Mensaje de los obispos de Cuba a sus hermanos cubanos

En los 400 años del hallazgo y presencia de la imagen de la Virgen de la Caridad

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LA HABANA, martes, 26 agosto 2008 (ZENIT.org).- Publicamos el mensaje que han enviado los obispos de Cuba a sus hermanos cubanos con ocasión de los 400 años del hallazgo y presencia de la imagen de la Virgen de la Caridad.

El texto fue leído en las misas del sábado 23 y domingo 24 de agosto respectivamente de la isla. Asimismo los prelados han pedido que en el sábado 30 de agosto, a las 12 del mediodía, se hagan repicar las campanas de todas las iglesias del país.

 

MENSAJE DE LOS OBISPOS DE CUBA

A NUESTROS HERMANOS CUBANOS

CON OCASIÓN DE LOS 400 AÑOS DEL HALLAZGO Y PRESENCIA

DE LA IMAGEN DE LA VIRGEN DE LA CARIDAD ENTRE NOSOTROS

«A JESÚS POR MARÍA,

LA CARIDAD NOS UNE»

1. Llenos de alegría nos dirigimos a ustedes para invitarlos a celebrar el Cuarto Centenario del hallazgo de la bendita imagen de la Virgen de la Caridad en el año 1612. Hemos querido hacerlo a todos los cubanos, porque la Virgen de la Caridad es nuestra, seamos creyentes o no creyentes, católicos o protestantes, o tengamos una devoción popular que pueda ser más o menos sincrética. También nos dirigimos a nuestros hermanos cubanos que viven fuera de Cuba, porque la Virgen de la Caridad es símbolo de la Patria, es vínculo de unidad de nuestras familias, de nuestro pueblo y, ante todo, porque es la Madre de Jesucristo, el Hijo de Dios, Salvador de todos los hombres.

2. El acontecimiento que celebramos, como son las cosas de Dios, pasó inadvertido para los cronistas de la época, pero con el transcurrir de los años se convirtió en un hecho de mayor trascendencia para la fe de nuestro pueblo. Esta imagen, hallada y acogida con amor, es el símbolo religioso que expresa y manifiesta de manera privilegiada la religiosidad del pueblo cubano. Por esto, podemos decir que, desde su altar del Cobre, la Virgen de la Caridad ha estado presente en el corazón de la mayoría de los cubanos y nos ha acompañado a lo largo de nuestra historia. Los creyentes católicos la veneramos como Madre, Reina y Patrona de Cuba y, para gran parte de nuestro pueblo, su pequeña imagen evoca y recuerda a Cuba, y en ella quedan plasmados los mejores anhelos y esperanzas de los cubanos.

3. Relatan documentos antiguos que, un día no precisado, dos indios de la región central de Oriente, Rodrigo y Juan de Hoyos, y un pequeño negro esclavo del Cobre, Juan Moreno, encontraron cuando iban a buscar sal a la Bahía de Nipe, una imagen de la Virgen María flotando sobre las olas del mar. Según cuenta el mismo Juan Moreno ya con 85 años de edad, en declaraciones hechas el 1º de abril de 1687 a las autoridades de la época, la imagen flotaba sobre una tabla en la que se leía «Yo soy la Virgen de la Caridad». Eran hombres de fe que admirados por el hallazgo, recogieron la imagen y gozosamente la llevaron al Hato de Barajagua, allí le levantaron un bohío de tablas de palma y guano y, con respeto, la pusieron sobre un improvisado y modesto altar adonde acudían a venerarla.

4. Después trasladaron a su ya querida imagen, en larga y devota procesión, hasta el poblado de El Cobre y la expusieron para veneración de los cobreros en la iglesia parroquial. Posteriormente, la llevaron a la capilla del hospital de pobres del poblado. Ya en el año 1648, le habían construido una pequeña ermita y más tarde, en el año 1680, un espacioso templo adonde acudían los pobladores de El Cobre e iban de peregrinación los de Santiago de Cuba, Bayamo y otras comarcas cercanas. El pueblo enseguida experimentó los bienes y gracias que recibía de Dios por medio de la Madre de su Hijo, María de la Caridad. Son muchos los milagros y prodigios que narran los documentos de la época.

