Marea de solidaridad de la Iglesia ante el drama del «Prestige»

Miles de voluntarios de toda España limpian los vertidos

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SANTIAGO DE COMPOSTELA, 12 diciembre 2002 (ZENIT.org).- «La marea blanca de la solidaridad ha vencido a la marea negra», según la Iglesia en Galicia, que se ha sumado a los miles de voluntarios que luchan contra las desastrosas consecuencias de los vertidos del «Prestige».

Las fugas del petrolero «Prestige» comenzaron en torno al 13 de noviembre pasado. La nave, de un solo casco, se partió en dos y se hundió frente a las costas gallegas seis días después del inicio del vertido de fuel.

Según el gobierno español, se han derramado 17.000 de las 77.000 toneladas del combustible diesel que transportaba, y las fugas continúan. Grupos ecologistas aseguran que ha derramado 20.000 toneladas. El resto, se encuentran aún en los depósitos del barco, en el fondo marino.

Los responsables de los obispados gallegos y de organizaciones católicas explicaron que, desde las parroquias, se invitó a jóvenes y catequistas a sumarse a las labores de limpieza de las playas afectadas, según recogió el diario La Razón.

Asimismo, los obispos de Galicia han organizado una colecta extraordinaria en las misas del domingo 22 para ayudar a los numerosos damnificados.

El padre Alberto Cuevas, portavoz del obispado de Tui-Vigo, asegura que «la marea blanca, la de los voluntarios que llevaban monos blancos, ha vencido a la otra marea, la negra».

El obispo de esa diócesis, monseñor José Diéguez Reboredo, solicitó hace unos días a todas las parroquias de su diócesis que «cedieran sus locales para la acogida de los voluntarios», a la vez que pedía a los políticos que, «por encima de las diferencias ideológicas, unan todos sus esfuerzos en la búsqueda de soluciones reales a corto y medio plazo».

Monseñor Julián Barrio, arzobispo de Santiago de Compostela, la diócesis con el mayor número de costas afectadas, visitó personalmente las playas contaminadas, y el 3 de diciembre se reunió con 24 párrocos de la «Costa de la Muerte» para analizar la situación y estudiar la forma más eficaz de acoger a los miles de voluntarios que acudían de toda España el pasado fin de semana.

Su delegado diocesano de medios de comunicación, el padre José Isorna, constató la preocupación de monseñor Barrio, y añadió que a la vez «hay que hacer llegar nuestra gratitud a toda España. Daba gusto ver cómo trabajaban este fin de semana todos los voluntarios, todos a una, sin egoísmos».

Según el portavoz del arzobispado de Santiago, «no hay parroquia desde La Guardia hasta Cabo Ortegal que no se haya volcado para ayudar a limpiar las playas».

«Desde el primer momento, muchos de Cáritas hemos arrimado el hombro acudiendo a ayudar a limpiar las playas», afirma Pilar Lourido, una de las coordinadoras de Cáritas de la diócesis de Mondoñedo-Ferrol.

La organización promovió una campaña de recogida de fondos. Lo peculiar de esta colecta es que «incluso se va a ayudar a los marisqueros furtivos». «A esos sectores a quienes no llega nadie, que no tienen ni facturas ni saben hacerlas, ¿quién les ayuda?», expone.

Las ventas que los mariscadores obtienen en Navidad equivalen al salario de seis meses. «Estamos acostumbrados a que cuando hay una catástrofe, todo el mundo se moviliza, pero después las ayudas se paralizan –constata Lourido–. Los pescadores están temblando por lo que les pueda pasar a partir de marzo».

En la capital gallega, el Cabildo de la catedral también destinó la colecta del pasado domingo a ayudar a los afectados, y el personal laico de la catedral ofreció libre y gratuitamente el trabajo extraordinario de la tarde de los domingos 8 y 22, cuando les correspondería descanso.

Además, «el Cabildo entregará a Cáritas el importe total de las visitas a los museos diocesanos que tengan lugar en esas dos tardes».

Pocos días después del hundimiento del petrolero, los prelados responsables de Apostolado del Mar de Portugal, España y Francia denunciaron «la explotación frecuente de las tripulaciones de marineros, reclutados a menudo en países del Tercer Mundo, a costes más bajos» y el uso «hasta la usura, de buques que la opinión pública llama, con razón, buques-basura» (Cf. Hundimiento del «Prestige»: El mar es don de Dios, no un vertedero, dicen los obispos ).

El arzobispo de Santiago de Compostela, monseñor Julián Barrio, pidió hace unos días en un comunicado «tomar conciencia de la preocupación ecológica que ha de llevar el sello de urgencia en nuestro tiempo».

«La salvaguardia de la creación exige un compromiso solidario por parte de todos a la hora de buscar el bien común. Ecología y solidaridad están íntimamente vinculadas», añadió monseñor Barrio (Cf. El «Prestige» reclama un compromiso ético en la defensa del medio ambiente ).

El prelado también lamentó que «a veces sobra arrogancia y falta sensibilidad para organizar una defensa coherente de los ecosistemas, que no pueden considerarse como un contenedor».

La Conferencia Episcopal Española, al término de la última Asamblea Plenaria de finales de noviembre, se sumó a la condena del vertido y mostró su «solidaridad fraterna con las familias afectadas por esta tragedia».

«El lucro inmoderado a cualquier precio no puede ser el fin exclusivo de las actividades mercantiles», y aseguró que «el cuidado de la naturaleza es un deber moral».

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ZENIT Staff

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