México ante la influenza: Evitar tanto el pánico como minimizar el problema

Mensaje del obispo de Tehuacán con motivo de la influenza

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TEHUACÁN, martes, 5 mayo 2009 (ZENIT.org).- El obispo de Tehuacán, México, monseñor Rodrigo Aguilar Martínez, ha dirigido un mensaje a sus diocesanos con motivo de la epidemia de influenza aconsejando evitar tanto el pánico como minimizar el problema.
 
En su mensaje, el obispo informa que la diócesis de Tehuacán y, en general, todo el estado de Puebla, se encuentra en alerta «verde», o sea sin casos concretos –por el anuncio oficial que se ha hecho-, pero «con la suma conveniencia de tomar las medidas de prevención necesarias para evitar que aparezcan y se propague la transmisión del virus de la influenza».
 
El obispo precisa que hay dos posturas extremas a evitar: «por una parte, llenarnos de pánico, por el miedo de que en cualquier momento quedemos contagiados; por otra, minimizar el problema, pensando que no es verdad, que han distorsionado o exagerado la noticia, o que a nosotros no nos va a pasar nada».
 
Advierte el prelado que el virus se ha hecho presente, no es exageración: «Todos somos susceptibles del contagio; debemos actuar con calma y serenidad, con estado de ánimo positivo, pero también con firme cuidado. El contagio no viene por comer carne de puerco, sino de persona a persona y por secreciones: al estornudar, toser, escupir o simplemente hablar si se tiene el virus; también al utilizar objetos usados por personas contagiadas. El riesgo de contagio depende del estado nutricional e inmunológico de la persona, así como de la agresividad del virus».
 
Explica monseñor Aguilar que la influenza se confunde en los síntomas con una gripe  común y que «hay que estar alerta, sin ansiedad; en el caso de que se presenten los síntomas, en lugar de automedicarse mejor acudir lo más pronto posible al hospital más cercano, para definir si es gripa común o influenza».
 
Y ofrece algunos consejos para estar más protegido: «dormir bien, incluir en los alimentos verduras y frutas, sobre todo que contengan vitamina C; tomar mucha agua; no fumar; evitar reuniones multitudinarias y en lugares cerrados; en caso de necesidad de reuniones, participar en ellas con cubreboca, evitando escupir y saludar de mano o beso».
 
Uniéndose a las disposiciones gubernamentales para estos días, el obispo ha pedido a los sacerdotes que suspendan las Misas dominicales y de fiestas patronales, así como otras reuniones numerosas hasta el 5 de mayo inclusive.
 
«Esto no significa falta de fe o menosprecio a la Eucaristía -precisa–, olvidándonos de Dios; más bien es corresponsabilidad solidaria para evitar riesgos de contagio. Pero las iglesias seguirán abiertas en los horarios acostumbrados. Conviene incrementar la oración personal y en familia, para invocar a Dios su ayuda, por intercesión de Nuestra Madre la Virgen María de Guadalupe».
 
Invita a orar «por los enfermos, por los que han fallecido y sus familiares, por las autoridades y la solución coordinada a este flagelo de la influenza».
 
«Con la ayuda de Dios y nuestra participación solidaria y responsable -concluye–, podemos ir disminuyendo la peligrosidad de la epidemia hasta su erradicación total. Conviene estar atentos a las indicaciones que se vayan dando por los medios de comunicación. Si estos hechos nos unen a la Pasión de Cristo Jesús, anhelamos experimentar pronto el gozo de su Resurrección».
 
Por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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