Madagascar: La comunidad internacional debe evitar un baño de sangre

El padre misionero Alvati analiza la crisis tras las elecciones

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ANTANANARIVO, 13 marzo 2002 (ZENIT.org).- La comunidad internacional debe intervenir ahora en Madagascar para impedir un derramamiento de sangre, afirman fuentes misioneras de la República insular.

El padre Cosimo Alvati, director de Radio Don Bosco, lanza su llamamiento en declaraciones a los diferentes medios de comunicación católicos, como «Radio Vaticano», «Avvenire» y otros.

Al menos dos personas muerion este miércoles en enfrentamientos entre manifestantes rivales en la ciudad de Toamasina, al noreste de Madagascar, donde se ha decretado un alto el fugo, según informaron hoy fuentes locales.

Asimismo, cuatro personas resultaron heridas durante una primera manifestación organizada en el centro de la ciudad ante la sede de la gobernación por los partidarios del «presidente» autoproclamado Marc Ravalomanana, que se enfrentaron con un centenar de partidarios del jefe del Estado saliente Didier Ratsiraka, cuyo feudo es precisamente Toamasina.

Ravalomanana, alcalde de Antananarivo, afirma que ganó el primer truno de las elecciones presidenciales del 16 de diciembre, y se proclamó presidente de la República el 12 de febrero pasado. Rechazó los resultados oficiales que le obligaban a participar en un segundo turno ante el presidente saliente Ratsiraka.

Una misión de la Organización para la Unidad Africana, al concluir una visita al país, ha propuesto una nueva consulta electoral para salir de la crisis.

«Este es un momento fundamental para Madagascar –afirma el padre Alvati–. Y la comunidad internacional debe comprenderlo. Hay que intervenir ahora porque este es el único modo en que se puede dar un cambio de poder sin derramamiento de sangre, sin violencia».

Desde hace dos meses el país está paralizado por huelgas de personas que piden la salida de Ratsiraka.

«Hay miedo, sobre todo en las provincias donde la gente está más sujeta a las intimidaciones de los seguidores de Ratsiraka –afirma el misionero–. Por esto la comunidad internacional debe actuar y pronunciarse claramente. Hasta ahora ha hablado sólo París, mientras que la ONU ha pedido respetar las instituciones».

«Ratsiraka está sin embargo aislado en su ciudad natal de Tamatave –revela Alvati–. El sábado pasado dimitió el ministro de Defensa Marcel Ranjeva (que de todo modos había mantenido al Ejército lejos de la disputa) y su sucesor Jules Mamizara –nombrado por el nuevo Ejecutivo de Ravalomanana– se ha reunido ya con 200 altos oficiales que, excepto en dos casos, se han pronunciado a favor del nuevo presidente».

«Un claro pronunciamiento internacional es importante, incluso porque Ratsiraka podría no tener otra vía de salida que desencadenar la violencia –concluye–. No olvidemos que en 1991 hizo disparar a la muchedumbre, provocando una masacre. Esto no debe suceder de nuevo».

La República Democrática de Madagascar, separada de la costa sureste de África por el canal de Mozambique, está formada por la isla malgache, la cuarta mayor del mundo, y otras islas de menor tamaño.

La población es de casi 16 millones de personas, de los cuales algo menos de cuatro millones son católicos bautizados. La mayoría de la población sigue las religiones tradicionales, aunque es también significativa la presencia de protestantes y musulmanes.

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ZENIT Staff

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