México: Obispos piden al gobierno que ataque las causas de la pobreza en el campo

Cuestionan el Tratado de Libre Comercio de América del Norte

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CIUDAD DE MÉXICO, 2 febrero 2003 (ZENIT.org).- Ante la situación de emergencia ambiental, económica y sociocultural que vive el campo en México, los obispos del país han hecho un llamamiento para que el gobierno dialogue con los campesinos y emplee todos los recursos a su alcance que aseguren el beneficio de una población actualmente excluida del desarrollo.

Los obispos de la Comisión Episcopal de Pastoral Social dieron a conocer el miércoles pasado su mensaje de forma simultánea en Xalapa (Veracruz), Saltillo (Coahuila), Cuauhtémoc Madera (Chihuahua) y Ciudad de México.

«Por la dignidad del campo, por la dignidad de México» es el título del texto en el que la llaman a considerar a las personas por encima de cualquier lógica de mercado, pues en el campo son millones las que viven en situación de pobreza y atraso desde hace décadas.

Según el documento, la tendencia preponderante a ver la tierra sólo como un medio de producción, la acumulación desmedida, desplazar de las tierras a sus propietarios originarios no son sólo «situaciones injustas», sino que de ello no se puede esperar más que «mayor pobreza, destrucción de la cultura rural, emigración» y en el peor de los casos «una espiral de violencia y muerte».

«Como pastores constatamos día a día que el campo es uno de los ambientes en donde esta violencia se ejerce con mayor fuerza», se lee en el documento firmado por el Presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, Monseñor Sergio Obeso Rivera –arzobispo de Xalapa– en representación de los obispos mexicanos que integran esta comisión.

La pobreza alcanza a la mayoría de los que trabajan en actividades agropecuarias –una de cada cuatro personas vive en México en áreas rurales–, situación especialmente dramática entre los pueblos indios.

Como subrayan los obispos, la firma del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá en 1993 (TLCAN-Tratado de Libre Comercio de América del Norte) modificó las políticas públicas relativas al campo.

«Valdría la pena preguntarnos si en la negociación del Tratado se consideraron las asimetrías entre la infraestructura, el financiamiento y los apoyos a la producción disponibles entre los productores estadounidenses y canadienses por un lado y los mexicanos por el otro», cuestiona el documento.

La realidad permite afirmar que un pequeño grupo de productores se ha beneficiado de la negociación y la entrada en vigor del TLCAN, mientras que un amplísimo sector ha quedado excluido de estos beneficios, según indican los obispos.

«La brecha entre la agricultura de exportación, que dispone de financiamiento y acceso a mercados y la agricultura para el autoconsumo o de consumo local y regional, que no dispone de financiamiento y enfrenta numerosas barreras para su desarrollo, se ha agrandado», constataron.

En este sentido, la Comisión Episcopal de Pastoral Social recalca que los tratados comerciales, traducidos en políticas públicas nacionales, deben favorecer el desarrollo integral de toda la sociedad.

«Podemos afirmar que el comercio que hoy se lleva a cabo con nuestros socios comerciales del Norte del Continente en materia agropecuaria no es justo. Los apoyos que recientemente aprobó el Gobierno de los Estados Unidos, contra los cuales México no puede competir, modifican de raíz los supuestos con los que se firmó el TLCAN hace una década», constatan los obispos.

Entre las soluciones posibles para la crisis que hoy vive el campo mexicano, el documento propone reconocer ante todo el derecho fundamental de todo mexicano a la vida, que debe tutelarse en cualquier circunstancia y que es anterior a cualquier tratado comercial o político.

Además, se debe «asumir en la práctica el hecho de que Gobierno, campesinos, productores y todos los demás actores de la sociedad somos co-responsables de la suerte que está corriendo el campo mexicano y de la indispensable reconstrucción del México rural hacia el futuro».

Después de hacer hincapié en que «el Estado tiene una responsabilidad social que debe buscar no sólo paliar los efectos de la pobreza, sino también atacar sus causas profundas», en el documento se pide al gobierno que, «frente a los acuerdos comerciales y las controversias que de ellos surjan, busque el mayor bien, para el mayor número de personas, durante el mayor tiempo y con los menores costos posibles».

Finalmente el texto invita a apoyar a los organismos que trabajan a favor de los campesinos y de la conservación de sus tradiciones, a quienes promueven una distribución y un uso más justo de la tierra, los progresos técnicos para que la tierra produzca, a quienes buscan un comercio justo para los productos del campo y a aquellos que se esfuerzan en favorecer una reflexión teológica a favor de la tierra».

El texto íntegro del documento «Por la dignidad del campo, por la dignidad de México» se puede consultar en la página de la Conferencia del Episcopado mexicano .

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ZENIT Staff

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