», revela el postulador.

«Al reconocer su «común intercesión» –concluye el postulador–, podemos decir que los teólogos han subrayado que los esposos no sólo están unidos en una dimensión humana, sino también espiritual».

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ZENIT Staff

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