Meditación para el primer día de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos

CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 17 enero 2008 (ZENIT.org).- Publicamos el comentario a los textos bíblicos escogidos para el primer día de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, el 18 de enero.

El texto forma parte de los materiales distribuidos por la Comisión Fe y Constitución del Consejo Ecuménico de las Iglesias y el Consejo Pontificio para la promoción de la Unidad de los Cristianos.

Textos bíblicos, meditaciones y oraciones

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para el Octavario

Día primero                Orad siempre

No ceséis de orar (1 Tes 5,17)

Is 55,6-9                 Buscad al Señor mientras se le encuentra

Sal 34                      Llamé al Señor y él me respondió

1 Tes 5,13b-18        No ceséis de orar

Lc 18,1-8                 Orar constantemente y sin desfallecer

Comentario

Pablo ha escrito: «Estad siempre alegres. No ceséis de orar. Manteneos en constante acción de gracias, porque esto es lo que Dios quiere de vosotros como cristianos». Su carta va dirigida a una comunidad de fieles ansiosos ante la muerte. Muchos hermanos y hermanas, buenos y creyentes, se «durmieron» antes de que el Señor vuelva de nuevo para unirlos a todos en su resurrección. ¿Que será de estos fieles difuntos? ¿Cuál será la suerte de los vivos? Pablo los reconforta diciendo que los muertos resucitarán con los vivos y los invita «a orar sin cesar». ¿Pero qué significa orar sin cesar? Las lecturas de hoy ofrecen algunos elementos como respuesta a esta cuestión. Toda nuestra vida debe ser una búsqueda de Dios, en la convicción que si buscamos, encontraremos. 

En pleno exilio, cuando todo parece inútil y sin esperanza, el profeta Isaías proclama: «Buscad al Señor mientras se le encuentra, invocadlo mientras está cerca». Incluso en el exilio, el Señor está cerca de su pueblo y le exhorta a dirigirse a él en la oración, y a seguir sus órdenes para que pueda conocer su misericordia y su perdón. En el centro del salmo 34 encontramos esta convicción profética que el Señor responderá a la llamada de los que lo invocan, uniendo la alabanza a la llamada a la oración continua.

 En el evangelio de Lucas, Jesús dice la parábola de la viuda que pide justicia por un juez que no tiene temor de Dios ni respeto a los hombres. Este relato es una manera de recordar la necesidad de una oración constante, «orar siempre y sin desfallecer», y la certeza que la oración concederá: «¿Y Dios no haría justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?».

Como cristianos en búsqueda de la unidad, meditamos sobre estas lecturas para encontrar «la voluntad de Dios» respecto a nosotros «en Cristo Jesús». Es Cristo aquel que vive en nosotros. La llamada de orar sin cesar se convierte en parte integral de su intercesión eterna ante el Padre: «Que todos sean uno… para que el mundo crea… «. La unidad que buscamos es la unidad «tal como Cristo la quiere» y la celebración del «octavario» de oración por la unidad de los cristianos es el reflejo del concepto bíblico de plenitud, es decir, la esperanza que un día habrá respuesta a nuestra oración. 

La unidad es un don que Dios hace a la Iglesia. Es también la vocación de los cristianos destinados a vivir de este don. La oración por la unidad es la fuente de donde brota cualquier esfuerzo humano dedicado para manifestar la unidad plena y visible. Numerosos son los frutos producidos hace un siglo de octavarios de oración por la unidad. Con todo, numerosas también son las barreras que dividen aún los cristianos y sus Iglesias. Con el fin de no desalentarnos, debemos ser constantes en la oración y buscar al Señor y su voluntad en todo lo que emprendemos y en todo lo que somos.

Oración

Señor de la unidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, te pedimos sin cesar para que todos seamos uno como tú eres uno. Padre, oye nuestra llamada cuando te buscamos. Cristo, condúcenos a la unidad que deseas para nosotros. Espíritu Santo, procura que no nos desalentemos nunca. Amén.

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ZENIT Staff

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