Mensaje del Papa y del Sínodo a las familias de los países en guerra

Mientras las milicias del Califato islámico amenazan los suburbios de Bagdad, el Sí­nodo de los obispos reitera: ‘No se puede usar la violencia en el nombre de Dios’

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En Irak las milicias del Califato islámico han llegado a los suburbios de Bagdad, intentan bloquear el aeropuerto, cortar las comunicaciones y atacar a los aviones con misiles aire-aire.

En Siria, mientras siguen los ataques aéreos contra las milicias islámicas, se confirma la liberación del sacerdote franciscano Hanna Jallouf, secuestrado el 5 de octubre pasado. También han sido liberadas 4 religiosas y unos 15 cristianos. 

Y mientras en Oriente Medio la violencia no se aplaca, en el Vaticano los padres sinodales de la III Asamblea General extraordinaria del Sínodo de los Obispos, junto con todos los participantes y reunidos con el papa Francisco, han emitido un mensaje en el que expresan «profunda cercanía a todas las familias que sufren a causa de los numerosos conflictos actuales».

En particular, elevan al Señor una súplica «por las familias iraquíes y sirias, obligadas, por la fe cristiana que profesan o la pertenencia a otras comunidades étnicas o religiosas, a abandonar todo y huir hacia un futuro privado de cualquier certeza».

Por esto, citando las palabras del santo padre Francisco en su viaje apostólico a Tirana, reiteran que «nadie puede usar el nombre de Dios para cometer violencia» y que «matar en nombre de Dios es un gran sacrilegio».

Al mismo tiempo que agradecen a las organizaciones internacionales y los países por su solidaridad e invitan «a las personas de buena voluntad a ofrecer la asistencia necesaria y ayuda a las víctimas inocentes de la barbarie en acto, y al mismo tiempo pedimos a la comunidad internacional que actúe para restablecer la convivencia pacífica en Irak, en Siria y en todo Oriente Medio».

Del mismo modo, dedican unas palabras a las «familias heridas y que sufren en otras partes del mundo, sometidas a violencias persistentes». A ellos «queremos asegurar nuestra oración constante para que el Señor misericordioso convierta los corazones y done paz y estabilidad a todos los ahora están atravesando la prueba».

Finalmente, los padres sinodales en su mensaje invocan a la Santa Familia de Nazaret que sufrió el «camino doloroso del exilio» para que haga de cada familia «comunidad de amor y de reconciliación», una fuente de esperanza para todo el mundo.

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ZENIT Staff

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