México y Gaudalupe, un binomio inseparable

Según el cardenal primado de México

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MÉXICO, martes 13 de octubre de 2009.  (ZENIT.org-El Observador).  «Muy conocidos son los autores que gozan en ridiculizar nuestra fe y nuestra identidad nacional. Pocos son los pensadores que se han atrevido a dar una reflexión objetiva al  binomio Santa María de Guadalupe-identidad nacional», dijo el cardenal Norberto Rivera Carrera, arzobispo primado de México, en el marco de la inauguración del Congreso Guadalupano 2009, que se llevó a cabo en la antigua Basílica de Guadalupe, hoy Templo Expiatorio a Cristo Rey.

Acompañado de monseñor Diego Monroy, rector de la Basílica de Guadalupe y monseñor Pedro Agustín Rivera Díaz, rector del Templo Expiatorio a Cristo Rey, el cardenal Rivera aseguró que «lo que caracteriza a los mexicanos es la fiesta que se vincula con la religión y donde emerge el rostro moreno de Santa María de Guadalupe, quien es considerada como fuerza fundamental para la unidad nacional, y cuya devoción popular es ahora independiente totalmente del Estado mexicano».

Monseñor Rivera Carrera dejó en claro que negar la fuerza de unidad nacional «seria negar la idea de nación que se caracteriza por la misma: identidad nacional». Recordó que la Virgen de Guadalupe se presentó en los movimientos independentistas y se constituyó mucho antes que se creara el Estado mexicano, debido  a que el cura Miguel Hidalgo tomo el estandarte con la imagen de la Virgen guadalupana constituyendo la primera bandera de un nuevo México independiente.

En su mensaje, monseñor Rivera Carrera  explicó que «el Estado trata de imponerse como nación, pretendiendo identificar lo estatal con lo nacional y no se ha preocupado por construir un pueblo; sin embargo,-aludió- el pueblo católico se ha construido al margen del Estado y no ha sido invitado a la vida política mexicana; desde hace más de 150 años, se ha querido acallar la participación activa de Santa María de Guadalupe al nacimiento de un México nuevo e independiente».

El purpurado subrayó que el binomio «ser mexicano es ser guadalupano, es reconocer el patronazgo en la devoción popular a través de Santa María de Guadalupe como fundamento nacional, cuya devoción es independiente del Estado, abriéndose como una posibilidad de movilización social y participación en la esfera pública que no es posible dentro del espacio político».

Advirtió que hoy existe un abismo entre la ciencia-técnica-tecnología y la religiosidad del mexicano que parecen irreconciliables, «porque han sido encajadas en nuestra identidad nacional por la cultura y el Estado, pero con grave daño para la identidad nacional», y reconoció que el intento de la cultura actual de crear una religión pragmatista «choca con el mensaje de Jesucristo mismo y con la profundidad del mensaje de Santa María de Guadalupe».

Monseñor Rivera Carrera en su alocución dijo que la religión funcional fabricada al antojo y capricho humano «aterriza en el ideal del liberalismo, que maneja la tecnociencia, así como las ideas de progreso económico que parece irreconciliable en el seno familiar, siendo esta religiosidad funcional  que lleva a un pragmatismo que puede ponerse en práctica, sin signos religiosos que lleva al mexicano a la nada, al absurdo, a la soledad y las tinieblas más grandes de su ser».

Por lo tanto -afirmó el arzobispo primado de México- el pragmatismo religioso que se ha querido imponer en un pueblo profundamente religioso, como lo es el pueblo mexicano, se resume en la siguiente consigna:»no debemos tener nada, creer en nada, porque no somos nada».

Ante esta situación, el cardenal Rivera Carrera concluyó que México necesita volver a sus propias raíces culturales, «aquellas donde Santa María de Guadalupe, nuevamente exprese a sus hijos, que se encuentran en las tinieblas,  en la nada, en la desolación una esperanza: la unidad, todos bajo la mirada de una madre».

Luego de tres días de ponencias por parte de estudiosos de la identidad de la Virgen de Guadalupe con el pueblo mexicano, monseñor Diego Monroy, rector de la casita del Tepeyac subrayó que con estas actividades «se busca fomentar la unidad entre los mexicanos y la reconciliación, encontrándose bajo a mirada de Santa María de Guadalupe, que nos mueve a construir un México más justo, más humano, más fraternal de progreso compartido, de salud, de vivienda y de trabajo».

En la ceremonia de clausura del Congreso el rector guadalupano insistió en que la encomienda de la Virgen y del Evangelio deben tener incidencia, «si no  hay incidencia en lo económico, político y cultural en la realidad no sirve, al igual que si somos católicos y no incidimos en la sociedad».

Por Sergio Estrada

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ZENIT Staff

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