''México es un país agraviado y lastimado''

Más de cien congregaciones religiosas se comprometen a construir la paz »por la escucha compasiva y la solidaridad»

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Del 26 al 28 de abril, se celebró la XLVIII Asamblea Nacional de la Conferencia de Superiores Mayores de Religiosos de México (CIRM). Los asistentes, representantes de 127 congregaciones religiosas, hicieron público un comunicado en el que expresan su compromiso por la paz. Ofrecemos el texto de dicho comunicado.

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A la paz por la escucha compasiva y la solidaridad

A las comunidades de religiosas y religiosos de México

Al Pueblo de México

Los representantes de las religiosas y los religiosos de México nos hemos reunido en la XLVIII Asamblea de la CIRM, del 26 al 28 de abril de 2013, en la Ciudad de México, y reflexionamos sobrenuestro compromiso por la paz desde una espiritualidad místico-profética. En continuidad con las dos Asambleas anteriores, durante esta hemos hecho un trabajo de discernimiento para escuchar a Dios donde la vida clama y encontrar los caminos que Dios quiere que transitemos para colaborar en la construcción de la paz.

Comenzamos nuestra reunión haciendo un análisis de la realidad de México ante el nuevo escenario. Queremos expresar algunas situaciones que nos preocupan de manera particular.

– México es un país agraviado y lastimado. Durante el gobierno de Felipe Calderón hubo más de 80.000 muertos y 26.000 desaparecidos, además de un clima de inseguridad y violencia que ha fortalecido al crimen organizado y que el actual régimen, hasta la fecha, no ha sido capaz de resolver.

– Estos crímenes permanecen en la impunidad. Vemos incapacidad e ineficiencia de las instituciones encargadas de impartir justicia y hay regiones del país donde el Estado ha perdido el control. No es de extrañar que grupos de autodefensa civil busquen frenar al crimen organizado en sus localidades y expresen, de esta manera, su hartazgo ante la inseguridad, los abusos y la desprotección.

– Damos la bienvenida a la aprobación de la Ley de Víctimas y esperamos que detrás de ella aparezca un programa que responda eficazmente a tantas familias mexicanas agraviadas por las políticas del Estado Mexicano para enfrentar al crimen organizado.

– En nuestro servicio misionero, hemos escuchado el clamor de mujeres, niños y niñas, víctimas de la trata con fines de explotación sexual, y el clamor de los miles de migrantes que a diario cruzan el territorio nacional; no alcanzamos a ver la voluntad del actual gobierno para atender estas delicadas problemáticas.

– Lamentamos la actuación de los miembros del Instituto Federal Electoral en las últimas elecciones federales. Su actuación parcial y sesgada durante las últimas jornadas electorales, y las valoraciones y juicios que han hecho de ellas han vulnerado la credibilidad de este Instituto y con ello ponen en riesgo la vida democrática en nuestro país.

– Miramos con preocupación a los 13 millones de mexicanos que viven en pobreza extrema y a los millones de jóvenes sin oportunidad de estudios o trabajo. Una situación así genera descomposición del tejido social y no augura un futuro de paz y justicia.

– Nos preocupa la cada vez mayor indefensión y desprotección de los defensores de los Derechos Humanos y de los periodistas. Esto se da en un clima enrarecido donde se tiende, con demasiada facilidad y con la colaboración de algunos medios de comunicación, a la criminalización de la protesta social.

Mirando de frente a esta compleja realidad, hemos reflexionado acerca de la paz. Lo hemos hecho remitiéndonos a Aquél que, resucitado, asumió la tarea de llevar la paz como el compromiso primero. Nos ilumina la figura de Jesús de Nazaret y nos alientan sus actitudes básicas: servir desinteresadamente y ponerse al lado de aquellos que viven en las fronteras de la exclusión; implicarse con las víctimas para acompañar su sufrimiento y asumir como propio su reclamo de justicia: La paz se construye desde abajo.

Como vida religiosa en México queremos renovar nuestro compromiso de colaborar en la construcción de la paz en nuestra patria. Lo queremos hacer a través de nuestras instituciones y comunidades. Sabemos que necesitamos desterrar de nosotros aquello que nos impida insertarnos en una cultura de paz. Hay actitudes de competencia, de búsqueda de imagen y de individualismo que nos alejan de ella. Sabemos también que la denuncia profética, la protección del débil y de las víctimas, el compromiso con quienes trabajan por la paz y la justicia, y la solidaridad con los marginados, son esenciales en el Evangelio y se convierten en mediaciones vitales para hacer presente el reino de Dios: La paz se construye desde adentro.

Estamos convencidos de que necesitamos trabajar incansablemente para superar las diversas manifestaciones de la violencia que todo lo daña, y que este trabajo se realiza al lado de las víctimas y de su causa. Es un trabajo que nos vincula como cuerpo, como red. La dignidad y la vida se defienden de manera organizada: La paz de construye en comunidad.

Hoy volvemos a expresar una entrañable convicción: queremos seguir en medio del pueblo, acompañarlo en su sufrimiento y su lucha, y encontrar juntos caminos de paz con justicia y dignidad. Nos sumamos al deseo del papa Francisco de ser «una Iglesia pobre y para los pobres».

Que nuestra madre de Guadalupe, testimonio de solidaridad con los más pobres, nos alcance de Dios, nuestro Padre, la gracia de estar con los “más pequeños de sus hijos”.

“Bienaventurados quienes trabajan por la paz…” (Mt 5,9).

Firman el comunicado el padre Fernando Torre, superior general de los Misioneros del Espíritu Santo, y presidente de la CIRM, la hermana Juana Ángeles Zárate CSC, vicepresidenta, y las congregaciones religiosas asistentes a la reunión.

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ZENIT Staff

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