Matrimonio y familia: generadores de capital social

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BARCELONA, sábado, 28 octubre 2006 (ZENIT.org).- La Universidad Abat Oliba de Barcelona está trabajando en diversos estudios acerca del capital social. Forumlibertas.com ha adelantado algunas de las conclusiones que se publicarán en su Centro de Estudios de la Realidad Social.

LA IMPORTANCIA DEL CAPITAL SOCIAL

1. PRESENTACIÓN

El capital social constituye la expresión concreta de la responsabilidad social. La noción de capital social apareció por primera vez en las discusiones de Lyda Judson Hanifan, de las escuelas comunitarias rurales (véase, Hanifan 1916, 1920). Utilizó el término para describir “aquellas sustancias tangibles que tienen mayor importancia en la vida diaria” (1916: 130). Sin embargo, ha sido necesario que transcurriera un cierto tiempo para que el uso del término se extendiera.

El trabajo de Robert D. Putnam (1993; 2000) ha supuesto el lanzamiento del capital social como punto central de la discusión política y científica. Sin embargo, otras notables contribuciones han provenido de Jane Jacobs (1961) respecto a la sociabilidad y la vida urbana, Pierre Bourdieu (1983) respecto a la teoría social y James S. Coleman (1988) en sus debates sobre el contexto social de la educación.

También ha sido recogido por el Banco Mundial como una idea de organización útil. Se argumenta que “cada vez hay más pruebas de que la cohesión social es decisiva para que las sociedades prosperen económicamente y para que el desarrollo sea sostenible” (El Banco Mundial, 1999). También hemos empezado a ver el capital social como punto central del desarrollo y el mantenimiento organizativo ( Cohen y Prusak 2001 ).

2. DEFINICIÓN DEL CAPITAL SOCIAL

Mientras el capital físico se refiere a los objetos físicos y el capital humano se refiere a las propiedades individuales, el capital social se refiere a las relaciones entre individuos-redes sociales y las normas de reciprocidad y honradez que surgen de ellas. En este sentido, el capital social está estrechamente relacionado con lo que algunos han denominado “ virtud cívica ”. La diferencia es que el “capital social” hace hincapié en el hecho de que la virtud cívica es más eficaz cuando forma parte de una red significativa de relaciones sociales recíprocas. Una sociedad de muchos individuos virtuosos pero aislados no es necesariamente rica en capital social (Putnam 2000; 19).

El capital social se refiere a las instituciones, relaciones y normas que conforman la calidad y la cantidad de las interacciones sociales de una sociedad. El capital social no es sólo la suma de las instituciones que configuran una sociedad, sino que es el aglutinante que la mantiene unida ( el Banco Mundial, 1999 ).
Por capital social se entiende la totalidad de las relaciones activas entre las personas: la confianza, la comprensión mutua y los comportamientos y valores compartidos que unen a los miembros de las comunidades y redes humanas que hacen que la acción cooperativa sea posible ( Cohen y Prusak 2001: 4).

La premisa básica es que la interacción permite a las personas crear comunidades, comprometerse entre sí y tejer la red social. El sentido de la pertenencia y la experiencia concreta de las redes sociales ( y las relaciones de confianza y tolerancia posiblemente implicadas ) pueden, se señala, aportar grandes beneficios a las personas.

La confianza entre individuos se convierte así en confianza entre desconocidos y la confianza de un amplio abanico de instituciones sociales; por último, se convierte en valores, virtudes y expectativas compartidos por la sociedad en su conjunto. Por otra parte, sin esta interacción, la confianza se va perdiendo hasta que, llegado un cierto punto, dicho deterioro se traduce en serios problemas sociales.

3. LAS DIMENSIONES DEL CAPITAL SOCIAL

El capital social permite a los ciudadanos resolver más fácilmente problemas colectivos. A menudo las personas se pueden sentir más satisfechas si cooperan, aportando cada una su parte. Pero cada individuo se beneficia más eludiendo su responsabilidad, esperando que los demás hagan el trabajo que le corresponde. La mejor manera de resolver este dilema es utilizar un mecanismo institucional suficientemente eficaz para garantizar el cumplimiento del comportamiento colectivamente deseable. Las normas sociales y las redes que las refuerzan proporcionan dicho mecanismo.

