María Inmaculada, imagen de la belleza de Dios; explica un mensaje pontificio

CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 7 diciembre 2006 (ZENIT.org).- La Inmaculada Concepción es «imagen de la belleza y de la caridad divina», considera el cardenal Tarcisio Bertone, en un mensaje enviado en nombre de Benedicto XVI.

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El purpurado salesiano saluda con la misiva pontificia a los participantes en XI Sesión Pública de las Academias Pontificias, organizada este jueves por las Pontificias Academias de la Inmaculada y Mariana Internacional, sobre el tema: «La Inmaculada, Madre de todos los hombres, imagen de la belleza y de la caridad divina».

Este tema, aclara el cardenal Bertone, «quiere subrayar precisamente la participación singular de la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios y Madre de todos los hombres, en el misterio de Dios, misterio excelso de belleza y de caridad».

«Dios, Uno y Trino, que difunde su belleza y su caridad en el mundo que creó, comunica de manera particular estas cualidades suyas a las criaturas humanas por medio del perfectísimo Mediador, su Hijo Jesucristo, modelándolas y santificándolas con la potencia del Espíritu Santo, para que sean santas e inmaculadas en su presencia por la caridad».

Ahora bien, añade, «María de Nazaret destaca entre todas las criaturas como espejo resplandeciente de la belleza divina pues, al haber sido “preservada” del pecado original y llena “de gracia”, está tan animada y penetrada por la caridad del Espíritu Santo que se convierte en prototipo de la persona humana, que de la manera más radical y sin reserva alguna, acoge al Hijo de Dios, en la hora trágica de su Pasión y en la de la Resurrección».

«Al permanecer profundamente unida a Cristo, crucificado y resucitado, María se revela como Madre de toda la humanidad y, en particular, de los discípulos del Hijo».

El cardenal Bertone cita la primera encíclica «Deus caritas est» cuando dice: «María se ha convertido efectivamente en Madre de todos los creyentes. A su bondad materna, así como a su pureza y belleza virginal, se dirigen los hombres de todos los tiempos y de todas las partes del mundo en sus necesidades y esperanzas, en sus alegrías y contratiempos, en su soledad y en su convivencia».

«Y siempre experimentan el don de su bondad; experimentan el amor inagotable que derrama desde lo más profundo de su corazón. Los testimonios de gratitud, que le manifiestan en todos los continentes y en todas las culturas, son el reconocimiento de aquel amor puro que no se busca a sí mismo, sino que sencillamente quiere el bien», añade el mensaje.

A través de la misiva, el Papa alienta a todos los que estudian la figura de María para que se adentren en su descubrimiento por el «camino de la verdad» y el «camino de la belleza», que quedan abarcados en el «camino de la caridad».

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ZENIT Staff

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