5. Desde su Santuario de El Cobre se fue extendiendo la devoción a la Virgen de la Caridad. Conquistó el corazón de muchas personas, pues la sentían cercana y acudían ante ella para manifestarle amor y alcanzar sus favores. El Cobre se convirtió, hasta el día de hoy, en lugar de peregrinación para los devotos de toda la isla. A principios del siglo XVIII, en 1717, se levanta una ermita, hoy parroquia, a su nombre en la Villa de Sancti Spíritus. En Camagüey se construye otra ermita en el año 1734 que se convierte en lugar de coloridas fiestas populares, procesiones y peregrinaciones. En el poblado de Quemados, hoy Marianao, en ese mismo año, se levanta también una capilla bajo la advocación de Nuestra Señora de la Caridad. Lentamente la devoción a María de la Caridad se extiende de un extremo al otro de la isla y se propaga a amplios sectores de la población, sobre todo entre los criollos y principalmente entre los campesinos y los grupos más humildes. De manera que también, en el aspecto religioso, se comienza a vislumbrar la diferenciación entre lo criollo autóctono y lo peninsular. Los cubanos emigrantes por motivos económicos y familiares y los cubanos exiliados a partir de las luchas de independencia y de los conflictos que hemos tenido en la historia más reciente, llevaron consigo la devoción a la Virgen de la Caridad, levantándole altares, iglesias y santuarios. A ellos acuden, al igual que en Cuba, a venerarla como Madre y Patrona del pueblo cubano. Fuera de la Patria su condición de símbolo que evoca a Cuba, permanece siempre. Y, a través de los cubanos en distintos países la devoción a la Virgen de la Caridad se ha extendido por diversos pueblos.

6. Al disponernos a celebrar este aniversario, nuestros primeros sentimientos son de agradecimiento a Dios porque nos ha regalado a María de la Caridad, Madre de Jesucristo, como Madre nuestra y Patrona de Cuba. Dios siempre está presente en la historia y por eso muchos hombres y mujeres en nuestro pueblo experimentamos que la Virgen de la Caridad ha sido un regalo de Dios para los cubanos, porque en ella descubrimos la bondad que viene de Dios, la sentimos cercana al Señor y acudimos a Ella en busca de favores. Bajo su amparo ponemos a nuestros hijos para que los cuide y los preserve de todo mal, pedimos que proteja a nuestros ancianos, fortalezca a los presos y consuele a los enfermos. Nos sentimos acompañados por Ella en los momentos difíciles y en las alegrías no escatimamos las muestras de gratitud orando ante su altar, llevándole flores y encendiéndole velas, Siguiendo una tradición, varias veces centenaria, peregrinamos al Cobre para pedir ante su altar el bien de los nuestros y la paz deseada para todos los cubanos.

7. Damos gracias a Dios porque la devoción a la Virgen María de la Caridad ha sostenido y conservado la fe del pueblo en todos los momentos de nuestra historia. En Ella experimentamos el amor y la acogida de la madre fiel y cercana. Nos recibe mostrándonos, junto a su pecho, a su hijo Jesús, mientras sostiene en su mano derecha la cruz donde Él nos alcanzó la redención. Su imagen es una invitación permanente a acercarnos y a encontrarnos con Jesucristo. Es una invitación a seguirlo. Al contemplarla recordamos la fe de nuestros mayores: la madre que nos enseñó la primera oración y nos aconsejó poner nuestra vida en las manos de la Virgen, la estampa que preside nuestro hogar, el Bautismo que un día recibimos o la iglesia a la que de pequeños nos llevaron para que rezáramos ante su altar. Esta evocación entrañable la expresa de manera magistral y sencilla el poeta Juan Cristóbal Nápoles Fajardo (El Cucalambé), cantor de la naturaleza y del alma cubana, en las décimas dedicadas a la Virgen de la Caridad:

Cuando yo, inocente niño,

en el regazo materno

era objeto del más tierno

y solícito cariño,

cuando una mano de armiño

me acarició en esa edad,

mi madre con la ansiedad

más grata y más fervorosa,

me habló de la milagrosa

Virgen de la Caridad.

