Más de mil sacerdotes analizan en Malta los desafíos actuales de su ministerio

Participan en un congreso de la Congregación vaticana para el Clero

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LA VALLETA, martes, 19 octubre 2004 (ZENIT.org).- Respondiendo a la convocatoria lanzada por la Congregación vaticana para el Clero (www.clerus.org) a los presbíteros, más de mil sacerdotes de ochenta países han viajado a Malta para participar en una reflexión sobre el ministerio sacerdotal.

«Sacerdotes, forjadores de santos para el nuevo milenio – Siguiendo las huellas del apóstol Pablo» es el tema elegido para el congreso internacional que el dicasterio vaticano ha organizado del 18 al 23 de octubre en la isla mediterránea.

En estos días de convivencia y oración se presenta la figura de san Pablo, quien transcurrió tres meses en Malta tras el naufragio del barco que le llevaba prisionero a Roma. Ni en aquella situación el apóstol de los gentiles renunció a evangelizar (Cf. Hch 27, 39-28,10).

«Cómo vivir el sacerdocio de manera auténtica en la época actual» es, para el arzobispo Csaba Ternyàc, el desafío que acompaña al sacerdote durante los siglos, según explicó a los micrófonos de «Radio Vaticana».

Y es que «el sacerdocio de hecho es una realidad sacramental perenne, introducida en el tiempo: hacer contemporáneo a Cristo», añadió el prelado, secretario de la Congregación de la Santa Sede.

Así como Cristo «fue signo de contradicción, así lo es el Evangelio y aquellos que lo anuncian, los sacerdotes». «Fue la experiencia de nuestro Maestro y de los primeros apóstoles –subrayó–. Navegar cuando el viento es bueno no es una gran cosa, pero con el viento en contra, se convierte en un verdadero desafío».

«En una sociedad donde se persigue el éxito, la carrera, el hedonismo, la posición económica, el joven que responde a la llamada sacerdotal intenta orientar de otra forma su vida, buscando no lo efímero, sino los valores que duran. Y éste es el desafío que los jóvenes aman: ir a contracorriente», constató.

Para el arzobispo Ternyàc también «es necesario actualizar siempre nuestro lenguaje y traducir las grandes verdades a una forma de expresión que la gente hable y entienda».

Igualmente «es necesario hablar más de experiencia y con el testimonio de vida», como ya lo subrayó Pablo VI, según el cual «el mundo de hoy requiere más testigos que maestros», reconoció.

Con todo, en opinión del prelado es «gratuito» y «repetitivo» decir que la Iglesia no logra comunicarse con la gente: «¿Cómo explicar si no el movimiento que se registra y se vive en torno a tantas parroquias?», pregunta.

«Se ven crecer de nuevo las actividades juveniles, los movimientos de oración. ¿Cómo podrían seguir los jóvenes a sus sacerdotes si éstos no lograran hablarles y hacerse comprender?», prosigue.

Para el secretario de la Congregación para el Clero, la acusación de que la Iglesia no se hace entender está causada más bien «por la dificultad de vivir el Evangelio, las orientaciones del Magisterio, especialmente en temas que afectan más que nunca a la sociedad de hoy», «aborto, eutanasia, divorcio, manipulaciones genéticas y otros problemas».

«Cuando los sacerdotes predican con claridad la doctrina del Evangelio y del Magisterio, he aquí que extrañamente se hacen incomprensibles. Es una gran paradoja, que la gran pensadora, Simone Weil, formula así: “El sacerdote católico es comprensible sólo si hay en él algo incomprensible”», concluye.

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ZENIT Staff

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