México renueva su consagración al Espíritu Santo

Este lunes, en la Basílica de Guadalupe

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MÉXICO, lunes, 20 abril 2009 (ZENIT.org-El Observador).- En 1924 y 1975 el país fue consagrado al Espíritu Santo debido a los problemas que atravesaba México, entre ellos la persecución religiosa. Hoy, en el 2009, México será nuevamente consagrado al Espíritu Santo ante el grave momento que vive, marcado por la crisis económica, la violencia generalizada, la invasión del narcotráfico, los secuestros y la pérdida de valores.

Será este lunes, 20 de abril, a las 5 de la tarde en una solemne eucaristía en la Basílica de Guadalupe que la patria mexicana quedará bajo el amor y protección del Espíritu Santo.

Esto fue anunciado por monseñor Leopoldo González, secretario de la Conferencia del Episcopado Mexicano y obispo auxiliar de Guadalajara, el padre Carlos Trama, delegado para la consagración de México al Espíritu Santo y la señora Elizabeth Pensamiento, miembro de la Renovación Carismática.

El padre Trama describió que esta consagración es un acto de fe y esperanza: «Con él manifestamos nuestra firme confianza en Jesucristo, Señor de la historia que guía nuestros pasos con la sabiduría y fuerza de su Espíritu en estos momentos de duras pruebas».

Además señaló que es imposible esperar los solos esfuerzos humanos a tan grandes problemas: «Los creyentes estamos anclados en la esperanza que nos produce la palabra del Señor, les daré un corazón nuevo y un espíritu nuevo. Quitaré de ustedes un corazón de piedra y le daré un corazón de carne, infundiré mi Espíritu en ustedes y les haré que se conduzcan según mis preceptos y observen y practiquen mis normas».

Lo que se espera de esta consagración -informó el padre Trama- es tomar conciencia de que Dios nos ha elegido para Él, para su servicio, para dar fruto de santidad. Es comprometernos en la tarea de hacer de México un templo donde vivan el reino, el amor, la paz y la concordia y los valores.

Los ponentes explicaron que estas acciones requieren de una sincera conversión en laicos, religiosos y sacerdotes, además de renunciar al pecado y a las ataduras con que nos esclaviza: es pedir perdón y confiar en que se recibe: es conocer la voluntad de Dios y dedicarse  a cumplirla.

La proyección de la consagración

«Con esta consagración se contempla la unificación de los distintos grupos dentro de la Iglesia, dará luz y generosidad a las familias cristianas para realizar su misión. Iluminará a los responsables de la educación, moverá a llevar una vida económica según la enseñanza de la Iglesia sobre la justicia social, impulsará a muchos a la práctica de una actividad política en consonancia con las exigencias de fraternidad humana y del amor cristiano y llevará a los religiosos y sacerdotes a vivir, en el gozo y gratitud al Señor», pronunció el padre Carlos Trama. 

En este contexto, los representantes de la CEM confiaron que se espera la renovación social en todos los ámbitos, además de la renovación personal y con la gracia inapreciable de ser transformados por el Espíritu de Santidad en la imagen del Hijo, a fin de que todos los católicos presentemos ante los ojos del Padre y a la mirada de los hombres, en toda circunstancia personal familiar y social, el verdadero rostro de Cristo.

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ZENIT Staff

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