8. Los pobladores de El Cobre, la mayoría de ellos »
esclavos del rey», fueron los primeros devotos y custodios de la Virgen de la Caridad y quienes levantaron la ermita y el Santuario, convirtiéndose éste en el lugar más importante del poblado. No es de extrañar que la lectura pública de la Real Cédula donde se otorgaba la libertad a los «esclavos del rey», fuese leída en la Plaza frente al Santuario por el Padre Alejandro Paz Ascanio, capellán del mismo y muy sensible a las demandas de los cobreros.

9. Según cuenta la tradición, la bandera de Céspedes se confeccionó con la tela azul que adornaba el altar de la Virgen de la Caridad de una casa de La Demajagua. Después de la toma de Bayamo, el Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes, se dirigió al Cobre, y en el Santuario ante el altar de la Virgen de la Caridad se arrodilló y oró en silencio por el buen fin de la lucha que había iniciado por la libertad de Cuba.

10. Abundan los ejemplos de la devoción de los mambises a la Virgen de la Caridad: en sus sombreros usaban la cinta con la medida de la imagen de la Virgen, llevaban consigo sus medallas, muchas imágenes fueron llevadas al campo de batalla. De este modo reforzaron la devoción a la Virgen del Cobre en su expansión hacia occidente. Si antes de la guerra el cariño, aprecio y devoción del pueblo a la Virgen de la Caridad estaba presente, con las guerras de independencia la identificación entre lo genuinamente cubano, la libertad de Cuba y la Virgen de la Caridad se hizo evidente.

11. Al término de la guerra de 1895, al Ejército Libertador al mando del General Calixto García se le impidió, por parte del mando norteamericano, entrar en la ciudad de Santiago de Cuba. Se entiende, entonces, que el General Calixto García enviara al Santuario de El Cobre, el día 8 de Septiembre de 1898, al General Agustín Cebreco y a su Estado Mayor para celebrar oficialmente la primera fiesta de la Virgen de Caridad en Cuba libre. En la Misa se pidió por el futuro de Cuba y por la República que se gestaba. Este acontecimiento histórico, que está recogido en acta solemne firmada por los participantes se puede considerar como el primer acto oficial de Cuba independiente.

12. En los años iniciales de la nueva república y tras los trágicos acontecimientos de la denominada «guerrita de los negros», un grupo de veteranos de la guerra de independencia consideró necesario realizar un gesto de unión que aglutinara a todos los cubanos en la búsqueda del bien de la Patria, capaz de recuperar el espíritu de confraternidad que reinó durante la contienda, en la que no importaba el origen o el color de la piel. La experiencia vivida en la manigua les hizo descubrir que el símbolo que concretaba ese ideal era la Virgen de la Caridad. Aquí se unieron la fe, la devoción y el amor a Cuba. Así pues, el 24 de septiembre de 1915, un grupo de antiguos oficiales y combatientes mambises y más de 2000 veteranos fueron a caballo desde Santiago de Cuba al Cobre, allí durante la celebración se redactó, leyó y firmó el solemne documento de petición al Papa Benedicto XV para que declarase a la Virgen de la Caridad del Cobre Patrona de Cuba. El grupo estuvo encabezado por los mayores generales Jesús Rabí y Agustín Cebreco, y «los firmantes eran negros, blancos y mulatos; militaban en los partidos conservador, liberal y socialista; pasaban por sobre sus diferencias políticas, a fin de limar asperezas estamentales…» (Olga Portuondo Zúñiga, «La Virgen de la Caridad del Cobre, Símbolo de Cubanía», pág.,199, 2002). En respuesta a esta solicitud, el Papa declaró el 10 de mayo de 1916 a la Virgen de la Caridad del Cobre Patrona de la República de Cuba.

