Médicos convocan el «Año de Pere Tarrés», beato médico y sacerdote

Habla el doctor Josep Maria Simón, presidente de Médicos Cristianos de Cataluña

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BARCELONA, jueves, 3 febrero 2005 (ZENIT.org).- El Colegio Oficial de Médicos de Barcelona ha declarado el 2005 «Año Doctor Tarrés» para promover la figura de este beato médico, sacerdote y miembro activo de la Acción Católica, beatificado por el Juan Pablo II en Loreto el 5 de septiembre de 2004.

El médico Josep Maria Simón, impulsor de esta iniciativa y presidente de Médicos Cristianos de Cataluña, en esta entrevista concedida a Zenit la actualidad de este hombre que vivió entre 1905 y 1950.

–¿Por qué un año dedicado al beato Pere Tarrés?

–Simón: Soy un entusiasta de la figura del doctor Pere Tarrés pero soy también, desde hace años, directivo de la Internacional de Médicos Católicos, la FIAMC. Esto último me permite ver el mundo y la Iglesia con una perspectiva global.

Y le puedo asegurar que no exagero nada si le digo que Tarrés es un santo verdaderamente excepcional. Ningún santo es «uno más». Todos son ejemplos para seguir a Cristo. Pero mi ojo clínico me dice que el santo médico catalán es «especial» y su legado fructificará en todo el orbe.

La doctora Sylvia Correale, postuladora de su causa de beatificación, me ha dicho que en China se abrirá un dispensario atendido por religiosas que llevará su nombre. En Latinoamérica se le empieza a conocer. En el próximo congreso de médicos católicos de aquel continente, que tendrá lugar en Santiago de Chile, en abril, no desperdiciaré oportunidad para volver a presentar su figura. Ésta se difunde de una manera distinta a como lo haría si hubiese sido llamado a fundar una orden religiosa. Pero se difunde.

¡Hasta tenemos una buena biografía en lengua italiana! Y el libro sobre santos médicos que están preparando los doctores Gianluigi Gigli y Salvino Leone, incluirá también al doctor Tarrés.

Hay varios médicos recientes que son santos: Ricardo Pampuri, Pepino Moscati o Gianna Beretta Molla, la pediatra que murió para que su hijo no quedase malherido por la quimioterapia. La profesión de médico, después de la de clérigo o religiosa, es la que más santos ha dado a la Iglesia.

–El Año Pere Tarrés insiste en dar a conocer la faceta de médico de este personaje. ¿También se insistirá en su vertiente sacerdotal?

–Simón: Una de las cosas que –me consta– impresionaron de Tarrés a Juan Pablo II es que ya era santo ejerciendo la medicina. Trabajó con competencia profesional y pensando siempre en los demás, como cuando le dio a un soldado, en el frente de guerra, las medicinas que guardaba para sí mismo.

Tarrés era un ferviente devoto de la Virgen María. Quizá por ello hizo de su ejercicio profesional una opción preferencial por las madres. Y a todo varón enfermo o herido lo atendía como si su madre estuviese presente.

–¿Por qué Pere Tarrés es un factor de unión entre distintas sensibilidades eclesiales?

–Simón: Hay distintos motivos. Es un hecho innegable que Tarrés recibió la vocación al sacerdocio y dejó la Medicina que tanto amaba por lo único por lo que la podía dejar. Y murió ofreciéndose como víctima por la santidad de los sacerdotes de Barcelona. Hoy es una figura que une a las diversas sensibilidades eclesiales.

Otra faceta de Tarrés es el profundo respeto que tenía por el don divino de la sexualidad humana. Así, en su labor de apostolado con la juventud, una de sus «especialidades», les hablaba de la virtud humana y cristiana de la pureza, para que fueran felices e hicieran felices a los demás.

El Colegio de Médicos de Barcelona ha tenido la rapidez de reflejos de declarar el Año Tarrés-2005, justo cuando se cumple el centenario de su nacimiento.

Habrá diversos actos culturales, se ha creado una página web especial y una exposición que incluirá la lengua inglesa mostrará al Tarrés hombre, médico, sacerdote y patriota. En 2006, se mostrará en Barcelona en el Congreso Internacional de Médicos Católicos. Luego peregrinará por Europa y los Estados Unidos.

Cuando se la biografía, siempre se dice «médico, sacerdote y apóstol de la juventud». Éste era su ADN.

Ahora esperamos que los médicos que puedan llegar a conocerle le «copien» alguna de sus facetas y que tengamos pronto el milagro que permita su canonización.

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ZENIT Staff

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