México: Estalla el debate sobre la objeción de conciencia ante el aborto

Suscitado, entre otros, por el cardenal Rivera Carrera

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MÉXICO, lunes, 30 abril 2007 (ZENIT.orgEl Observador).- Mediante una carta enviada a la opinión pública, el cardenal Norberto Rivera Carrera, arzobispo primado de México, condenó un error muy grande la despenalización del aborto en la capital del país, aprobada por la Asamblea Legislativa del Distrito Federal el pasado martes 24 de abril, e hizo un exhorto directo a los médicos y personal de salud del Distrito Federal, para que ejerzan la objeción de conciencia y no participen en la realización de abortos.

Monseñor Rivera Carrera, en estos días en Roma, recordó –a través de la misiva, leída por uno de sus obispos auxiliares en la misa del mediodía de ayer en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México– que toda persona «que preste alguna ayuda a la realización de este execrable asesinato se hace moralmente responsable del mismo», y advirtió que «no hay futuro para una sociedad que se atreve a atentar contra sus miembros más vulnerables».

«Recordamos a los médicos, a las enfermeras, a los asistentes de salud y a todos aquellos que por la aplicación de esta ley inicua podrían verse involucrados en su realización, que pueden hacer valer su derecho humano a la objeción de conciencia», destacó el cardenal Rivera Carrera en el texto, que, además, fue avalado por los integrantes del Consejo Episcopal de la Arquidiócesis de México.

Ciertamente, la objeción de conciencia no ha sido reglamentada en México, por lo que el gobernador del Distrito Federal, Marcelo Ebrard Casaubón, ha exigido el cumplimiento de la ley a todo el personal sanitario que labora en el DF, sin excepción y sin posibilidad –so pena de perder su puesto– de ejercer la objeción de conciencia y negarse a practicar un aborto a quien, dentro de las 12 primeras semanas de gestación, lo exija.

Los periódicos de circulación nacional, como «El Universal», destacan en su edición de este lunes que en otros países se permite a los profesionales de la salud negarse, por razones morales o religiosas, a practicar un procedimiento que por ley estarían obligados a realizar, pero que consideran inaceptable desde el punto de vista ético.

El cardenal lamentó en su misiva que la despenalización del aborto, a la que calificó de «ley injusta», se haya aprobado a pesar de las numerosas manifestaciones en contra y de las peticiones de un debate serio que escuchara serenamente los argumentos de los distintos sectores de la sociedad.

«Esta reforma socava gravemente las bases del derecho y daña la convivencia civil, en la que los derechos de todos deben ser respetados. Lejos de constituir un progreso social, constituye el retorno a la ley del más fuerte», sostuvo el purpurado en su carta.

Aseguró, además, que el cambio de términos legales en la definición de aborto (interrupción del embarazo) no lo hace moralmente lícito, y ratificó la postura de la Iglesia católica en el sentido de que la vida inicia en el momento de la concepción y, por tanto, «no se puede justificar el aborto pretendiendo negar el estatuto humano del embrión».

El cardenal llamó también a los agentes de pastoral, clérigos y laicos, a apoyar a todas las mujeres que ante un embarazo no previsto están siendo expuestas con la nueva legislación «a hacerse responsables de un acto que pone en riesgo no sólo su salud física, psicológica y moral, sino también su salud espiritual y materna», y bendijo «a cuantos desean vivir conforme a la voluntad de Dios».

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ZENIT Staff

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