13. Desde entonces, y durante toda la etapa republicana, la presencia de la Virgen de la Caridad se enraíza cada vez más en nuestro pueblo. Debido a los trabajos en las Minas del Cobre el antiguo Santuario se vio irremediablemente afectado y la imagen de la Virgen fue trasladada a la iglesia parroquial de El Cobre. Esta urgencia y la creciente devoción del pueblo cubano hicieron necesaria la construcción de un nuevo Santuario que acogiera un mayor número de fieles. Una buena parte de los gastos fueron cubiertos con las donaciones generosas de cientos de miles de fieles. El 8 de septiembre del año 1927 se inauguró el nuevo Santuario y se trasladó la imagen desde la parroquia de El Cobre en procesión solemne y devota. En 1936 la imagen de la Virgen de la Caridad fue coronada, mediante delegación papal, por el arzobispo de Santiago de Cuba Mons. Valentín Zubizarreta. El 24 de enero de 1998 el Papa Juan Pablo II la coronó personalmente como Reina y Patrona de Cuba, ante una multitud entusiasta reunida en la Plaza Antonio Maceo de Santiago de Cuba.

14. Durante los difíciles años de la década de los cincuenta y los años posteriores hasta nuestros días, los cubanos la seguimos considerando como la madre amorosa que vela por nosotros. Ella sigue siendo faro de esperanza y promesa de un futuro mejor. Sentimos que es nuestra madre y que todos los cubanos somos hermanos. En su presencia las diferencias sociales, culturales, políticas, económicas, ideológicas, raciales, o entre los que viven fuera o dentro de Cuba, desaparecen, todos son acogidos por igual. No hay acontecimiento o proceso social, ya sea alegre o doloroso que, de una manera u otra, no esté presente a través de los exvotos, promesas y recuerdos que los fieles de todo el país le llevan a la Virgen del Cobre. La historia de nuestros aciertos y fracasos, del bien que hemos hecho y del mal que hemos causado o sufrido se puede escribir a través de ellos.

15. Así se comprende que cuando el novelista norteamericano Ernest Hemingway, hace más de 50 años, recibiera el Premio Nobel de Literatura quisiera donar la medalla correspondiente al pueblo cubano. Él consideró que el lugar más digno para depositar la medalla, y el que mejor representaba a todo nuestro pueblo, era precisamente el Santuario del Cobre por ser la casa de la Virgen de la Caridad, corazón del pueblo y símbolo de sus mejores aspiraciones. Hemingway tuvo la seguridad de que al dejar la medalla en el Santuario del Cobre su ofrenda sería patrimonio de toda la nación, su decisión mostró su aprecio por el significado de esta bendita imagen, y de su Santuario, para el pueblo de Cuba.

16. La Santísima Virgen quiso quedarse entre nosotros bajo el título de «Caridad» que significa amor, y, ante su presencia materna los cubanos tomamos conciencia de la fraternidad que debe reinar entre nosotros, que nos mueve a la comprensión, el perdón, la justicia, la solidaridad, la tolerancia, el amor entre los cubanos, sin hacer distinciones. Así, únicamente, se podrá alcanzar un futuro mejor para nuestras familias y para nuestra Patria. Al Cobre podemos ir solos pero siempre tenemos presentes a nuestros familiares y amigos y, al ponernos de rodillas ante la imagen de la Virgen de la Caridad, es imposible no pensar en Cuba y pedir el bien para todos sus hijos.

17. Al comienzo de estos tres años de preparación invitamos a todo el Pueblo de Dios, sacerdotes, diáconos, religiosas y religiosos, fieles de nuestros pueblos, campos y ciudades, de grandes y pequeñas comunidades, a los mayores que han conservado la fe en los momentos difíciles y nos la han transmitido y a los que la han acogido con alegría en tiempos recientes, a todos los fieles devotos de la Virgen de la Caridad, en Cuba o fuera de Cuba, a vivir con plenitud este tiempo de gracia. A ustedes los exhortamos a ser agradecidos con Dios y a corresponder a su amor. La mejor promesa, la mejor ofrenda que podemos hacerle a la Virgen es imitarla. María es la primera discípula de Jesús, la mujer fuerte, humilde y sencilla, de fe orante y comprometida que buscaba siempre la voluntad de Dios, atenta a las necesidades de los demás. En Ella siempre hallamos los cubanos los valores que tanto necesita nuestro pueblo.

