Más aplausos que burlas en la visita del Papa a Londres

El segundo día del viaje fue el más intenso y significativo

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LONDRES, sábado 18 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- Ayer fue el día más intenso e históricamente importante de la visita de Estado del Papa a Gran Bretaña.

El Pontífice realizó seis discursos, que dirigió a los profesores estudiantes, líderes religiosos y ecuménicos, y representantes civiles y políticos en las Cámaras del Parlamento.

Su discurso en el Westminster Hall, pronunciado poco después de las 5 de la tarde, fue el momento culminante de la visita de Estado. Las multitudes lo aclamaban mientras él realizó el corto trayecto en papamóvil hasta la Puerta de San Esteban, la entrada del Palacio de Westminster, al que a veces se ha llamado la madre de todos los parlamentos.

A su llegada fue recibido por John Bercow, Speaker de la Cámara de los Comunes, un cargo que una vez detentó santo Tomás Moro, patrono de los políticos, que fue juzgado y condenado en Westminster Hall. Con una fanfarria, los trompetistas del Estado anunciaron la llegada del Papa a la cámara.

Como el Speaker recordó a los presentes en su discurso de bienvenida, esta ha sido la primera visita del Sucesor de Pedro al Parlamento británico – un hecho que por sí solo tiene un significado histórico, y que habría sido «inconcebible» no hace mucho tiempo.

En el discurso del Santo Padre, pronunciado ante cuatro ex primeros ministros de Gran Bretaña, líderes de la Iglesia y representantes de otras religiones, el Pontífice volvió a hablar sobre un tema cercano a su corazón: la importancia de la fe y la razón. Habló de «signos preocupantes» de que la fe está siendo marginada en la sociedad, y destacó el papel que juega la religión en ayudar a los legisladores a descubrir «los principios morales.»

Elogió el papel de Gran Bretaña en el desarrollo internacional, pero recordó que, de la misma manera que, dado que algunas instituciones financieras son «demasiado grandes para quebrar» y se han gastado grandes recursos para impedir que lo hagan, también el desarrollo humano de los pueblos del mundo no es menos importante, “una empresa digna de la atención del mundo, que es también ‘demasiado grande para quebrar'».

Su discurso fue esencialmente una aplicación de su encíclica social Caritas in veritate, un recordatorio de que «toda decisión económica tiene una consecuencia moral», pero llevándola aún más lejos y aplicándola a la esfera política. Era, como un comentarista apunto, «una llamada a la unión, y un motivo – para que la religión no sea desechada por la sociedad laica».

Su acogida por los políticos en el Palacio de Westminster fue impresionante. «Nadie podría haber adivinado el calor que le mostraron,» dijo el Padre Christopher Jamison, hasta hace poco tiempo abad de la Abadía de Worth, en Sussex. «Su discurso fue muy significativo para el país”. También fue muy oportuno. El nuevo gobierno de coalición está acpetando el papel de la fe en la sociedad, con un ministro diciendo recientemente que la nueva administración «le va a Dios».

El primer día del Papa en Londres comenzó con una misa privada en la Nunciatura, donde el Papa reside. Primero hizo una visita al St. Mary’s University College en Twickenham, un respetado colegio católico de formación de profesores, donde fue recibido por un gran número de enfervorizados escolares. Habló de la importancia de la sabiduría en la enseñanza, invitó a los estudiantes de las escuelas católicas para que sean santos, y entren en relación con Dios en lugar de seguir la cultura de la celebridad, la fama o simplemente la riqueza.

Después se reunió con líderes interreligiosos, durante el cual se supo la noticia de que 6 personas habían sido detenidas por la policía de Londres bajo la sospecha de tramar un plan para atacar al Papa. El Santo Padre fue informado de las noticias durante la mañana. El padre Federico Lombardi, restó importancia a la noticia, diciendo que la situación no era «especialmente peligrosa».

Un almuerzo en la nunciatura apostólica y un breve descanso fue seguido por una caravana de vehículos a través de Londres hasta Lambeth Palace, la residencia oficial del arzobispo de Canterbury. Después del discurso de Westminster Hall, hubo un último momento para la historia cuando el Papa rezó con el arzobispo de Canterbury ante la tumba de San Eduardo el Confesor en la abadía de Westminster, una iglesia que el santo había construido.

Al 100% con el Papa

La atmósfera alrededor de Westminster estuvo animada durante todo el día, con los fieles expresando su apoyo al Santo Padre, y unos pocos manifestantes que intentaron ahogar los gritos con abucheos. No tuvieron éxito. Demasiados simpatizantes tras las barricadas iban gritando su apoyo: Un grupo de mujeres del Camino Neocatecumenal cantó «Aleluya», mientras que otros sostenían pancartas que decían: «Te queremos, Papa» y «Estamos al 100% con el Papa».

Alrededor de 30 defensores de las mujeres sacerdotes se habían reunido ante el Palacio de Lambeth, mientras que Benedicto XVI se reunía con el arzobispo de Canterbury. Entre ellos se encontraba Peter Tatchell, activista de los derechos homosexuales, que ha sido uno de los líderes de la campaña «Protesta contra el Papa». Después de haber atraído la atención de todos los medios, Tatchell quiso restar importancia a hablar de grandes protestas, diciendo que ahora sólo esperaba los grupos pequeños.

Pero a pesar de toda la militancia de Tatchell, éste no está completamente cerrado al diálogo. Me dijo que entendía de dónde venía el Papa en cuestiones con las que no está de acuerdo; simplemente cree que está equivocado. Sin embargo, afirmó que apoya la libertad religiosa, e incluso protestó en nombre de la Iglesia en favor de la libertad religiosa en Arabia Saudita.

Sin embargo, un grupo más duro de manifestantes con el que lidiar fueron los protestantes de la Free Church. Un grupo de miembros en su mayoría ancianos de la Protestant Church Society se habían reunido frente a la Abadía de Westminster para gritar contra el Papa. A todas mis preguntas sobre si estaban dispuestos a escuchar al Papa, estaban abiertos a la lectura de sus obras, o a organizarse en valores comunes, la respuesta fue directa: «No».

Pero el ambiente era de buen humor con un montón de bromas entre ellos y al pasar los sacerdotes católicos. Un gran letrero diciendo «No al papismo» fue interpretado de forma que un sacerdote inglés le dio una ovación calurosa y le hizo una foto. «¡Es bueno ver auténticos protestantes a la antigua por aquí!» bromeó.

Muchos de los católicos que llevaban banderas y pancartas en la multitud dijeron que estaban encantados con la forma en que estaba transcurriendo la medida de la visita se ha ido. El consenso es que el índice de participación ha sido bueno y que ha habido un gran sentido de entusiasmo entre los fieles.

La amabilidad de los anglicanos tampoco ha pasado desapercibida. «Han sido muy generosos y amables», dijo el padre Jamison.

Por Edward Pentin, traducción del inglés por Inma Álvarez

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ZENIT Staff

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