México: La familia, lugar de protección de la vida humana

La Iglesia se prepara para celebrar el Día de la Vida

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CIUDAD DE MÉXICO, 10 marzo 2003 (ZENIT.org).- Con ocasión de la celebración del Día de la Vida el próximo 25 de marzo, los obispos de México han llamado a las familias a ser santuarios de la vida para convertirse en una buena nueva para el tercer milenio.

Es el tercer año que la Iglesia católica en México celebra el «Día de la Vida concebida en el seno materno», instituido por los prelados en el marco de la solemnidad del misterio de la Encarnación.

Con ello se quiere recordar que el Hijo de Dios asume el proceso de la vida humana desde la concepción, se encarnó en el vientre de su madre, María, y nació y creció en el seno de la Familia de Nazaret.

Confirmaba así «que la vida es sagrada y que la familia, de fundación matrimonial, ha sido constituida por Dios desde el principio como santuario de vida».

Así lo explica el mensaje de la Comisión de Pastoral Familiar del Episcopado Mexicano –titulado «La vida es un tesoro escondido (cfr. Mt 13,44)»–, firmado por monseñor Rodrigo Aguilar Martínez –obispo de Matehuala y presidente de la comisión— y monseñor Francisco Javier Chavolla Ramos –obispo de Matamoros y responsable del Departamento de la Vida en la misma comisión–.

Llamados por Dios a vivir, no sólo a existir

De acuerdo con el mensaje, la vida un misterio que se va revelando, «un tesoro escondido» que sólo espera ser encontrado, admirado, poseído y «conducido hasta su fin último, que es Dios mismo».

Puesto que «Dios nos ha llamado no sólo a existir, sino a vivir», la vida es una realidad sagrada y gratuita que ha sido confiada a la responsabilidad de cada persona, y no puede reducirse a una cosa o mercancía ni considerarse como propiedad para dominar, manipular, abusar o incluso desechar.

«Cada vida ha sido creada desde el corazón de Dios», explican los prelados. «Sólo Dios es Señor de la vida desde su comienzo hasta su término y, por lo tanto, la vida humana tiene un carácter sagrado e inviolable».

Igualmente, los obispos recordaron que el hombre y la mujer son bendecidos por Dios con el don de la fecundidad, «haciéndoles así sus colaboradores en la transmisión y custodia de la vida».

Por otro lado, el ser humano, además de ser responsable de su vida, también lo es del «ambiente de vida», esto es, de la creación que Dios pone al servicio de su dignidad personal.

La responsabilidad del hombre en la protección «ecológica» no sólo se refiere a su presente, sino que se extiende a la custodia del entorno para las generaciones futuras.

«Pero el dominio confiado al hombre por Dios sobre la naturaleza no es un poder absoluto –se lee en el mensaje–, (…) pues existen leyes no sólo biológicas sino también morales, cuya trasgresión redundan en perjuicio del mismo ser humano y su dignidad».

¿Cómo celebrar el Día de la Vida?

Considerar la diferencia complementaria del hombre y a la mujer –llamados a compartir, no a competir— es una de las propuestas que los prelados dirigen a todos los bautizados y a las instituciones del país en el contexto del Día de la Vida.

También invitan a analizar –no sólo como una propuesta académica, sino como una verdadera evangelización— la dignidad humana desde la concepción y el derecho a una vida digna hasta la muerte natural.

Reflexionar en «la gratuidad del don de la vida» implica contemplar al hijo no como un derecho, sino como un don. Además la originalidad de cada ser humano reclama ser respetada y no manipulada de ninguna forma, como es el caso de la clonación.

Finalmente los prelados subrayan que ninguna persona, por su dignidad inviolable, puede ser víctima de la eutanasia por razones de una falsa compasión y piden «el compromiso de los bautizados de promover la protección de la vida en los foros político, legislativo, científico y médico».

El texto íntegro del MENSAJE PARA EL DÍA DE LA VIDA se puede consultar en la página web de la Conferencia del Episcopado mexicano .

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ZENIT Staff

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