18. También para nuestros hermanos de otras Iglesias o grupos cristianos, con quienes compartimos una misma veneración a la Re
velación de Dios en la Santa Biblia, la figura de María es modelo en su respuesta de fe al Señor, porque ella fue la mujer que creyó en «la Palabra de Dios que se hizo carne en su seno y habitó entre nosotros». Por medio de Cristo, Palabra encarnada, nos ha sido dado el Espíritu Santo que nos hace hijos de Dios y nos permite dirigimos a Él llamándolo Padre. Así, pues, como miembros del pueblo de Dios que peregrina en Cuba, los invitamos a unirse a esta alegría del próximo Año Jubilar y a proclamar, por todos los pueblos, barrios y ciudades, que Jesús, el hijo de María, es nuestro único Salvador.

19. De igual forma, dirigimos nuestro pensamiento afectuoso a quienes siguen sus propias tradiciones religiosas, y que sentimos cercanos a la Iglesia Católica por el bautismo de sus hijos, la oración por los difuntos y la participación en nuestras fiestas. Ellos muestran su devoción a la imagen de Nuestra Señora de la Caridad a quien respetan y veneran, y se acercan con frecuencia a su altar para ofrecerle sus dones (flores, velas, donativos), darle gracias por sus beneficios e implorar su ayuda. Invitamos a estos creyentes a compartir nuestra alegría en estas celebraciones y deseamos que al hacerlo no se queden sólo en los atributos exteriores de su imagen o en las circunstancias de su hallazgo sobre las aguas, sino que traten de conocerla como Ella es en realidad, la Madre que nos entrega a Jesucristo, el Hijo de Dios, y nos lleva permanentemente hacia El. Acercándose a Ella, conociéndola mejor, podrán llegar a descubrir el inmenso amor que Dios Padre nos tiene al entregarnos, por María, a su Hijo Jesucristo.

20. No queremos terminar sin dirigir una palabra cordial a quienes, sin tener fe, pueden reconocer la presencia benéfica de la Virgen de la Caridad a lo largo de nuestra historia y su importancia constitutiva en el proceso histórico, cultural y religioso de formación de la identidad del pueblo cubano y de nuestra nación. Les invitamos a compartir nuestro gozo y a celebrar junto a nosotros su centenaria presencia humanizadora. También les invitamos a conocerla mejor, a descubrir los valores que como mujer y madre puede sembrar en nuestro pueblo: fidelidad, fortaleza y espíritu de servicio.

21. A los Obispos de Cuba nos llena de gozo anunciar que el próximo sábado 30 de agosto, día en que se inicia la tradicional Novena de la Virgen de la Caridad en toda Cuba, tendrá lugar en la Basílica de la Caridad en El Cobre, la Solemne Apertura del trienio preparatorio para la gran celebración del Año Jubilar en el 2012, en el que se cumplen los 400 años del hallazgo de la bendita imagen de nuestra Madre y Patrona. En esta solemne celebración estaremos presentes todos los Obispos de Cuba y representantes de las Diócesis de nuestra Patria.

22. Al mismo tiempo, se ha preparado un programa pastoral para que todas las comunidades y fieles puedan gradualmente interiorizar el significado de esta gran celebración. El lema que nos convoca para el trienio y el Año Jubilar es: «A JESÚS POR MARIA, LA CARIDAD NOS UNE». En esta celebración comenzaremos en Cuba una especial misión evangelizadora con la que nos unimos a la Gran Misión Continental a la que fuimos llamados por la 5ª Conferencia General del Episcopado latinoamericano y caribeño celebrada en Aparecida (Brasil).

23. A nuestra Madre y Patrona, la Virgen de la Caridad del Cobre, confiamos y encomendamos nuestros esfuerzos y acudimos a su intercesión para alcanzar las bendiciones que anhelamos para toda nuestra Patria.

LOS OBISPOS CATÓLICOS DE CUBA

15 de Agosto de 2008

Solemnidad de la Asunción de la Virgen María

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ZENIT Staff

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