Mejora la salud de los ugandeses por la labor de los hospitales católicos

Pero se necesita más personal, se subraya en el «Meeting» de Rímini

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RIMINI, lunes, 30 agosto 2004 (ZENIT.org).- En medio de una situación sanitaria crítica, la labor de los hospitales católicos en Uganda está evidenciando su importancia, según se pudo constatar el martes pasado en uno de los encuentros del multitudinario «Meeting» celebrado en la localidad italiana de Rímini por iniciativa de Comunión y Liberación.

Hambre, malnutrición, pobreza y subdesarrollo son factores que inciden negativamente en la situación sanitaria de África. En Uganda, de cada mil niños nacidos mueren 150 de edad inferior a los 5 años, y más de la mitad de las plazas hospitalarias las ocupan enfermos de Sida.

A ello se suma la falta de fármacos e instrumental médico, así como la escasez de recursos humanos cualificados, se alertó en el encuentro «La experiencia de los hospitales católicos en Uganda».

Ante este panorama, el nuncio apostólico en el país africano, el arzobispo Chistophe Pierre, subrayó cómo la obra de las estructuras sanitarias católicas, especialmente la labor de las personas que las han realizado, «son testimonio tangible de qué quiere decir caridad, solidaridad, subsidiariedad y salir al encuentro del sufrimiento. Así como hizo Cristo, porque ésta es la Iglesia».

De hecho, como recordó el representante papal en Uganda, los primeros en construir hospitales en ese país fueron los misionarios que llegaron con fines evangelizadores, «porque esto forma parte de su misión».

«También nosotros, frente a situaciones demasiado complicadas, experimentamos la tentación de decir: “compete al Estado” –reconoció monseñor Pierre–; pero he visto una Iglesia que ha aceptado el desafío utilizando la inteligencia y la solidaridad hija de la caridad».

«También nos corresponde a nosotros, porque Jesús curó a los enfermos», recalcó por su parte monseñor John Baptist Odama, arzobispo de Gulu, entre los distritos septentrionales de Uganda sometidos desde 1986 a las torturas y asesinatos del «Ejército de Resistencia del Señor» (LRA, por sus siglas en inglés) del visionario a sueldo de Sudán Joseph Kony.

[Las consecuencias de las acciones de la citada formación rebelde se estiman actualmente en más de 120.000 muertos, más de 30.000 niños secuestrados (reducidos a la esclavitud –también sexual– o enrolados a la fuerza en la guerrilla) y una cifra superior al un millón de civiles desplazados. Ndr] .

Actualmente en Uganda en 19 diócesis están activos 27 hospitales católicos, 230 centros de salud y 12 escuelas de formación.

Daniele Giusti, secretario del «Uganda Catholic Medical Bureau», recordó que el primer hospital de Nsambya y la escuela de enfermería fueron estructuras fundadas en 1903 por la madre Kevina.

El padre Ambrosoli, junto al protestante sir Albert Cook, dieron vida al hospital de Kalongo, donde existía sólo un dispensario levantado por el padre Malandra. Por su parte el obispo comboniano Mazzoldi fundó y construyó el hospital Matany.

Datos actuales aportados en el «Meeting» reflejan los buenos resultados en la lucha contra el Sida, donde se registra una importante caída del contagio del virus causante de la enfermedad gracias, especialmente, a la campaña basada en la abstinencia sexual y en la fidelidad a la pareja.

Igualmente el empleo de un nuevo antibiótico y la incesante educación en la higiene ha logrado que la plaga del tracoma, una enfermedad que ocasiona ceguera, se haya reducido el 75%.

En el «Meeting» se destacó, por lo tanto, que la financiación, la activación de proyectos higiénico-sanitarios y la utilización de nuevos fármacos son factores que favorecen la curación de las enfermedades, pero el elemento decisivo sigue siendo la decisión de algunas personas de dedicar su profesionalidad y su vida para atender a esas poblaciones.

En este punto aportó su testimonio Daniele Giusti, quien hace 26 años viajó al país africano como voluntario y se hizo misionero, convirtiéndose en director de un centro hospitalario. «Nuestro trabajo en Uganda es como una barca que va hacia la tempestad en momentos de calma», reconoció.

«En esta fase navegamos en aguas muy difíciles, pero en esta barca viaja Jesús, y Él ya venció la tempestad», concluyó.

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ZENIT Staff

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