En segundo lugar, el capital social engrasa los engranajes que permiten a las comunidades funcionar eficazmente. Cuando las personas son confiadas y dignas de confianza y están sujetas a continuadas interacciones con conciudadanos, el trabajo diario y las transacciones sociales son menos costosas.

Una tercera forma mediante la cual el capital social mejora nuestro destino consiste en ampliar nuestra conciencia respecto a las numerosas maneras de enlazar nuestros destinos. Las personas que tienen relaciones activas y de confianza con los demás, ya sean miembros de la familia, amigos o compañeros de juego, desarrollan o mantienen rasgos de carácter que son beneficiosos para el resto de la sociedad. Las personas que participan en actividades sociales son más tolerantes, menos cínicas y más empáticas a las desgracias de los demás.

Las redes que conforman el capital social también sirven de conductos para el flujo de información útil que facilita conseguir nuestros objetivos El capital social también opera mediante procesos biológicos y psicológicos para mejorar las vidas de los individuos. La evidencia creciente sugiere que las personas cuyas vidas son ricas en capital social se enfrentan mejor a los traumas y luchan de forma más efectiva contra la enfermedad.

4. LOS BENEFICIOS CONCRETOS ASOCIADOS AL CAPITAL SOCIAL

El desarrollo infantil está fuertemente moldeado por el capital social. La confianza, las redes y normas de reciprocidad dentro de la familia de un niño, la escuela, el grupo de la misma edad y la gran comunidad tienen mayores efectos sobre sus oportunidades y opciones, y por ello sobre su comportamiento y desarrollo ( Ibíd.: 296-306 ).

En áreas de alto capital social los espacios públicos son más limpios, la gente es más amable y las calles son más seguras. Los tradicionales “factores de riesgo” de los barrios tales como alta pobreza y movilidad residencial no son tan significativos como la mayor parte de la gente cree. Los lugares tienen índices más altos de criminalidad en gran parte debido a que las personas no participan en organizaciones de la comunidad, no supervisan a los más jóvenes y no están unidos por redes de amigos.

Un creciente grupo de investigadores sugiere que donde la confianza y las redes sociales florecen, los individuos, las empresas, los barrios e incluso las naciones prosperan económicamente. El capital social puede ayudar a mitigar los efectos malignos de la desventaja socioeconómica.

Parece haber una fuerte relación entre la posesión de capital social y un estado más saludable. Los encuentros regulares en un club, el voluntariado, el entretenimiento y la asistencia a Misa es un placer equivalente a obtener un título universitario o más que doblar los ingresos.

En definitiva el capital social permite a los ciudadanos resolver más fácilmente problemas colectivos. Es la vinculación social. Sociedad vinculada y capital social están estrechamente relacionados, como lo están sentido comunitario y desarrollo del principio de subsidiariedad.

El capital social, por tanto, engrasa los engranajes que permiten a las comunidades funcionar eficazmente, reduce los costes sociales, los costes de transacción y el mantenimiento físico y del orden en el espacio público. También constituye un factor de pacificación y seguridad, por cuanto las personas que no tienen relaciones con los demás son incapaces de comprobar la veracidad de sus propios puntos de vist
a. Sin esta oportunidad, es más fácil que las personas sean dominadas por sus peores impulsos. Además, mejora las condiciones de vida de la sociedad con una menor necesidad de intervenciones públicas.

El matrimonio estable y su descendencia, las relaciones de parentesco, constituyen la fuente primaria de capital social. A partir de ellas se extiende hacia otras instituciones sociales, confesiones religiosas, escuelas, empresas, comunidades territoriales, los vecinos, el barrio, la ciudad etc… hasta un tercer nivel configurado por el mundo asociativo.

La confianza, las redes sociales familiares y de relación, la participacion y la responsabilidad son los factores generadores de capital social

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ZENIT Staff

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