Manos Unidas o la «dimensión mariana de la caridad»

Entrevista a la nueva presidenta, Begoña de Burgos

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MADRID, martes, 24 octubre 2006 (ZENIT.org).- La nueva presidenta de la organización Manos Unidas cuenta a Zenit que su entidad pone en marcha la «dimensión mariana de la caridad».

Begoña de Burgos (Málaga, 1950) está casada y es madre de cuatro hijos. Desde 2002 colabora en Manos Unidas, primero en la Delegación de Madrid y desde mayo es la presidenta nacional.

Manos Unidas es la asociación de la Iglesia en España para la ayuda, promoción y desarrollo del Tercer Mundo y es a su vez una Organización no Gubernamental para el Desarrollo (ONGD) de voluntarios, católica, sin ánimo de lucro y de carácter benéfico.

Su misión es luchar contra el hambre, la deficiente nutrición, la miseria, la enfermedad, el subdesarrollo y la falta de instrucción.

–Usted es arquitecto, ¿qué rostro de Manos Unidas querría ayudar a construir?

–De Burgos: Manos Unidas es una casa cimentada en una magnifica roca: los Evangelios y la Doctrina Social de la Iglesia; pensada, puesta en marcha por las mujeres de Acción Católica y desarrollada, desde hace casi 50 años, por generaciones de mujeres en su gran mayoría; esto nos da un estilo propio de luchar contra el hambre y las causas que la producen, es la dimensión mariana de la caridad.

Al ser Manos Unidas una asociación pública de fieles tiene una nota peculiar, no actúa a título particular, sino en nombre de la Iglesia, de la cual recibe la misión para realizar su trabajo con las personas más pobres de otros países, como un ejercicio de comunión y corresponsabilidad en la misión global de la Iglesia y en la tarea que la propia Iglesia le ha encomendado.

–¿Cómo ve la conciencia de los católicos españoles en el campo social y dónde cree que están más implicados?

–De Burgos: Los españoles en general son muy generosos para con los demás, tanto en tiempo como en dinero; cuando además existe una razón espiritual como es su compromiso como católicos, esa generosidad se multiplica en cualquier sector necesitado de ayuda, comprensión, en una palabra de amor cristiano.

Creo sinceramente que no se puede hablar del sector social donde los católicos estén más implicados, una mirada atenta descubre enseguida que detrás de cualquier actividad social a favor de la dignidad del ser humano, de su crecimiento tanto material como espiritual estamos los católicos. Principalmente en aquellos campos de alta marginalidad, es decir los más abandonados entre los abandonados.

Nuestro lema de este año dice «Otro mundo es posible, depende de ti». En este caso le puedo decir que en España los católicos, en numerosas ocasiones, hacen posible otro mundo con su generosidad, con su entrega, en definitiva con su testimonio cristiano.

–Las ONG a veces son vistas desde la Iglesia como puro voluntariado, vuestra organización en cambio es voluntariado pero católico: ¿les cuesta darlo a entender?

–De Burgos: Desde sus orígenes, Manos Unidas ha estado vinculada a la jerarquía de la Iglesia católica. Empezó como una acción de las mujeres de Acción Católica.

En la actualidad, según nuestros Estatutos Manos Unidas es una asociación pública de fieles, de ámbito nacional, vinculada a la Conferencia Episcopal Española a través de la Comisión de Apostolado Seglar y con doble personalidad jurídica, ya que tiene el reconocimiento civil y el eclesial.

Nuestra tarea, por decirlo de una manera mas coloquial, la recibimos directamente de la Iglesia, es un servicio que prestamos a las personas más pobres de otros países, en nombre de la Iglesia a la que representamos en este ámbito de la cooperación y el desarrollo y esto lo realizamos como voluntarios.

Lo que causa sorpresa en la sociedad es que la experiencia de Manos Unidas, va en sentido contrario de las tendencias actuales que pretenden dejarlo todo en manos de profesionales contratados.

Sin embargo, en Manos Unidas, la inmensa mayoría de las personas que la conforman somos voluntarios, incluso las personas responsables de los órganos de dirección también tienen que ser voluntarios.

–Los proyectos que ustedes financian no están condicionados por la raza, la religión ni el país. ¿Su labor es, en este sentido, una contribución al diálogo intercultural e interreligioso?

–De Burgos: El fin de Manos Unidas, es la lucha contra el hambre, la deficiente nutrición, la miseria, la enfermedad, el subdesarrollo y la falta de instrucción, de forma que como dice la encíclica «Populorum Progresio» «el hombre sea por sí mismo, agente responsable de su mejora material, de su progreso moral y de su desarrollo espiritual». Como verá no hablamos de ninguna distinción, como tampoco lo hacen los misioneros, principales beneficiarios de nuestras financiaciones.

Esto es con relación a los proyectos de desarrollo en los países del Tercer Mundo pero además se da el hecho de que, por diversos motivos, llegan a Manos Unidas personas no creyentes o pertenecientes a otras religiones, que la han conocido, se han identificado con su fin y se prestan a colaborar en las tareas que realiza.

Son generalmente voluntarios, que dedican a la organización parte de su tiempo desde un altruismo humanitario.

Otros, en cambio, por diferentes circunstancias, han abandonado la fe y hoy no se consideran católicos o están entre los que se denominan católicos no practicantes o alejados de la Iglesia.

Personas de estas características se consideran de Manos Unidas, a la que dedican tiempo, dinero, energías, sentimientos e ilusiones.

Estas características producen un ambiente abierto, cordial y enormemente entusiasta, donde se hace realidad la fe, la esperanza y la caridad en el ser humano y en Dios.

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ZENIT Staff

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