Mensaje del Papa para apoyar la Tregua Olímpica

Con motivo de las Olimpiadas de Atenas

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 28 junio 2004 (ZENIT.org).- Con un gesto inusual, Juan Pablo II ha apoyado por escrito la petición de una tregua con motivo de los Juegos Olímpicos que se celebrarán en Atenas del 13 al 28 de agosto.

El embajador de Grecia ante la Santa Sede, Christos Botzios, ha revelado a Zenit que el 25 de enero de 2004 el Santo Padre envió un mensaje escrito en el que se une al llamamiento a favor de una «tregua que perdure».

El obispo de Roma, según indica en el mensaje, espera que las Olimpíadas se desarrollen sin violencia y sirvan para promover «el espíritu de paz» y de una «competición sana», en el espíritu de los que fundaron los juegos olímpicos en la Grecia clásica.

La Asamblea General de las Naciones Unidas, por su parte, ha aprobado una resolución por unanimidad para pedir la tregua olímpica.

El Santo Padre, revela el diplomático griego, expresa al final de su mensaje el deseo de que los juegos olímpicos sean un «acontecimiento de alegría» para todo ser humano, en el que se demuestre un espíritu de fraternidad en todo el mundo.

«Este gesto ha sido muy apreciado en Grecia», reconoce el embajador Botzios, pues «es sumamente insólito» el que un Papa dé su apoyo a una petición de este género.

«El Papa quiere subrayar precisamente que los juegos son la ocasión para demostrar que los hombres son hermanos. Es un mensaje, por tanto, que tiene un peso espiritual», subraya.

Al mismo tiempo, añade, «es una esperanza para los miedos» del momento presente, reconoce.

«El Papa va más allá del concepto de tregua que se vivía en la tradición de la Grecia clásica durante los juegos olímpicos que duraba cuarenta días antes y cuarentas días después de los mismos», explica el embajador Botzios.

«En la historia clásica, la tregua sólo fue violada en una ocasión por los espartanos, que eran una de las potencias de la época, pero fueron castigados y no les permitieron participar en los juegos sucesivos», recuerda.

«El Papa va más allá –concluye el embajador– para pedir una tregua que perdure después de los Juegos».

La Antorcha Olímpica fue encendida este lunes en Roma, procedente de Barcelona.

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ZENIT Staff

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