Mensaje de la Santa Sede a los musulmanes al final del Ramadán

El cardenal Arinze insiste en el deber de «educar en el diálogo»

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CIUDAD DEL VATICANO, 19 dic 2000 (ZENIT.org).- Educar en el diálogo es un deber de los cristianos y de los musulmanes. Lo afirma con claridad la Santa Sede en el mensaje que ha enviado a los creyentes en el mensaje del profeta Mahoma con motivo del final del Ramadán.

«Vuestro ayuno con los aspectos y las modalidades que lo caracterizan, participa de una práctica común al cristianismo y a otras religiones. Por lo tanto, este mes constituye un tiempo propicio durante el cual nosotros, cristianos y musulmanes, recordamos «los lazos espirituales que nos unen», según palabras de Juan Pablo II», explica el cardenal Francis Arinze, presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, en el mensaje enviado con motivo de la fiesta del Id al-Fitr.

El hombre a quien Juan Pablo II ha encomendado el diálogo oficial con las religiones (a excepción de las cristianas y del judaísmo), recuerda: «Las Naciones Unidas han proclamado el 2001 como «Año Internacional del Diálogo entre las Civilizaciones». Brindará la ocasión de reflexionar sobre los fundamentos del diálogo, sobre sus consecuencias, sobre los beneficios que de él podrá obtener la humanidad».

De este modo, la misiva vaticana retoma el tema del Mensaje de Juan Pablo II para la Jornada Mundial de la Paz del año 2001 (1 de enero), que lleva por tema precisamente «Diálogo entre las culturas para una civilización del amor y la paz».

«El diálogo de las religiones, el diálogo de las civilizaciones, el diálogo de las culturas, ¿no son, quizás, encuentros de hombres que edifican una civilización del amor y de la paz?», se pregunta Arinze y responde: «Cada uno de nosotros está llamado a favorecer estos diálogos en sus diferentes aspectos de modo que se puedan apreciar los valores de las otras culturas y de las otras religiones».

En particular el cardenal Arinze propone a los musulmanes insistir en la educación en el diálogo de los jóvenes: «El acompañamiento que se da a lo largo de los caminos de la vida deberá tomar en consideración esa preparación necesaria para vivir en una sociedad de pluralismo étnico, cultural y religioso».

«Una educación así entendida nos pide, en primer lugar, que ampliemos nuestra propia visión abriéndola a una perspectiva cada vez más amplia, que nos permita mirar más allá de nuestro país, de nuestra etnia, de nuestra tradición cultural y que considere la humanidad como una familia, en su diversidad y en sus comunes aspiraciones», explica el cardenal nigeriano

«Es una educación a los valores fundamentales de la dignidad humana, de la paz, de la libertad y de la solidaridad. Inspira el deseo de conocer a los demás, de ser piadosos con ellos, de comprender los sentimientos más profundos que los animan. Educar en el diálogo significa suscitar la esperanza de que es posible resolver las situaciones de conflicto mediante un compromiso a nivel personal y colectivo», concluye.

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ZENIT Staff

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